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—Debí ducharme— dijo al ver aquella morena de piernas largas.

—Te lo dije.

—Cállate.

—Solo decía, ahora actúa como si te hubiera caído un frasco de D&G  y ve con ella, no hueles mal, pero no tengas sexo con ella en el baño.

—Te amo... Eres un desastre, pero te amo.

Y quedo solo mirando como su amigo avanzaba con toda la confianza del mundo. Era extraño, Ferrys no era el típico hombre de paquete de seis en el abdomen, ni tenía una cara envidiable, era un hombre atractivo a su manera, no engordaba ni un gramo y aunque tenía casi treinta y ocho años lucia más joven que el. Tenía un dicho, ¨la piel oscura no se arruga"

Y al parecer era cierto.

Ciara llegó  despampanante como siempre, con un hermoso vestido negro y zapatos con estampado de leopardo. Hablaron un poco y bromearon, luego se sentaron en la mesa y cuando Ferrys llegó comieron algo mientras hablaban. A pesar de tener su agenda completamente sobrecogida por sus días de ausencia, quedo de salir con ellos a un paseo el martes en la tarde.

A pesar de que  había querido dormir temprano no pudo ya que Ciara no se lo permitió.

&

No se consideraba un hombre agresivo, en realidad era todo lo opuesto, pero esa mañana en la reunión con el equipo que había solicitado sus servicios , había perdido los estribos cuando uno de los hombres el vocero y jefe de la otra compañía le había dicho que era más que una opción una obligación por moral ya que su padre había incumplido un contrato hacia un tiempo. Le había dicho aquello porque al ver que no era factible había rechazado la oferta, pero el hombre era muy insistente, y cuando insulto a su difunto padre, quien no había cumplido porque había muerto en el proceso de llevar a cabo el contrato, se abalanzó sobre el como una fiera. Le golpeó tantas veces como se lo permitieron los allí presentes.

Tuvo que retirarse pronto del lugar, quería matarlo a golpes, tenía que contenerse.

Cuando entro a su oficina tenía la sangre caliente, estaba airado y no creía poder contener toda esa energía que lo consumía. Golpeo sus puños el gran escritorio que hacía tiempo había pertenece dio a su padre. ¿Cómo se atrevía a hablar mal de su padre? ¿Como se atrevía a ensuciar su memoria? A decir habladurías, él se había encargado de que todo en cuanto dejó inconcluso cumplirlo al pie de la letra como una vez le había enseñado. Seguía molesto y no pretendía dejar eso como estaba, quería tenerlo frente a frente y seguir golpeándolo, claro que no podía perder los estribos con semejante escoria  de ser humano.

Su móvil timbro en su bolsillo y lo sacó  con urgencia, y lo llevó a su oído.

—¿Qué? —gritó, cerró los ojos inmediatamente ya que no sabía quién le llamaba. No podía dejar que la ira le dominará —Perdón.

—¿Mal momento? —preguntó una voz femenina.

—¿Pía! — una risilla se escapó de sus labios y el resopló.

—Si, así me llaman— el hizo una mueca, no quería hablar con ella en el estado en el que se encontraba.

—¿Te puedo ayudar en algo? —ella rió y el sintió una cólera repentina. ¿De qué se estaba riendo?

—Sí, llame en mal momento, estás muy molesto— el cerró los ojos y asintió aunque ella no podía verle — solo devolví tu llamada. Lo siento.

—Oh, buen probablemente se marcó solo... Perdón. No, no es un buen momento, Pía.

—Puedo sentirlo, lo lamento mucho.

Iba a decir algo, más escucho la voz gritona de un niño llamando a su madre con voz dulce y alegre. No escucho muy bien, pero al parecer decía que había terminado el rompecabezas. Ella no se despidió y solo colgó.

Volvió a introducir el móvil en su bolsillo y volvió a sonar, estaba tan molesto que cuando vio la llamada de Ciara y el móvil no respondió cuando deslizó su dedo por la pantalla, lo arrojó a la pared más cercana y este salió volando en dos pedazos.

—Clara— gritó el nombre de su secretaria— Necesitaba un nuevo móvil.

&

Las semanas transcurrieron como el inicio de ese mes, lleno de malos entendidos, molesto y gritando como solía en una mala semana. Por lo general era un hombre muy pacífico, de buenos modales y que hablaba más con la mirada que con su boca, pero esas semanas había insultado y hablado más que nunca en todo el tiempo que tenía.

Que días tan terribles. 

Mientras hacía las maletas, aunque no salía muy a menudo había llegado a la conclusión de que necesitaba un tiempo lejos de todo el bullicio de la ciudad donde vivía y quería alejarse de todo eso, había estado muy alterado y aunque no era una figura pública alguna de las cosas que hacía como dueño y gerente general de la empresa que su padre había fundado salía en las noticias, por desgracia. Su altercado con aquel hombre estuvo en dominio público por tres días hasta que su representante y abogado hicieron de las suyas por los medios.

Le recomendaron un tiempo fuera de ese ambiente tan extenúan te  y como Ciara le había dicho, compro un vuelo y en ese momento estaba terminando de arreglar sus pertenencias. Mich iría con el, según su abogado no era bueno que andará  solo luego de haberle partido la cara a otro hombre poderoso y de  mala reputación.

Llegó  de sorpresa a su casa, su hermana estaba en la casa del árbol, con su noviecito. No quiso interrumpirles, así que simplemente tomó una ducha al llegar, Valerie estaba de compras y el no quería estar en la casa. Tomó su móvil y marcó el número de Pía.

—Hola, en este momento no puedo atenderte, deja tu mensaje después del mami— se escucho la voz de ella sonriente y luego la de un niño gritando—Mami.

—Pía, soy yo, Daniel, te llamo para decirte que he vuelto y me gustaría que nos reuniéramos como quedamos. Llámame.

Vio un documental de aviones y de fallo de los motores de estos, estudio uno que otro documento y inició la lectura del libro que le había obsequiado Ferrys. Beth se dio cuenta de que estaba por esos alrededores y corrió hacia el olvidándose del niño. Hablaron y arreglaron sus diferencias, ella le comentó que lo perdonaba solo porque en verdad lo amaba. El sonrió emocionado.

—Yo también te amo, Beth.

Le había dicho sin dejar de mirarla a los ojos, él amaba a su hermana menor  como no amaba a nadie más. Ella era su mejor amiga, cuando no sabía qué hacer la llamaba, aunque no tenía mundo en su cabecita sabía dar los mejores consejos, sin egoísmo y desde el punto de vista de una niña sana como lo es ella.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora