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Y lo más loco era que... no entendía porque no podía controlarle.

Tuvo que usar una de las chaquetas que le quedaban más largas, logrando así que se viera diferente su aspecto de siempre, su erección le molestaba en los pantalones y la fricción al caminar no le ayudaba para nada. Tampoco que al llegar a la empresa le preguntaran por su hijo, eso, por perverso que fuese, le recordaba como lo había hecho con su madre.

**

–He llegado y no pienso salir ya, tuve que tomar el vuelo, en viernes, estaba que casi me muero, choque el carrito de las maletas con una señora, el café que bebía estaba hirviendo y le he quemado los senos; me caí y me he roto un diente, el delantero. Ya fui al dentista.

No pudo contener la risa al escuchar a Ferrys hablar incomodo y a la vez preocupado. El era la única persona que creía capaz de creer que salir en viernes era de mala suerte.

–Ferrys, Pía está aquí y...

–A mí eso no me importa, está viviendo aquí, hay más días– refuto interrumpiéndolo.

–Es la amiga de tu futura...– volvió a interrumpirlo.

–No me importa. Por cierto... ¡Sally! Te he dicho ya que esa mujer me tiene loco – y luego de eso la conversación fue bien.

Claro que le recalco que no saldría hasta que se sintiera bien. Quedo de llamar a Pía para darle la bienvenida y le propuso invitarles a comer al día siguiente.

**

– ¿Este domingo, mañana? – Preguntó Pía cuando le comento– ¿Qué tal si cocino en casa? – propuso ella entonces, la escuchaba distraída.

–Papi, Papi... iré a la escuela el martes– escuchó a su hijo gritar.

&

Desde que llegó no había parado: Una fiesta el jueves, cena el domingo, el primer día de clases de Danm, visita a tres de los parques de esa ciudad, el miércoles con Danm y Ferrys, cena en un restaurante exclusivo el jueves con Dan y su hijo.

Era viernes, tenía una semana allí y ese día justo era el de su entrevista, estaba muy nerviosa, Saúl se puso en contacto con los empleadores y aparte de enviarle una carta, habló con el jefe del departamento al que aspiraba, dándole buenas referencias como arquitecta, aunque claro, no podía llegar y aspirar al puesto que tenía antes, quizás la colocaran a prueba en algo más bajo.

Estaba dispuesta a lo que fuera, si escalaba honradamente en B&P todo estaría bien.

En recepción la hicieron esperas más de media hora, estaba impaciente y sus nervios se notaban de lejos en el movimiento de sus pies.

Abrió los ojos como platos cuando de lejos vio al dueño del imperio pasar con tres de sus familiares y trabajadores de dicha empresa.

Dion Blackstone.

Había escuchado y leído mucho de él, y verle en persona era como un sueño, el hombre era alto, muy alto, de porte regio y de ojos intensos. Sus primos no se quedaban atrás, eran replicas rubias del puro sexo salvaje y apasionado.

Subieron en el ascensor y ella suspiró.

El volvió a pasar unas dos veces más y ella aun no era recibida, se estaba impacientando y estaba pensado dos o tres cosas de ese personal.

Pudo ver a la despampanante novia, o no sabía si ya era prometida, del señor Blackstone, sabia por los tabloides que era una heredera a lo París Hilton, sin las fiestas, las drogas o las amigas falsas.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora