59

21.9K 1.4K 140
                                    


59

–He reservado en ese restaurante pomposo que tienes que hacer reservación con tiempo de anticipación. La hija de Zoila Perquins es la encargada y me ha puesto en el listado así que... hoy comemos rico...

–Ay, mami... no debiste– le dijo sonriente.

Ya comprendía porque su madre se había empeñado en que vistiera demasiado elegante para ir a quitarse la férula esa mañana. Un culotte rosa palo y una blusa de seda crema era su atuendo. Su madre estaciono unos quince minutos más tarde y le abrieron la puerta y su madre cedió las llaves dedicándole una sonrisa al hombre.

Su madre hizo un comentario jocoso con respecto a una fantasía sexual con un camarero mientras entraban y ella no pudo contener la risotada que salió de sus labios, en verdad estaba pasándola en grande con su madre, siempre era así, cuando no estaban tensas.

Los suculentos platillos fueron provechosos y luego de degustar estuvieron un largo tiempo sentadas tomando una copa de vino y bromeando y platicando.

Al pedir la cuenta, cuando era tiempo de irse, el camarero les dijo.

–La cuenta ha sido pagada. Cortesía de un caballero que ya se ha ido– ambos se miraron un tanto asombradas y luego de agradecer se despidieron.

Iba comentando que si hubieran sospechado que la cuenta seria saldada por un amable desconocido, ella, Vivien, hubiera pedido algo más caro, bromeo y Pía se preguntaba ¿Quién había sido?

Mas no tuvo que quemarse el coco pensado en un nombre o rostro, su respuesta fue respondida cuando lo vio intentar subirse al auto lujoso, le miró y el quedo allí, parado. Su estomago sufrió una revolución y el simplemente le sonrió y cerrando la puerta de su auto, camino hacia ella.

–Hola– le dijo llegando a ella.

–Hola– fue consciente de que su madre miraba la escena como si nada.

Amir estaba como siempre, regio y con su sonrisa bajaba bragas a la que ella era inmune, aunque al parecer su madre no, ya que le brillaban los ojos y tenía una sonrisa ensanchada como nunca. Recordaba una cara así, hace mucho tiempo, en su primer baile.

– ¿Cómo has estado? – el hombre se inclinó y la beso en la mejilla castamente, para mirar a su madre y ensanchar mas su sonrisa coqueta– Desde que la vi supe quien es– se inclinó a ella y le besó las dos mejillas y como si nada la abrazo– Usted es hermosa.

– ¡Ay, mi hijo! – dijo Vivien poniéndose roja como tomate– Vivien, encantada.

–Amir– le sonrió y volvió su atención a Pía– ¿Así que has estado bien?–.

–Sí, he estado muy bien, gracias.

–No, no ha estado tan bien, Amir, justo hoy le han quitado una férula del brazo izquierdo, tuvo un accidente muy feo y es un milagro que este entera a nuestro lado porque el auto se volvió una basura.

– ¡Mami, Por Dios! – exclamó Pía rodando los ojos, mas no paso desapercibida la cara que Amir hizo y como se desorbitaron sus ojos.

Los siguientes dos minutos la interrogo como si fuese de servicios secretos y muy oportunamente su madre dijo que iría a tomar las llaves del auto y que podía hablar mientras ella buscaba algo en la guantera.

¡Gracias madre, que obvia!

–Pía...– ella sabía, por su tono, que pretendía hablar de aquella noche, mas no quería explicaciones. Fue una noche y ellos no se prometieron absolutamente nada.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora