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–Pía, quédate conmigo... Pía, no cierres los ojos, ¿Me estas escuchando? ¡Pía! –gritaba mientras veía como sus ojos tornaban blancos y su cuerpo se relajaba como si estuviera a punto de desmayarse.
Y lo hizo, escuchaba a las personas murmurar, otros salir de sus autos a ver que había pasado, el solo quería que llegara la ambulancia que la señora que estaba a su lado llamó.
¿Por qué frenó así? ¿Qué pasaba? ¿Había tenido algo que ver lo que le dijo antes?
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Daniel miró el móvil por quinta vez, la llamada se había cortado, el seguía mirando el móvil algo incomodo, dejo de lado el móvil y permaneció mirando la pantalla de su computador.
Las fotos del nuevo apartamento de Pía estaban llenando la pantalla, estaba emocionado y no sabía el porqué, no comprendía que lo alegraba mas, si saber que ella y su hijo vivirían a dos casas de él o el saber que se irían. Quizás ambos, era estúpido, las dos cosas eran lo mismo, porque si partía con él era para vivir cerca por su hijo.
¡Ay, Daniel!
Volvió a arrugar su frente y miró el móvil.
Pía le llamó equivocado, quería llamar a Sally y termino marcándole, soltándole tantas cosas que a penas y pudo entender lo que decía, mas aun seguía retumbando el grito que ella dio con su nombre.
Habló con su hijo tres veces ese día, pero quería verlo, quizás ella podía hacer una video llamada cuando llegara a su casa.
Decidió llamarla, mas no fue posible dar con ella.
–Daniel ¿Vienes a practicar conmigo?– le preguntó su hermana mientras sostenía un cuaderno.
–Ya voy, tornado– tomó su móvil lo deposito en los bolsillos de su chándal y camino hasta la sala donde estaba el piano.
Estuvo practicando por la siguiente media hora, no recordaba mucho, había aprendido a tocar el piano cuando tenía trece, pero no era que le gustaba tanto y no tenía mucho tiempo para ello.
Cuando Beth se aburrió y el comprendió que no lograría hacerla tocar mas, la tomó entre sus brazos, hizo que girara hasta su espalda y la llevó a caballo hasta la cocina. Allí comenzaron a preparar algo de comer, era tarde, pero nunca para un buen bocadillo antes de dormir.
– ¿Vemos algo de tele? – miró a su tornado y luego rodó los ojos.
–Sabes que es tarde... ¿Qué hiciste todo el día? – ella rodó los ojos y le miró.
–Pues jugar con los perros, ver televisión y dormir... solo tengo siete, no se me permite hacer mucho...– rodó los ojos y el soltó una carcajada.
–Quince minutos, luego te llevare a dormir– ella sonrió y sabia que no serian quince minutos.
No bien tenía puesto el pie en la escalera cuando su móvil timbro. Era Sally.
–Ferrys no esta aquí– dijo con una sonrisa de burla.
–Daniel– era Ferrys.
–Con que sigues con la pelirroja– soltó una carcajada.
–Sí, pero... no te llamó por eso– frunció el ceño, Ferrys no sonaba muy bien.
– ¿Qué pasa? – quiso saber mientras seguía subiendo la escalera con su hermana delante brincando. Tocó su cabello en una caricia descuidada.

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Cliché y punto
RomanceDaniel siempre soñó con convertirse en un reconocido biólogo marino, desde pequeño se visualizó como un reconocido y famoso biólogo, como un programa de investigación en televisión . Al cumplir la corta edad de diecisiete ya era un prodigio en la...