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Pía actuaba como si no hubiera hecho nada, como una niña traviesa que hace y des hace en la habitación con el maquillaje de su madre y luego sale con la cara llena de labial y sombras; como si no hubiese hecho nada, con sus manitas detrás y mirando a los lados, balanceándose en sus pies de adelante hacia atrás.

¡Ah!

El sí sabía.

Pero ella solo se comportaba incomoda, seguro porque no quiso quedarse con el niño la noche anterior, para eso quería que él se quedara con su hijo, para poder tener sexo con otro hombre.

Suspiró intentando relajarse, estaba incomodo, molesto más que nada, pero cuando hablaba, cuando se movía, el mismo se sentía agotado, derrotado. ¿Qué le pasaba? Ni el mismo lo sabía. Y no, no era algo que podía explicar con palabras, quizás con hechos... quería...

Quería zarandearla, golpear a Amir y...

–Aquí esta– levanto la vista y la enfocó en ella, que se incorporaba y ponía en la pantalla lo que hacía en su computadora– Sally me envió todos los videos de Danm de pequeño... oh y las fotos que nos tomamos días atrás... te las mostrare luego de ver los videos.

El asintió sin que ella le mirase, giró la cabeza y se concentró mas en las costuras del mueble que en lo que ella estaba haciendo allí tirada como una niña en el suelo; con sus pies descalzos, su cabello corto y despeinado, manchado de harina, todo enredado, sus jeans rotos y anchos hasta las rodillas, su camiseta sin mangas de color verde...

–Ahí– dijo ella señalando la pantalla.

E inicio el video.

La pantalla negra se llenó de imágenes mientras una canción de amor llenaba sus oídos.

El nacimiento de Danmark

Pía se paseaba de un lado a otro con las manos en jarras agarrando su cadera, su panza de embarazaba no era inmensa, para tener nueve meses parecía de pocos.

Su rostro estaba sudado, su cabello pegado a la cara, el dolor se reflejaba, su rostro contraído y lloroso. Tenía sostén deportivo y unas diminutos pantis.

La cámara iba de un lado a otro, paseaba por los rostros de la madre de Pía, su padre y volvía a ella y a la partera. Era masajeada en la espalda baja mientras estaba hincada en el suelo.

Los minutos pasaban y Daniel se removía inquieto, como si estuviera allí en tiempo real; cuando Pía sollozaba de dolor el arrugaba su frente y cuando la veía reír sentía alivio.

El video presentaba a una Pía en una piscina inflable, transparente, en medio de una sala de estar, repleta de agua, y ella en el centro. La vio hincarse, acostarse, llorar en una esquina con la cabeza apoyada en los borde, la vio llamar a su madre y tomar la mano de su padre, incluso la vio mirar directo a la cámara mientras la mano de Sally salía de atrás mientras escuchaba la voz de la pelirroja decirle.

–Todo estará bien...

Y en el momento que menos pensó, la música paró y las quejas de Pía resonaron altas.

–Ay... Ay...– sollozaba mientras su cara era de angustia y desespero.

–Tranquila– decía Vivien mientras Pía hacia los ejercicios de respiración.

–Quiero a Daniel...– decía entre respiro y respiro. Las lágrimas caían y ella miraba al frente, a un punto muerto.

–El no está, pero estamos aquí– decía Jay...

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora