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Daniel iba inflado en el vehículo, no podía creer que le hubiera dicho que si, inmediatamente llamó a su madre y le comunicó que iría con una sorpresa.

Esperaba que su hijo no se sintiera incomodo en aquel lugar, esperaba también que todos los allí presentes fueran de su agrado, y que no se sintiera extraño con todas aquellas personas nuevas.

Miró a su hijo por un momento, iba jugueteando con una figura del hombre araña y con un pez de hule.

–Campeón, iremos a casa de mi madre, tu abuela y mi hermana, tu tía, tía Beth– dijo lentamente y espero la reacción del pequeño.

–Está bien, Papi– dijo mirándole, se enterneció.

Condujo calmado mientras miraba a su hijo cada momento que podía e iba hablándole también.

Sus nervios fueron en aumento todo el trayecto, pero cuando llegó a su casa, sintió un peso grande. Sacó a su hijo de la silla, tomó la mochila que Pía le había dejado con cosas de él y sus juguetes y tomando a su hijo en brazos camino directo a la casa.

Su hijo se abrazo a él, como hacia cuando tenía un poco de sueño, le beso y tocó el timbre.

–Espero te guste la abuela, ellos son tu familia– dijo en susurro.

–Sí, papi–le escuche decir. Y sonrió.

La puerta la abrió Beth, quien abrió la boca en forma de una O alargada y se llevó las manos a los mofletes sonrojados.

– ¡El bebe!– dijo y el niño se incorporó y la miró inmediatamente.

–Hola– dijo su hijo mirando a su hermanita, Beth sonrió.

–Hola– le dijo a Danmark, volvió a recostar su cabecita de su hombro.

Daniel entró a la casa y los demás estaban en la cocina riendo, al parecer cocinaban ya que el olor a comida inundaba la casa

–Joven– saludó Lucrecia, la mujer que cocinaba, si ella no estaba en la cocina eso quería decir que su madre cocinaba.

–Hola, Luc– dijo sonriéndole.

La mujer observó con intriga al pequeño que descansaba en sus brazos, pero no supo como decirle que aquel hombrecito era suyo. Simplemente se dio la vuelta con una sonrisa de padre orgulloso y le mostró la carita de su hijo. La mujer solo abrió la boca como mismo había hecho su hermanita, pero más asombrada ya que al parecer no tenía idea de que él tenía un hijo.

– ¡Oh, Dios mío! – Dijo llevando su mano al pecho–. Joven, Daniel– soltó unas cuantas carcajadas y cubrió su boca con las manos– Es un bebe hermoso, hermoso, hermoso... es igual a usted– dijo deduciendo por ella misma quien era el niño que llevaba en sus brazos.

–Su nombre es Danmark– la mujer tenía unas pequeñas lagrimitas en los ojos–. Mi hijo– dijo entonces orgulloso, su pecho se infló.

–Hermoso– volvió a decir y no pudo decir nada más.

Al pasillo llegaron los demás, su madre Valerie, Ciara y Ferrys. Los dos últimos tuvieron vista de primer plano del rosto y el cabello de Danmark desde que salieron de la cocina y quedaron serios sin poder creer tal semejanza.

–Hola, Danmark, soy Valerie, tu abuelita, ¿Me recuerdas? – pregunto la mujer llegando donde su hijo, mientras miraba a su nieto.

Todos miraban la escena, Valerie le tendió sus brazos a ver si el niño iba con ella, todo quedo en un suspenso, mas se sorprendieron cuando sin ninguna sonrisa ni asustado extendió los brazos y se inclino para irse con ella, y Valerie lo tomó y evito derramar lágrimas para que su nieto no se asustara.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora