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Llegó  al estacionamiento con los nervios a flor de piel, ya qué había decidido que no le diría ese día, pero de igual forma le resultaba abrumador volver a estar con el. Buscó  elevando un poco la cabeza y sonrió al ver un espacio a lo lejos. Condujo tranquila y segura, pero alguien que iba en sentido contrario aceleró y ella igual, no iba a dejar que le tomará su lugar, ella era una mujer de armas tomar en todo el sentido de la palabra, en todo el sentido. Llegó  justo antes por muy poco, y ambos autos quedaron tan cerca que casi colisionan. Ella incomoda quedo esperando, más el conductor del otro auto tocó el clac son un par de veces y ella se encolerizó. Se quitó el cinturón, recogió el largo vestido y abrió la puerta.

—¿Pero... — refrenó su lengua de una maldicion inapropiada —que caracoles pasa contigo? Vas en vía contraria y me tocas la bocina como si tuvieras derecho de hacerlo, mueve tu basura para que pueda estacionarme, no estoy para tus arranques.

No le importaba quién estuviera al volante de aquel lujoso auto que seguro costaba más que su casa, el auto y todo lo que tenía dentro, al cual había llamado basura. Ella solo quería parquear su auto y lo iba a hacer en ese lugar.  No se intimido cuando la puerta del auto se abrió y un hombre que parecía del oriente muy elegante y alto la miró serio y con asomo de una sonrisa.

—Creo que vi este lugar primero.

—Puesto que es lo que pienso yo también y como soy una dama debería cederme el lugar— habló con altives como lo había hecho el.

—Yo no soy nada caballeroso. — fue escueto y ella sonrió.

—Y yo no soy nada educada y no pienso cuando  estoy molesta, como ahora, bien puedo subir a mi auto y acelerar hasta abollar el suyo, romperle las luces y que me importe poco lo que haga luego de que estacione mi auto a la fuerza — el hombre subió sus cejas e iba a abría la boca con una sonrisa en los perfectos labios, pero ella lo calló—y si, seguro que podría demandarme por daños, como suelen hacer ustedes los ricos charlatanes, pero cuando me citen no iré, y cuando den la sentencia que seguro tomará su tiempo no le pagaré porque no tengo donde caerme muerta. Gracias, si no le importa... O se quita o lo quito.

—Maldita sea... Quiero una mujer como usted.

—¿Ha si? — sonrió con cinismo — Genial.

Molesta por su falta de caballerosidad y burla se volvió a montar, cerró la puerta e hizo cambio de luz luego de haber encendido su auto. El hombre con una sonrisa en los labios retrocedió y ella se estacionó.

Volvió a salir luego de mirarse en el espejo y ver que no tenía labial en los dientes. A fuera, con las manos en los bolsillos, estaba el hombre de antes, con un hermoso traje verde esmeralda y camisa negra. Sí, era muy apuesto, pero ella no estaba interesada.

—Una mujer tan fuerte y hermosa como usted tiene que tener alguien — dijo e inició una caminata lejos de ella, pero lenta.

Rodó los ojos fastidiada e inició una caminata un tanto lenta por los tacones. No era por nada, pero estaba para que se la comieran. El vestido le había costado casi un ojo de la cara, pero valía la pena. Era hermoso y le quedaba como si hubiera sido hecho para ella. Borgoña, muy recatado con mangas cortas en estilo vintage, justo a su cuerpo, nada más, podía decirse que anticuado, pero el secreto de este estaba en las divisiones que había en la falda de tela vaporosa, que al caminar, moverse o recibir aire se dividían y mostraban sus piernas.

Estaba mirando un punto fijo en su caminata cuando escucho la voz del mal educado hablarle.

—Es usted una mujer exquisita a simple vista — ella enfocó su vista en su espalda, ya que no había girado el rostro para hablarle  y continuaba caminando delante de ella

No dijo absolutamente nada y giró los ojos.

¿Que es lo que quiere este?

—Es usted un hombre que siempre quiere salirse con la suya a simple vista— comentó y se detuvo, no quería pasar por su lado, solo quería llegar a la puerta sin que él estuviera cerca.

—Lo sé, y sé que usted sabe que lo es también.

Giró su cabeza y la miró penetrantemente y ella giró los ojos.

—La imitación de mirada baja bragas no logrará nada, soy inmune a esa tontería — el se giró por completo y la miró avanzar y le sonrió de lado— igual soy inmune a la sonrisa revuelta panzas.

—Pues mi kriptonita son las mujeres como usted.

—¿Difíciles? ¿Insoportable? ¿Respondonas?

—No, sangronas.

Ella quedó con la boca abierta y soltó una carcajada, el tipo de mirada clara se dio la vuelta y continuó su caminata.

Pero que hombre más...

Suspiró y continuó su caminata tras él  que no hablo más, a pesar de no gustarle como había iniciado el intercambio de palabras, reconocía que había disipado sus nervios, pero al llegar a la puerta del recibidor donde tenía que dar el nombre de la reservación que había hecho, sus nervios aumentaron tanto que salivaba en exceso y su voz no era la misma.

Si era totalmente honesta estaba a punto de tomar la falda del vestido, subirla y salir corriendo, era más abruman te dé lo que pensó, más de lo que imagino. Si seguía como estaba no iba a poder hablar. Si estaba nerviosa le costaba. Al estar allí parada dando el nombre de la reservación, el miedo de equivocarse y hablar de más la inundó y por segunda vez pensó en regresar en sus pasos e irse.

Giró su rostro y para su sorpresa el estaba tras ella.

—¡Jesus! — dijo sobresaltada.

—Es... Daniel— dijo a modo de broma.

—Ya lo sé, solo que no te esperaba aquí, pensé que llegarías más tarde.

—Soy puntual, al parecer lo olvidaste — una sonrisa conocedora inundó el rostro de ella y el rodó los ojos— Pía... Wow estas, estás muy hermosa— lo dijo dándose cuenta de lo que vestida y como estaban arreglada.

—¡Oh! gracias, tú igual— dijo sin si quiera mirarle a la cara o la que tenía puesto. Estaba nerviosa.

—Sigues igual que antes, si estás molesta no dices mi nombre y si estás nerviosa no miras directamente. Vamos a centarnos. Tenemos mucho de qué hablar.

Cuando fueron ubicados tomaron asiento y quedaron completamente callados. Si, imagino mil formas de un encuentro como toda mujer, pero para nada imagino algo como eso. El recuerdo de aquel bate llegó  a su mente y casi ríe.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora