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Una hora de escucharla hablar a ella analizando las diferentes opciones que tenía para estar con su hijo le dijo que una parte de la chica no quería que Pía volviera a su vida, pero le aseguro que lo de ellos no había acabado, no quería a Pía, pero ella estaba en el paquete.

Si logro dormir tres horas fue mucho, llamó a sus abogados esa misma madrugaba ansioso, hablo con su chofer para notificarle que se quedarían unos días más y llamó a su secretaria y asistente para que enviaran todo lo necesario para que el trabajará cómodamente desde allí. Su mano derecha estaría supervisando los negocios en su ausencia mientras el arreglaba todo. Sus abogados le dijeron lo que ya sabía, más no quería llevar a Pía por una custodio compartida y no quería pruebas de paternidad, descartó todo eso y prefirió ir a hablar con su madre es mañana.

Y al parecer ella lo esperaba, quería hablarle y el también, Beth había ido al colegio, pero le había dejado dicho que no pensara ir a casa del bebé sin ella.

–Buenos días–saludo a su madre quien estaba tomando café.

–Buen día... Minerva–le dijo a la cocinera–Danos un momento por favor...

Esta se retiró con una sonrisa y cuando Daniel tomó asiento, su madre le deposito un plato de desayuno recién hecho.

–Come... Vamos a hablar usted y yo muchachito–el sonrió y asintió–Veo que no has dormido mucho...

–No... He estado pensado.

–Lo sé... Yo no he podido dormir pensado en lo que seguro tú estabas pensado y pensando en lo que segur Pía estaba pensando. La sentí tensa mientras estuvimos, supongo que se siente amenazada por qué bueno, al enterarte has reaccionado como supongo correcto, pero creo que ella no esperaba que estuvieras tan dispuesto a estar con tu hijo.

Y escuchar eso lo pudo y casi se quebró, solo bajo su rostro buscando recomponerse.

–No sabía que podía ser tan sensible–se burlo de sí mismo– Hable con ella, sé que se siente como crees, pero ¿cómo me siento yo al saber que me ocultó el derecho de saber que tengo un hijo? Me quito tiempo de su vida, no he podido disfrutar de su día a día como se supone que debería...

–¿Qué piensas al respecto?–miro a un lado, no sabía que reacción tendría su madre, pero algo era seguro, independientemente de esa, él haría lo que creía correcto porque era un adulto y a fin de cuentas ese es su hijo.

–Quiero proponerle que venga conmigo...–su madre quedo muy tranquila, como si ya supiera eso–Se que tengo que ganarme al bebé y seguramente a Pía otra vez, en cierta forma, pero no quiero estar lejos de él, puedo disfrutar de él como no lo he hecho y sé que ella se negara, pero no pierdo nada con intentarlo, es importante para mí tenerlo cerca y no puedo dejar la compañía y venir cuando ella bien puede ir conmigo.

–Ella es una madre dedicada y ama a su hijo, sabe lo que es mejor para él, pero es testaruda y eso debes de saberlo mejor que nadie ya que si la conociste por un buen tiempo supongo que no ha cambiado. Si no te lo dijo hasta ahora... Te dará guerra, o al menos eso siento yo, supongo que pensara más en ella que en el bebe a la hora de que le comentes algo como...

&

–¡No!–gritó Pía mirando a su hijo correr directo al estanque del peces–Ven aquí amor... Tienes que estar cerca de mami.

Quería tener a su hijo cerca, había decidido llevarle al acuario, tenía semanas por querer ir y su padre no había podido llevarlo, así que allí estaba ella, disfrutando de lo alocado que se ponía su bebé al ver los peces.

–Ahí, mami–dijo y levantó los brazos y ella lo cargo y su bebé tocó el cristal con sus manitas y sus ojos se iluminaron–Mira, mami–dijo cuando aquel pez se acercó al cristal lentamente y cuando él niño movió las manos se fue–Se fue.

–Sí, es un poco asustadizo y al mover tu manita se ha ido... Pero no está muy lejos, vez, está ahí– dijo y los cachetes de su pequeño le pidieron un beso y ella le beso repetidas veces.

Sintió un toque y casi juro que sabía quién iré, y cuando giró el rostro le vio allí, con el pelo despeinado, tenía claramente ojeras y al verle a los ojos supo que tenía una y mil cosas en la cabeza.

–¡Hola!–Pía saludo, su padre le había enviado un mensaje, Daniel le había llamado para saber dónde estaban y le había dicho, así que allí estaba.

–Hola–respondió sin entusiasmo.

–Danmark... Saludo al amigo de mama–el niño que miraba a su padre le sonrió, pero no dijo nada y ella lo removió un poco.

–Hola–dijo avergonzado y giró su cabeza.

–¿A él en verdad le gustan o le has inculcado eso porque a mí me gustaba?–preguntó el de repente.

–Ambas cosas... Cuando estaba más pequeño lo lleve a una tienda de juguetes, nada le gusto, y pasamos por una tienda de mascotas y quedó fascinado con los peces de colores que habían en la vidriera, yo sentía que tenía que... Inculcarle una parte de lo que te gusta así que compre una enorme pecera y la lleve a casa llena de esos pececillos, pero se fueron muriendo por falta de atención y el lloraba mucho y no quería que llorara con tanta molestia cuando veía que faltaba cada vez más peces, así que un día la saque de casa, lloró por mucho tiempo, hasta que se le pasó.

Daniel miró a todas partes y luego al bebé como si quisiera algo, ella imaginaba que quería sostenerlo, pero no quería cederlo, era tan egoísta. Suspiro sonoramente.

–¿Continuamos?–le preguntó el mientras el bebe miraba los peces.

Iban caminando en un silencio incómodo que solo rompía Danmark cuando quería ir a un lugar especifico o cuando reía emocionado por los peces.

Una manta raya llama más la atención de su bebé que las estrellas de mar y quería tocar el cristal como diera lugar. Se acercó y sintió la mirada penetrante de Daniel, supo entonces que tenía que dejar de ser tan egoísta, quizás era tiempo de que pensara más en su bebé con su padre que en la que iba a tener que hacer cuando supiera el bebe que ese era su padre, tenía y era necesario que dejara de pensar que iba a tener que competir por su atención.

–Aquí–dijo entonces llamando la atención del padre de su hijo, la miró esperando que dijera algo, más no dijo nada, sin embargo cuando le tendió el bebe para que lo tomara y honestamente vio contrariado, pensado si tomarlo o no, seguro tenía miedo de que el bebe llorara en sus brazos o no lo quisiera –No tengas miedo...–el no hizo ningún movimiento–Dan... Ve con él–dijo y el bebe le miro un segundo y luego extendió los brazos, entonces Daniel respondió levantando los suyos y tomándole.

Vio a su hijo cómodo en los brazos de su padre, al que vio llorar fue a Daniel y eso la pudo, giró su cabeza, no quería admitir que había sido una perra, no una bruja como él le decía, sabía que lo hacía para no ofenderla más, pero sabía que se lo merecía, quizás debió haberle dicho desde que se fue, se reprochaba por ello, pero al verlo tan mal se daba cuenta de lo egoísta que había actuado simplemente por pensar en los clichés o en la empresa, porque sabía que él iba a poder repartirse la carga, ahora tenía que aceptar lo que fuera que le pidiera, sabía que él iba a querer estar en la vida de su hijo.


Lamento haber estado lejos, he vuelto... un beso

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora