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—Es un hermoso bebé — escuchó a la matrona hablarle mientras ella no podía mirar a otro lado.

Después de la tormenta viene la calma, hacia solo minutos, incontables segundos estaba atormentada, a dolorida mientras intentaba dar a luz aquel rayito que ahora descansaba en sus brazos. Estaba enamorada, se había enamorado de aquella criatura desde que lo supo, más ahora que le veía, tan pequeño, tan frágil, tan dependiente, lo amaba, estaba locamente enamorada de esa criaturita, su bebé, su hijo, su tesoro, su todo.

—Hola...

Aquellos ojos no dejaban de examinarla, sus manitas tan diminutos se movían inquietas, su cara rosada, sus piecitos, su cuerpecito. Todo lo sentía tan bien, sentirlo entre sus brazos era como respirar. Sabía que no iba a poder dejarle.

—Hola... Danmark — le habló mientras el bebe cerraba los ojos — ¡oh! Si, ha sido un día agotador para ti ¿no es así? —bromeó  y lo vio quedarse muy quieto entre sus brazos.

A pesar de estar rodeada de sus padres, Sally con su cámara fotográfica y la matrona, no había nadie más que ella, él  bebe y el agua teñida de su sangre.

Pía fue llevaba a su habitación momentos después, el bebe tenía que tener una revisión de rutina y ella tenía que descansar luego de nueve horas de labor de parto. Cuando abrió los ojos unos cuantos globos fue lo que deslumbró primero, se veía agotada, y lo estaba, pero más que nada estaba feliz. Un sonidito llamó su atención, al girar el rostro lentamente vio a su madre con su hijo.

—Hola — dijo.

Llamó la atención de su madre y esta miró con una sonrisa y entonces sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¡Hola! — se acercó lentamente mientras miraba al bebé — Y continuas haciéndome la mujer más feliz en este mundo. Fuiste valiente, estuviste increíble allí dentro, eres increíble, Pía.

—¡Mama! — dijo antes de que sus ojos se llenarán de diminutos lágrimas—Gracias , no te imaginas lo asustada que estaba. Gracias por haber estado allí conmigo.

—A ti, por permitirme formar parte de ese momento...

Llegó  a su lado y ayudándola a incorporarse con una almohada  de la cama le dio su bebé. Sonriendo lo sostuvo por segunda vez  y sintió su corazón palpitar frenéticamente, le llevó a su pecho para abrazarle  y sintió su corazón bombear al ritmo del de ella.

Su mente quiso regresar al pasado, pero ella lo frenó, no tenía tiempo para eso, más su hijo... A él se lo dedicaría todo, todo el que tenía y le restaba.

—Los chicos vieron a verte, pero estabas dormida y... Tuvieron que irse, Sally se ha ido con mucho material en esa cámara  — asintió mientras no apartaba la vista de su hijo —¿ Ya tienes su nombre?

—Danmark. Aunque aún no me decido. ¿Crees que... 

—¡Dime!

—¿Crees que cambie cuando crezca? — su madre la miro con interés, pero sin entender a su hija.

—¿ A qué te refieres? — la chica miró al bebé, poseía una mirada gris, con una pelusa de cabello muy negro en su cabecita y su tez era demasiado blanca.

Hermoso.

—¿Crees que cuanto pase el tiempo se parecerá a Daniel? — su madre la miró y mordió sus labios, signo de ansiedad.

—Depende — dijo con una sonrisa — Tu padre tiene un gen muy dominante, por eso saliste a el, con tu cabello castaño, piel oliva, y ojos marrones oscuros. Cuanto naciste eras pálida, tenías los ojos tan verdes como los míos, tu cabello era una mata rubia. Yo pensé que había ganado la batalla, pero mi gen es resecivo, nena. Quién sabe si le ganes esta vez.

Hola mis amores, otra de mis locuras plasmadas, espero les guste y nada, pretendo publicar sábados.
Un beso.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora