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– ¡Pía! – alguien lo interrumpió y no dejo que festejara el momento.

Girando ambos, él sabía que había visto ese rostro en algún otro lugar, mas no recordaba donde.

– ¡Ay, Dios!– escuchó que susurraba ella.

– ¿Cómo estás? – preguntó el hombre alto de ojos claros y piel morena.

–Estoy muy bien, descansada– dijo ella abriendo los brazos.

–Lo imagino, hiciste un excelente trabajo con el proyecto de remodelación, ¿Te comente que lo amaron? – ella negó y el hombre asintió mirándola como si fuera la cereza del pastel que le fascinaba.

–Pues les hechizo...–dijo el hombre y luego le miró.

–Saúl– él sabía que había escuchado ese nombre–. Este es Daniel... Daniel, este es mi jefe Saúl– al parecer estaba algo incomoda ¿Por qué?

–Un placer Saúl...– dijo dándole la mano.

–Encantado, Daniel,... Pía, es la primera vez que te encuentro en estos lugares– dijo sonriéndole a ambos. No le gustaba su jefe.

–Sí,... yo...

–Lo siento... Pía, Danmark ha derramado todo el mantecado en su ropa.

Ambos se giraron a ver a un tierno Dan completamente sucio y con una sonrisa traviesa en los labios.

–Mi amor... eso no se hace– dijo Pía.

–Pero no fui yo... el solo se derrumbó, mami– dijo el niño.

– ¿Es tu hijo, Pía? – escuchó al hombre tras el asombrado.

En los siguientes tres minutos su jefe se entero de que era madre, al parecer no sabía de su hijo, y de que él es el padre. Con orgullo tomó a su hijo en brazos cuando este quiso irse con él. Momentos más tarde el hombre claramente decepcionado, no entendía el porqué, se alejo de ellos.

Compraron mas helado para los niños, y ellos salieron caminando hasta el parqueo.

– ¿Puedo quedarme a dormir? – Preguntó Beth cuando iban de camino–. Vine preparada– dijo su hermana. Ya sabía que esa mochila no era de libros como le había dicho.

–Seguro, querida... haremos una pijama da entre los cuatro, si Dan resiste– comento su ex mientras miraba a los niños – ¿Dany, estás de acuerdo? – el asintió mirando por el retrovisor.

–Seguro. Nos vamos a seguir divirtiendo.

Y así fue, hasta que los niños cayeron completamente dormidos cuando el reloj marcaba las once y veinticuatro.

Pía llevó a Danmark y el a su hermana, los acostaron juntos en su habitación, poniendo cojines y mas cojines en todo el rededor de la cama y el suelo.

Al salir caminaron a recoger todos los juguetes y a organizar la sala de estar.

–Entonces... terminare mudándome sin quererlo– dijo ella como si estuviera triste.

–Pía...– ella negó, ni si quiera sabía lo que él iba a decirle, aunque si era honesto ni el mismo sabía lo que diría.

–Está bien, Daniel... he dicho que iré contigo, supongo que el lunes a primera hora de la mañana en el trabajo tendré que notificar todo, si la entrevista es el tres de el mes que entra tendremos que irnos... al menos una semana antes, quiere decir... en cinco días– su voz se apagó.

–No quiero forzarte, Pía, no es lo que pretendo, no quiero llevarte lejos de tu gente ni que dejes todo por un capricho mío... quiero estar con mi hijo, y si tienes otra solución a ello dímela, y haremos que funcione, pero llevarlos conmigo es la única que yo considero buena, trabajo todo el tiempo, no suelo tener mucho tiempo para venir y quiero verle siempre.

– ¿Qué haces aquí entonces? Tienes un buen tiempo...– dijo ella mientras con su ayuda empujaban el sofá, volviéndolo a su puesto.

–Tuve una pelea... cuando papa murió dejo algunos trabajos y sus abogados y su mano derecha los arreglaron ya que yo no estaba en la total capacidad. El hombre dueño de la empresa volvió a contactar nuestros servicios, diciendo que en esta ocasión teníamos que cumplir y que debimos aceptarlo porque antes no cumplimos.

>>Quiso ofender el buen trabajo de mi padre y... perdí el control. Tuve que salir de allí por orden de mis abogados. Ya puedo volver cuando quiera, pero no me quiero ir sin ustedes.

– ¿Has estado trabajando desde aquí? – asintió–. No tengo otra idea... y sé que lo mejor es que nos vayamos contigo... no me opongo, pero siento que... no se... he estado sola con Danm tanto tiempo que... siento que me estas imponiendo las cosas. A demás de que no es normal eso de yo irme porque mi ex quiere ver a mi hijo... no sé.

–No es mi intensión imponerte nada de eso... Pía, sabes que todo esto no es normal y yo no quiero ir a una corte por una custodia compartida. – fue honesto.

Suspiró y la vio mirar a un punto fijo.

–Ciara... se ha ido..., pensé que iba a tener que hablar con ella, pero...

–Daniel... yo no...

–Aguarda... quiero que sepas que estoy solo por y para mi hijo, no quiero a nadie que no sea el... no tengo tiempo para amar a alguien mas, Pía. No era mi novia... si estábamos en algo, pero ella sabía que podía acabar en cualquier momento, y fue bueno, al parecer entiende que no puede ponerme a elegir porque sabe que perdería su tiempo.

–De acuerdo– y la vio sonreír y darse la vuelta.

¿Qué había sido eso? ­ ¿Se alegraba de que ella se hubiese ido?

– ¿Te alegras? – fue tras ella.

La vio de espaldas, al parecer no quería girar ¿Estaba riendo? ¿Acaso se alegraba porque...?

–Pía...– dijo él y ella negó.

–No, no se no porque estoy riendo, solo... lo hago. No tiene nada que ver con ella– le dijo mientras le daba la espalda.

Daniel rodó los ojos y se apoyo del marco de la puerta mientras miraba el cuerpo de su ex.

–No se...– la escucho decir– Ciara, supongo que solo estaba desesperada... Sally me comento que no fue ella quien le hizo daño al niño, aunque lo pensé por unos momentos, Danmark me dijo que estaba jugando con un niño, y este lo empujo. Ciara solo fue a consolarlo.

>>No me agrada por el simple hecho de que la veo como una amenaza... No quiero que tome ningún lugar en el corazón de mi hijo y yo quede desplazada porque ella si está contigo, que eres su padre.

–Comprendo, no lo hará, ya te he dicho que se ha ido...

–Pero... bueno... será mejor que me acueste.

–Me... me gustaría hablarte de algo– paso las manos por su cabello.

–Dime rápido– ella tomó asiento.

–Investigue acerca del contrato tuyo con la compañía de...

–Vi tu rostro, Daniel, no tienes que decirme que no te gusta y que no quieres a tu hijo en ello, te conozco, me di cuenta por tu forma. El contrato vence en ocho meses, no lo renovare. Supongo que...

–Gracias a Dios, no quería que te enojaras por ello.

–Descuida... al menos no hiciste uso de tu poder para cancelar y hacer esas cosas que haces ahora. Qué bueno que lo hablamos– ella le comento y el soltó una risilla nerviosa. Ella achico los ojos en su dirección, pero no agrego nada más.

–Duerme bien, Pía– dijo él mientras salía y se arrojaba al sofá.

–Seguro, dormiré excelente en una cama en donde los pies no me caben– ambos soltaron unas cuantas carcajadas y se despidieron.

Nos vamos a mudar.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora