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Capítulo dedicado a Helen y a su bebe Oh Ha Ni. 

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–Sí, estoy bien, he tropezado con mis propios pies– dijo muy bajito.

–Quizás deberías andar con zapatos más bajos, estas calles son para las que tienen pies de plomo.

Quizás si no hubiera sido otro momento se hubiera quedado callada, pero no supo que la domino, pero que le hablara tan tiernamente incluso cuando le decía aquello la pudo.

–No deberías de estar echado unas blasfemias y llamar a todos hijos de perra, como lo hiciste el otro día en el bar,... monedita– le dijo refiriéndose a las dos caras.

–Pía...– Daniel dijo frunció el ceño.

–Amir... vámonos– dijo volviendo a mirar las manos que ya no estaban juntas. Comenzó a caminar no sin antes matar con la mirada aquellas dos personas.

Amir no dijo nada hasta que ella decidió que era tiempo de volver a su casa ¿Qué le pasaba?

–Está confundida– escuchó la voz de Amir cuando pretendía entrar al auto que la llevaría de vuelta a casa. Sin embargo no dijo nada y ni si quiera volteo a verlo, simplemente cerró la puerta y dio su dirección.

Lo más tonto de todo era que le creía.

Ese día dio más vueltas de lo que pretendió dar, estaba sin sitio en su propia cama, en su propia casa; la casa que Daniel le compró y amuebló.

Bajó las escaleras cuando era tarde de la noche, su madre llegaba al día siguiente, y pensó que era un buen momento para tener una charla con ella, frente a frente.

Mientras caminaba por la casa ambirando una que otra obra o simplemente viendo lo hermosa que era su casa, se perdió en el tiempo, recordando cosas que quizás no eran nada buenas.

Cinco años atrás

– ¿Pretendes ir así a casa de mis padres? –

Le pregunto Daniel mientras ella caminaba hacia él con una sonrisa, el cabello largo tocándole los pechos.

Tenía una camiseta sin mangas y sin sostén y las medias de vestir de Daniel. El acababa de llegar de la universidad y ella recién despertaba de su siesta. No había podido dormir en todas esas noches debido a un trabajo final de diseño y cuando lo entregó volvió al apartamento a dormir.

Podría irrespondió coqueta mientras llegaba a él y la tomaba entre sus brazos; ella ahorcó sus caderas con las piernas y sintió las manos de él en sus nalgas Le caigo muy bien a tus padres y tu hermanita me adora.

Lo que quieres es provocar un escándalo. Pararías el trafico le dio un beso y provocarías un caos.

Ella sonrió y le beso la sonrisa, para luego perderse entre besos y caricias que terminaron en la habitación; entre las sabanas.

Eso fue colosal le dijo ella mientras le apretaba una de sus nalgas. El dio un respingo y girando la abrazó.

–Te amo, Pía...– ella quedo estática y luego sonrió. No era la primera vez que se lo decía, pero si la primera vez que se lo decía cuando ella no fingía estar dormida.

No era algo del más romántico, pero era verdadero.

–Dilo otra vez– le pidió mientras sus ojos se cristalizaban, la emoción la podía y no quería contenerse.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora