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–Gracias...– el hizo una cara rara y ella rodo los ojos–, ven– abrió la puerta y ella sonrió.

–No gracias, me gustaría más conducirle, si no es molestia– el sonrió lobunamente y negó.

–Nena... ni el celular ni el auto se prestan con esa facilidad.

–Oh, claro, ni las mujeres, pero ya hoy en día se ve de todo. Súbete, no me hagas perder el tiempo, loco– le dijo mientras le mostraba las llaves, que tenía en sus manos.

–Eso no lo vi venir ¿Cuándo me has sacado las llaves? – se tanteo los bolsillos.

–Cuando me has cargado, no lo has sentido porque mas partes de mi cuerpo estaban en contacto con el tuyo y eso distrajo para que pudiera... proceder... ahora... agárrate los calzones.

Iba con el pelo suelto, mientras el viento hacia de las suyas con él, y lo movía y besaba a su antojo, ella en realidad estaba disfrutando de eso como nunca. Sabía conducir, pero no había podido manejar uno de esos nunca, Daniel había tenido uno cuando estaban juntos, pero era demasiado sobre protector y nunca, jamás le permitió ponerse al volante. El mal educado, de nombre árabe, Amir, que significa príncipe. Ella le había dicho crudamente.

–Tú eres más un bufón, mal educado y sangrón que de príncipe no tienes nada, déjame decirte que me causaste una muy mala impresión con tu falta de caballerosidad, se que hoy en día no es necesario que se espere mucho de los hombres como tú, pero pensé que algo de lo arcaico quedaba en ti, digo arcaico porque eso es lo que es la caballerosidad hoy en día.

El chico solo había tenido oportunidad de reír y mirarla profundamente con aquellos ojos miel.

–Ya te lo dije, esa mirada revuelve pasas conmigo no funciona.

–Oh, lo sé, ni la desintegra bragas.

El chico iba riendo y ella iba gritando a más no poder, frenaba de golpe en los semáforos y el solo le decía.

–Te está gustando ¿Verdad? – ella solo lograba asentir con una sonrisa enorme en el rostro.

A pesar de no saber a dónde iba condujo por unos buenos minutos a una velocidad nada prudente para su estilo. Inconscientemente llego a un restaurante de comida rápida y lo señaló.

–Tengo hambre...– entro por el auto servicio y pido una papas fritas, muchas papas fritas, tres hamburguesas de pollo y una soda grande– ¿Qué quieres tu?

– ¿Qué? Pensé que eso era para ambos– ella negó– ¡Lo mismo! – grito entonces.

Luego avanzo y tomaron las bolsas, cuando ella intento pagar el no quiso, aunque termino dándole el dinero al chico más rápido al salir del auto ella también. Condujo sin rumbo por segunda vez y luego aparco en una gasolinera.

Volvió a poner el capo de auto y allí le dijo.

–A comer...

El sonrió un poco y se quedo mirándola, mientras ella sacaba todo del pan de su hamburguesa y solo dejaba la carne e introducía las papas en todos para luego comerse uno de ellos.

–Dime... cuál es tu historia– el chico comenzó a comer mientras miraba fuera del auto.

–Si te lo digo... tendría que matarte– ella le golpeo.

–Aquí vamos con Hollywood... esa es una buena película, no en todas las que han dicho la famosa frase, pero algunas son muy buenas– el asintió.

–Ya te dije mi nombre... ¿Quieres una información detallada? Ve a Wiki pedía.

– ¿Estas en Wiki? – Amir negó– ¿Entonces? Sabes que... Odio los clichés, algunos me gustan, los demás están trillados, y esto– hizo un movimiento con su hamburguesa de papitas y pollo– es un cliché de primera cita... ya sabes ¿Cuál es tu nombre? ¿A qué te dedicas? Esas cosas... podríamos romper con ese círculo de trescientos sesenta grados y parar en el...ciento setenta y nueve.

–Oh y tampoco quieres que sea ciento ochenta – soltó una carcajada–. Me gusta eso...

–Entonces... tendrá que ocurrírsenos algo que sea muy original... ¿No crees? –pregunto Pía.

–La verdad es que... no tengo nada en la cabeza, pero podríamos hablar de cosas que por lo general no haríamos en la primera cita– se le ocurrió a Amir.

–Genial, es una buena idea, y luego te llevare donde mi padres– el soltó una carcajada.

–Buena idea... ¿Cuánto pesas? – ella le miro mientras comía.

–No tengo idea, la última vez que me pese tenia cincuenta y dos kilos. ¿Qué numero calzas?

–Oh, esa es buena...

–De ante mano te digo que no creo para nada en eso de que los hombres tienen el pene grande si sus pies lo son, eso es pura mentira.

–Yo también lo creo... calzo diez de hombre– ella rodo los ojos.

–Oh, genial, pensé por un momento que era de mujer...– mordió lo que tenía en la mano y bebió un poco de su soda– ¿Cuánto ganas?

–Interesante, es como si tuvieras las preguntas enumeradas, nada que un hombre quisiera responder en la primera cita...

–Oh, cariño aguanta, aun no te digo cuantos niños vamos a tener...

Y a pesar de que era algo raro y poco inusual en una cita, ellos estaban muy entretenidos y respondiendo a sus preguntas tan rápido como podían, estaban entretenidos y la cosa se puso mejor cuando comenzaron a hablar de la vida sexual.

–Un fracaso... ¡De verdad! – el rodo los ojos– Tuve mi primera vez con un amigo de mi padre, literalmente, no era mayor que yo, todo lo contrario, menor por cinco... ¡No soy pedófila! No me mires así– le golpeo– La cosa es que estaba muy necesitada y el estaba ahí, sin mentir, estuvimos viéndonos por un tiempo, hasta que me fui lejos, estaba estudiando ballet y estaba muy centrada en ello...

>Luego volví... y buscando a una amiga conocí a mi segundo hombre, quien fue mi novio por un largo tiempo, sin entrar en detalles, nos comprometimos y ambos estudiábamos y nos mudamos juntos, el sexo era increíble... ¡El mejor! Lo juro, luego nos dejamos... deje el sexo de lado, cosas más importantes, y tuve una aventura de cinco días mientras trabajaba lejos, desde entonces... nada hace diez meses.

– ¡Por el amor de Dios!....

–Nada de preguntas te toca responder...

–Yo no voy a responder... iremos a remediar tu falta de sexo.

Y a pesar de que todo aquello era algo tonto y se había reído de ello, se sintió febril y cuando Amir le hizo saber que no había bromeado, encendió en auto.


Epa! 

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Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora