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El paseo por el acuario fue más para ellos dos que para ella, quien se mantuvo alejada mientras escuchaba como el nombraba las diferentes especies y el bebe se emocionaba y hacía gorgoritos, ella no podía creer que su bebé estuviera haciendo eso, tenía tanto tiempo que no le escuchaba hacer eso, era grande. Sonrió mientras limpio sus lágrimas.

Llegó a casa, el bebe había corrido mucho y dejó que Daniel lo acostara, ya que no se había querido despegar de él y se había dormido en sus brazos.

Si su madre hubiera visto la escena le hubiera dicho algo como ¨ Ves, el necesita una figura paterna, con su abuelo no es suficiente ¨ y estaba más que claro para ella.

Apago la luz y vio los ojos de él acusarle, le indicó la cocina y el entró detrás de ella. No hablaron, el tomó asiento y ella tomó dos vasos y sirvió un poco de jugo.

– ¿Tienes algo más fuerte?–preguntó el mientras tomaba un poco

–Vas a conducir...

–No me quiero ir–su voz era cansada y triste, su aspecto no era nada bueno a pesar de haber estado riendo con su hijo unas horas atrás.

– ¡Oh!–susurró ella mirándole–No creo que sea buena idea...

–No me importa, me quedaré en el sofá...–no la miraba, simplemente tenía los ojos puestos en el vaso de jugo.

–Está bien...

Le sirvió un poco de vino, era lo más fuerte que tenía y bebió un poco ella, estuvieron ahí un largo tiempo, hasta que él cayó dormido, lo acomodo en el sofá mientras le miraba. Acarició su cabello y se dijo que no podía permitirse ser débil.

Escucho entonces el móvil de el sonar estrepitosamente, corrió desde la cocina hasta la sala de estar y busco entre sus bolsillos ya que él ni si quiera se movía.

Miro el identificador, no quería responder y desvío la llamada y lo puso en silenciador, pero luego volvió a sonar, esta vez era la madre de él.

–Daniel...

–Valerie... Es Pía...

–Gracias a Dios... Es tarde y no me había dicho que iba a ver al niño...

–Eh si... Estuvimos en el acuario en la tarde y ahora estamos en casa, ellos duermen...

–Se quedara a dormir...–dijo con un tonto extraño, no lo había preguntado, más bien le había dicho eso a alguien que estaba con ella.

–Si, por eso he tomado el móvil pensé que tenía que saberlo–un sonido se escuchó.

–Genial... Entonces duerme bien Pía...

–Gracias, Valerie.

Esa noche antes de dormir llamó a Sally, tenía que hablar con alguien y sabía claramente lo que su madre le diría, así que no era una buena opción. Su amiga como era de esperarse la aconsejo como creía correcto y no fue nada de lo que pensó, le habló como sabía que su madre haría, pero tomó el consejo y luego de eso y una ducha, cayó dormida.

Al despertar y hacer su rutina de higiene salió a despertar a su hijo, tenía que llevarlo al jardín, no bien salió y vio a Daniel arreglado, sentado en la sala de estar, con su hijo mirándole fijamente con una sonrisa en la cara. Todo era cuestión de tiempo y Danmark se acostumbraría a él y ella misma.

–Buen día...

El respondió con una sonrisa y su hijo corrió hacia ella.

–El durmió en el sofá–sonrío y asintió.- ¿yo también puedo mañana?

La sonrisa de ella se congeló, pero sin saber qué hacer solo pudo decir que sí. Lo que Daniel quería era llevar al bebé a la escuela, así que aceptando su auto invitación partieron en el auto de él, era una buena forma de que se acostumbrará a su padre. El chiquillo estuvo muy emocionado todo el camino.

– ¿Tú lo preparaste?– quiso saber aunque era obvio, Danmark no podía ni bien ponerse un suéter él solito, siempre decía ¡Me atas...! Y no terminaba la palabra.

–Sí, fui a verle y el estaba despertando...

–Es extraño, él nunca despierta solo, y tardo mucho para que se despierte y aliste.

–Pues a pesar de ser mi primera vez, no fue difícil. Él usa pañales aún... Cierto.

–Si...– dijo Pía riendo de su cara de contrariedad. El bebe iba jugando y cuando ella puso la canción que le gustaba en su móvil, el bebe comenzó a balbucear.

Al llegar al frente del jardín donde su hijo se recreaba por horas sonrió a su profesora que siempre esperaba a los niños fuera. Algunas personas decían que era muy pequeño para estar en un jardín tipo escuela, más bien un kínder, que solo tenía tres años, pero él era muy inteligente y en algún lugar tenía que estar cuando ella trabajará, algunas decían que a los cinco era la mejor opción, ella no podía concebir tal cosa.

–Te espero–dijo el sin desmontarse y ella asintió, aunque antes de bajar lo pensó mejor.

–Sería bueno que lo sacaras tu, supongo que se... Acostumbraría, si veo que no le gusta... Iremos más despacio.

Pero lejos de desagradarle su hijo casi se arrojó al los brazos de su papi y cuando la señorita Anthony quiso tomarle, el bebe se aferró de él y dijo un rotundo.

–No–muy claro.

No era la primera vez que decía eso, había días en los que hacía una rabieta tan grande que ella tenía que quedarse en la guardería por algunos momentos e irse cuando él se despistaba de ella, claro que quedaba llorando, pero no podía dejar que la manipulara, con sus lloriqueos.

–Creo que... Tendremos que pedirle a papi que entre con nosotros.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora