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– ¿Le cortaras el pelo?–Miró como Daniel la observaba horrorizado.

–Solo es un poco, quiero que este hermoso para esta noche.

– ¿Qué sucede esta noche? – lo escuchó preguntar mientras buscaba entre el armario la chaqueta de su hijo. Ella rodó los ojos y el quedó allí esperando.

–Me han invitado a una boda– el surco las cejas, y ella puso los ojos en blanco algo molesta.

¿A la de Ford–asintió con una sonrisa–

Yo también iré... – ella sonrió y asintió.

–Entonces nos veremos allí...– los tres salieron y el quedo para mirándola. Algo le dijo que él no quería despegarse de su hijo– Si no tienes nada que hacer podemos ir juntos para que estés cuando le corten el pelo y des... tu opinión o si quieres algo en especifico para él.

–Me gustaría– sonrió.

&

Cuando iban en el camino iba pensado en lo que había sucedido esa mañana luego de despertar, entre sueños sintió algo diferente a su lado, sintió a su hijo, ya muchas veces el había ido a su habitación a dormir, pero al verle abrazado a su padre y este abrazándole, le pudo, no quería discutir con Daniel, no fue una iniciativa suya, mas de su hijo, y no quería mas discusiones, no si él no iniciaba, porque si le daba razones entonces la escucharía, de lo contrario ellos podían llegar a entenderse.

Días atrás habían tenido una discusión en la que casi le hacer tragar los dientes, el enterarse de que la escuchó mientras intimaba la puso de muy mal humor, no quería ni imaginarse las cosas feas que pensó, y no le dijo, en el momento de escucharla gritar como posesa mientras la taladraba; el pánico la inundo, ya que mucha veces Danmark había tomado el móvil de su madre y la había llamado por accidente, si hubiera sido su hijo no se lo habría perdonado, por tamaña tontería. Sally le dijo, luego de comentarle todo lo sucedido mientras corrían, que era una reacción normal tratándose de un cavernícola como Daniel, pero que solo eran celos. Ella no lo creía ni un poco, en realidad no tenían mucho viéndose, pero estaba segura de que si en el quedaba algo de lo viejo que sentía por ella, le hubiera dejado saber de alguna u otra forma, y eso no había sucedido.

Ella tenía su móvil reproduciendo las canciones de unos dibujos animados que a su hijo le encantaban, él quería el móvil, pero ella no quería que él se volviera adicto a esas cosas, la hija de Sally no dejaba los videojuegos ni para cepillarse los dientes, ella sabia el alto riesgo que tenia de que su hijo se volviera un robot si le daba a manejar una de esas cosas.

–No quiero que se vuelva adicto a esas cosas, la tecnología tiene a algunos niños dominados, quiero que mi hijo se interese más por otras cosas, que siga interesado en los rompecabezas, en seguir aprendiéndose los nombres de los huesos, que siga interesándose por el mundo marino y cosas que le ayuden.

–Estoy totalmente de acuerdo– dijo entonces mientras miraba a su hijo que al parecer no estaba de acuerdo con su madre.

Ella le estaba expresando cosas y el asentía y daba su punto de vista sin llevarle la contraria frente al hijo de ambos.

El viaje hasta la peli cuquería tardo treinta y nueve minutos, no era un lugar muy grande, pero había algo de tráfico, al llegar a donde acostumbraba a llevar a su hijo, Simón Deth le sonrió mientras corría a buscar el oso de peluche que tenia la afeitadora de juguete pegada al brazo, a Danmark le encantaba.

– ¿Dónde está el niño mas aclamado de estas zona? – gritó el hombre y los demás gritaron.

– ¡Ya está aquí! ¡Ya está aquí!

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora