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Y sí, lo haría, no podía quedarse más tiempo encerrada, aunque tendría primero que terminar el trabajo. Tenía que entregarlo en dos días.

Dejo al niño en casa de sus padres, luego de darle el número a Daniel en un mensaje del nuevo móvil de su madre, para que la contactara antes de que durmiera.

Condujo a su casa y miro el lugar, había un desorden descomunal, suspiro pesadamente y sin quitarse la ropa comenzó a recoger y barrer y organizar, si hubiera tenido la ayuda de su hijo, que siempre solía tomar dos o tres cosas del suelo, pedirle que pusiera música y brincar por los sillones, hubiera notado el tiempo de trabajo más fácil y rápido.

Amaba a su bebe, con todo su corazón, todo lo que hacía era por y para él, desde que se entero de su existencia. Tenía que pensar todo concerniente a lo que Daniel le proponía, olvidándose por completo de ella, porque el bebe era su prioridad y su felicidad estaba ante todo.

Se arrojo a la silla para continuar con su trabajo, luego de haberse duchado y comido algo. Tenía como siempre una taza de café al lado y un poco de música animada para no dormirse e inspirarse.

Y aunque si se inspiro, cayó dormida cinco horas más tarde, aunque había terminado el trabajo segundos antes de caer. Lo guardo y fue ahí cuando se paro y se arrojo al sofá.

&

Abrió los ojos y se dio cuenta, por las lámparas encendidas de la calle, que era de noche. Se sentó en el sofá y mientras miraba fijamente el control de la televisión pensaba en que ponerse.

Se miro en el espejo y sonrió, a pesar de la guerra en su cabeza, tenía una sonrisa fingida que parecía genuina, había tenido que perfeccionarla a fuerzas. Llevaba una blusa con escote en la espalda en satín de color amarillo, una falda dorada de brillantes unos tacones en crudo hermosos que no había tenido la oportunidad de ponerse hasta ese momento. El cabello arreglado en apariencia húmeda y unos pendientes largos. Tenía una pequeña carterita de mano y eso era todo.

–Mírate nada mas... hoy vas a conseguir alguien que te haga viajar a las estrellas.

–Nada de eso... yo no quiero más complicaciones. Tengo un hijo... y no quiero...

–Yo no estoy hablando de un extraño... hablo de Saúl. Puedes llamarle y quedar esta noche en el club.

–Menos... es mi jefe, hazme el favor... deja el tema y si quieres que vaya contigo, olvídate de ser una casamentera.

**

No había pasado ni si quiera cinco minutos en el lugar y ya tenía un compañero no deseado a su lado mientras tomaba su trago. "El mal educado".

–Oh, pero si es la sangrona– ese "susurro" en el oído mientras le ponía la mano en la cintura cerca de la zona descubierta le erizo la piel.

–Usted siempre tan mal educado– dijo alejándose, Sally miraba la escena divertida–. Le quiero, a toda la distancia posible, lejos de mí.

–Me temo que no será posible. Baile con ella– dijo Sally empujándola cuidadosamente mientras el hombre aun seguía allí, así que como era de esperarse la retuvo de la cintura y ella algo mosqueada ya avergonzada sonrió.

–Vamos a bailar

Y a pesar de su reticencia, disfruto de bailar, era extraño, pero nunca había bailado de tal forma, el hombre entendía cómo moverse y como hacer que ella se moviera, termino disfrutando del agradable baile y aunque quería seguir, también necesitaba ir al tocador.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora