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Entró en un auto y él se despidió con las manos, no hubo beso, y lo agradecía, porque quizás ver el beso la pondría incomoda a más no poder.

–Pía...– dijo su madre llamándola.

–Vuelvo ahora.

Salió del auto y le llamó.

– ¡Dan! – gritó llamando su atención, quien al girar y verla se sorprendió.

**

Danmark lo abrazaba como si fuera a desaparecer mientras ella les miraba desde la distancia.

Daniel lo abrazaba mientras ambos estaban sentados en la cama del hotel. Daniel se había quitado el saco, la corbata y sus zapatos; le susurraba cosas dulces al niño, aunque no lo escuchaba estaba totalmente segura de que así era, tocó su pecho inconscientemente y suspiró.

Se alejó de allí al lugar donde su madre y Ferrys estaban, la sala. El silencio era grande, llenaba todo el lugar y luego de un largo tiempo lo rompió una risilla de su hijo y más tarde un suspiro de Daniel al llegar a ellos.

Como si ambos supieran que tenían que irse en ese momento justo, Vivian y Ferrys decidieron salir a caminar un poco. Ella no dijo nada y Daniel solo asintió.

Pasó un momento en el que nadie dijo nada, pero sabía que iban a tener que hablar, de lo que fuese.

–No fue mi intensión aparecer aquí así– dijo muy fría, recordaba la video llamada, claro que sí.

–Ya Danmark me conto el sueño, estaba asustado y dijo que necesitaba y quería verme– avanzo.

–Supongo que solo se adelantaron las cosas– miró el reloj de pared.

No quería explotar, pero amenazaba con ello, no podía soportarlo más, el tenía que saber desde ese punto lo que pensaba, más a menudo, no iba a guardárselo.

–Sabes que... te diré algo que no creo que pueda guardarme para mí misma. Te llame, no puedes desconectarte del mundo cuando tienes una responsabilidad, Daniel. Tenemos un hijo, y simplemente sigues creyendo que no es así, y continúas con tus cosas como si fueras un solterón.

>>Sí, quieres dedicarle tiempo, pero yo estoy con el siempre, no puedes simplemente seguir con tus cosas cuando ya ha habido un cambio en tu vida al saber de él, al traerme aquí. No puedes simplemente tenerlo por dos o tres horas y ya, o simplemente aparecer en la casa uno o dos días y dormir...

La cara de Daniel estaba seria, pero no enojado u ofendido, parecía avergonzado y como si lo pensara mejor.

–Tienes razón– fue lo que dijo lentamente, sorprendiéndola–. Lo he captado y lo voy a demostrar. Pía yo amo a mi hijo, lo hago, quizás no he demostrado ese amor sacándole el tiempo que merece y necesita, pero gracias por hacérmelo entender.

El no dijo nada más y ella solo asintió.

–He avisado a Clara que haga una reservación para ti y tu madre, para que permanezcan aquí esta noche.

–No, no es necesario yo... puedo irme a casa y venir muy temprano con cosas para él, de todas formas te quedaras con el ¿No?

–Sí, Pía, pretendo pasar el día con mi hijo. Sabes... con respecto a lo que paso en la video llamada...

–Déjalo...

–Pía... es cierto y lo lamento, esa vez que me presentaste con tu amiga, me dijiste así, odie que lo hicieras, no es mi intensión molestar con eso, lo dije sin darme cuenta.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora