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Miró a un lado intentando controlar el nudo en la garganta y el llanto descontrolado de impotencia que amenazaba con resurgir de lo más profundo de ella.

—Y el te dijo...

—Me explicó porque su inquietud, ayer salimos al parque con papa y mama, jugó con unos niños y ellos iniciaron una plática  de mi casa es más grande que la tuya, el solo escuchaba, pero lo que le llamó la atención fue que todos hablaban de su papá, nadie decía algo como ¨ mi mami es más linda que la tuya ¨  , eso provocó que se preguntará por su padre, me dijo que yo era más que suficiente, pero que necesitaba a su padre también, anoche... — sollozó — Me rogó que le dejara conocer a su papá, que no me iba a pedir más juguetes.

Y se quebró, no pudo continuar porque eso realmente le dolía, en sus manos siempre ha estado el poder de evitarle ese tipo de sufrimiento a su hijo, pero era egoísta, no era que no quería arruinarle la vida a Daniel, era que no quería que la rechazara, no quería ver a la cara aquel hombre que la había marcado de una manera intensa y que él ya no la mirara como lo había hecho una vez, ella no quería eso, como tampoco quería que rechazará a su hijo, eso era cierto, pero era más por ella. Ella y su orgullo, ella y su sentimiento, ella y su rencor, ella y su dolor, ella. El la había herido de la peor manera, dejándola, según su criterio, fue más sencillo decirle que terminaban y que se iba para no volver, que explicarle lo que en verdad pasaba. Según el.

De igual forma estaba el cliché en el asunto, ella lo odiaba a muerte, era la causa de que no creyera en muchas cosas y la misma que le impedía muchas otras.

Lloró  en  frente de Sally, ella no podía retener las lágrimas, eran incontrolables y parecían no querer cesar por el momento, lloró recordando tanto, lloró con dolor, y sus gemidos lo decían a gritos.

—Creo...

La miró , esperando que le dijera lo que ya sabía que tenía que hacer.

—Creo que tuviste tus razones, nosotras al ser madres siempre buscamos lo que creemos mejor para nuestros hijos, supongo que pensaste que obviando a su padre iba a estar todo bien, supongo que no quieres que se desilusione si se lo presentas o le dices que lo harás y que el susodicho no le quiera. Pero nunca lo has intentado, una de tus responsabilidades como madre es que nada le falte a tu hijo, y en ese aspecto...

—No estoy cumpliendo.

—No lo haces... Ahora, lo que quiero que hagas es mover el trasero, tienes los contactos necesarios para localizarle y te sugiero escribas lo que le vas a decir a ese hombre. No es para asustarte, pero hay hombres  que se lo toman muy mal y no en mal sentido, más bien en que siempre han querido uno y al tenerlo y ser ignorantes a ello durante tanto tiempo...

—Resérvatelo. Tocaré esas puertas y que me ayude Dios.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora