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Daniel la miró  y asintió, quería verla, pero escuchar su nombre solo provocó una mínima cosa en el, no era que existía aún algo de lo pasado en cuanto a sentimiento, pero ella había sido especial para el, era natural.

—Genial... Más tiempo aquí, Beth estado durmiendo y te quieres ir ¿la dejamos en el auto? — preguntó  cansado.

—No, la despertare, su amiga, la hija de la propietaria de la galería  está aquí. Vamos, no será mucho tiempo. Me han dicho que aún no pasa lo mejor.

Con una Beth totalmente lúcida, como si no hubiera estado babeando el asiento trasero, si dirigieron a la entrada del local. Había muchas personas, y lo mejor, había bebida de verdad, ya que en la fiesta de bailarinas había una agua sucia de los mil rayos que ni siquiera tocó. Ciara le habló algunas cosas y el río. Recorrió con la mirada el local para ver si localizaba a la chica, pero no había rastros de ella.

Tenía más de diez minutos y por su cabeza ya no había ni un rastro de querer  encontrar a su antigua novia. Hasta que Ciara vio a la chica, no había cambiado en nada la chica de los vídeos, bueno, solo el cabello. Ahora tenía un corte bob muy bajo, pero tenía que aceptar que le quedaba de maravilla, ella era como una visión, y estaba hermosa en aquel vestido azul marino muy recatado, pero muy pegado a aquella figura de pera. Sí, estaba más que intimidada, la chica era hermosa, una belleza clásica  combinada con algo exótico que le daba un aire más llamativo aún.

—Allí — señaló hasta la chica y cuando Daniel miró  rezo porque su rostro no cambiará, y no lo hizo —Es ella ¿ no?

—Sí , supongo ¿Como la...

—No ha cambiado mucho... Solo

—No tiene el cabello largo.

—Exacto. Daré una vuelta, ve con ella y encuéntrame en la fotografía  que nos  hizo reír — el solo asintió.

Daniel atravesó el pasillo y caminó  directo hasta Pía, y cuando iba a hablar ella lo hizo, pero por teléfono.

—¿Saul que hora crees que es? No me importa, te dije que lo enviaría cuando estuviera listo. No, si vuelves a llamar no contestare. Si, que me importa que seas el jefe, podré mi pie en tu cara... Se supone que es un proyecto en equipo y la que está haciendo el trabajo soy yo ¿En mi casa? Olvídalo panadero. Ese pie estará allí solo para hacerte daño... Eres— ella colgó y musitó algo y avanzó alejándose de el.

—Pía — la llamó  y ella giró , al mirarlo directamente quedo completamente tiesa — Hola.

—¡¿Daniel?! ¿Que haces aquí? — su voz no era la misma, estaba diferente, quizás eran cosas suyas.

—Yo también me alegro de verte, Pía. 

Sonrió mientras su boca se abría de par en par y luego miraba a otra parte.

—También me alegro —ella caminó  hasta el y como si nada le abrazó y le sonrió — Esto...

Ella miró a un lado y suspiro nerviosa, la conocía o más bien hubo un tiempo en el que sabía leer cada expresión de su rostro, si no había cambiado diría que estaba en shock.

—¿Me das cinco minutos? —el sin entender asintió — volveré enseguida.

Y le dio la espalda y comenzó a caminar rápidamente por el pasillo como si la estuvieran esperando. No le dio tiempo de nada ya que Ciara llegó  a su lado.

—¿Momento incomodo? — él se encogió de hombros.

Una mujer de cabello rojo que él conocía muy bien se paró en el mismo centro del salón, inició un discurso y todos los que estaban esparcidos por el lugar comenzaron a congregarse en ese punto del local. Ella daba las gracias por haber acudido a su exposición, la cual tenía por nombre Sintiendo. El miró a su alrededor, habían fotografías hermosas que transmitían tanta paz, alegría, tristeza, era increíble como tocaban. En verdad podía sentir lo que ella como artista quería transmitir a los espectadores, incluso una de las fotografías le había hecho reír de verdad, una risa estridente que le dejó la sonrisa por un largo rato. Al principio no había querido ir, pero estaba en ese momento emocionado esperando algo más, su madre le había asegurado algo mejor y no se quejaba, todo estaba muy bien, pero monótono, como casi todas las exposiciones de arte en esos lugares. Sally, la amiga de Pía comenzó a hablar de su mejor trabajo, comentó que había trabajo en eso durante mucho tiempo y que había nombrado la exposición en honor a esas fotografías que hasta ahora nadie había visto. Volvió a agradecer y se retiró del lugar, las luces bajaron su intensidad y música se escuchó por el lugar.

Las luces bajaron por completo y un reflector alumbró el objetivo. Allí, con un vestido y descalza estaba ella, al iniciar las letras de la canción inició su interpretación en jazz, de make you feel my love. Había olvidado por completo lo buena que es ella en ese campo, no había visto a nadie bailar, no, vivir la música como ella, sus expresiones hipnotizaban y transportaban a donde ella estaba. Escucho vagamente como Ciara le susurraba un Wow mientras ella seguía flotando sobre el suelo.

Cuando volviera a escuchar esa canción en cualquier lugar seguramente iba a recordar aquella proeza, aquella maravilla. Un aplauso rompió el denso silencio que se formó al ella culminar postrada en el suelo luego de haber  hecho uso de su flexibilidad. El aplaudió y sintió como alguien tiraba de su chaqueta.

—¿Viste eso? — su hermana estaba con la boca abierta y con una sonrisa que no se le quitaba — ella es asombrosa.

Se alejó hablando con su amiga mientras hablaba y reía. El miró a Ciara y esta estaba embelesada mirando algo, el giro la cabeza y allí, donde antes había un lienzo blanco, ahora habían fotografías casi vivas de una mujer dando a luz, en una bañera, la imagen transmitía dolor y desesperación. Las personas se fueron agrupando y no le permitían ver el resto a sí que tomó el  antebrazo de su acompañante y camino hasta ver las demás.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora