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Miró a lo lejos y viendo a Carla, llamándola le dijo.

– ¿Cuánto tiempo tiene hablando con ella? – quiso saber.

–Desde que salió– le comento.

Había dejado bien claro una cosa a su personal, Gea y Pía por nada del mundo podían quedarse a hablar por mucho tiempo o a solas, Gea era una maldita y lo sabía.

– ¿Alguien ha escuchando algo? – quiso saber, y de lejos vio como P.J hacia una señal y se acercaba.

–Al parecer pretenden informarle de los acontecimientos entre su inexistente relación con usted. Entre palabras más claras, textualmente le ha dicho que no pretende aceptar que se inmiscuya. Incluso, se presento como su pareja actual.

Dejo al niño con Clara, quien le cedió su móvil para que no llorara. Y caminando a paso firme llegó hasta ellas. Estaba cien por ciento seguro de que Pía podía manejar la situación como toda una mujer de clase, pero sabía que Gea no. Por tal motivo quería aprovechar el momento para dejarle claro a la víbora que sabía de sus planes y para que Pía supiera que no pretendía dejarla sola al respecto.

–Gea,... Pía...– tocó la cadera de esta ultima y le sonrió– Creo haberte mencionado que no te le acercaras...

–Solo nos conocíamos.

–Sí, seguro... no te quiero cerca de ella... ¿Me escuchaste? Evítate un despido innecesario...

La chica se quedo mirándole y con una sonrisa fingida se alejo luego de dedicarle una mirada a Pía.

– ¿Qué te dijo? – pregunto–. ¿Sabes qué? no me digas... no quiero que me arresten por asesinato. Nada de lo que dijo es verdad... si me acosté con ella, pero estaba borracho, más bien intoxicado y ella se aprovecho de eso, conscientemente no saldría con una víbora como esa.

–No tenías que darme explicaciones... pero Gracias... ya sabía yo que una que otra perra tenía que aparecer. Van dos... quedan ¿Cuántas? – se pregunto mirándolo mal.

–No soy un promiscuo, Pía,... Ciara y ella han sido las ultimas mujeres en mi cama...

–Que alegría saberlo... ¿Dónde está mi hijo?

–No, no vas a alejarte cuando tenemos un tema tan jugoso como este... hay mucha tela de donde cortar, Pía ¿No crees?

–Supongo que sí, Daniel...– ella cambio el peso de su pie y le miró retadora– Pero quieres que me adentre a las confesiones de un libertino adinerado al que le llueven las mujeres locas...

–También hablaríamos de ti, no todo esto gira en torno a mi... no quieres que nade entre las turbias aguas de la vida de una mujer exquisita como tú, apasionada, gritona en la cama...

–Idiota.

–Bruja.

Ella se alejó con paso firme, y el no pudo evitar mirar el tongoneo de sus caderas y el movimiento de sus nalgas.

Por lo general se iba muy tarde de esas fiestas, pero no disfrutando, aprovechaba para ir a su oficina y revisar documentos y atar cabos, ese día se quedo sentado tomando champaña y una que otra botella de cerveza variándolos.

Los empleados iniciaron unas premiaciones y juegos que como cada año eran parte del festejo, por cuarto año consecutivo Warren era empleado del año, y P. J fue el galardonado del premio al puntual del año y así, mas el no disfruto de todo eso, ya que Danm cayó dormido en algún rincón de la fiesta y Pía le miró y sin mucho que decirse fue con ella y tomó a su hijo y salieron.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora