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—Comprendo tu molestia, pero él prometió que mañana saldrían en su cita... No puedes desconfiar de tu hermano.

—No desconfió de él, es de ella— gritó  entonces, Valerie hizo el intento de no reír, pero no pudo— habló completamente en serio mama.

—Lo sé, cielo... Lo sé... Eres igual que tu padre.

&

—Tu hermanita es...

—Increíble, lo sé...

—Aterradora — Daniel miró a su acompañante perplejo—No lo tomes a mal, pero cuantos años tiene, cinco...

—Siete.

—Siete, y habla como una persona adulta maquiavélica. Es inteligente, si, pero asusta. Igual que tú.

—¿Te asusto?

—Eres intimidante...

—Mucho...

—Muchísimo.

Cuando pensaba plantarle un beso a la chica ella tropezó y calló de bruces al suelo. La ayudó a incorporarse preocupado, aunque estaba loco por reírse.

—Wow... —dijo para ocultar su risa—un momento casi exquisito y lo arruinan esas patas izquierdas.

—Eres un tonto—le dijo, pero ella también se estaba riendo.

Ciara río hasta casi llorar, era una increíble amiga, con beneficio, así lo tenían establecido, no quería nada serio, y ella tampoco, eran buenos amigos y funcionaban bien, no estaba listo para una relación a largo plazo y no quería tampoco estar saltando mujeres como un corredor de obstáculos. Habían llegado a un acuerdo que terminaba cuando ambos estuvieran interesados en algo más,

Regresarón caminando hasta el auto, hablando y riéndose de ellos mismos. Al llegar a la casa y abrir la puerta principal, ambos se llevaron él sustos de sus vidas. Beth tenía crema facial, el cabello despeinado y húmedo, una larga bata crema y una linterna alumbrando su rostro. Luego del grito de ambos, la niña río con malicia.

—Lo siento— habló fingiendo arrepentimiento.

—Esta bien...

—¿Tienes sueño Daniel? —  la miró largo rato y luego negó — genial, tengo algo que mostrarte. Te fascinara. Yo ame cada vídeo.

El frunció el ceño y miró a su compañera, tenía pensado subir hasta su habitación y luego escaparse a la que habían destinado para ella y tener algo de sexo inapropiado en la casa de su infancia, pero su hermana menor, quien debía estar acostada, tenía otros  planes. Le llamó la atención que hablara de vídeos, el paso toda su adolescencia grabando con una cámara que su padre le había obsequiado en su cumpleaños número trece.

Caminaron hasta la sala de televisión y se sentaron.

—Prepárate, para un vistazo a buenos tiempo— su hermanita le dijo y él  solo río.

Y más que buenos tiempo eran extraordinarios, en los vídeos estaban el y su padre, Maxwell, sonriente y alegre como siempre, le causó nostalgia, pero disfruto verlos. Al acabar la cinta número tres decidió ver una más. Él fue quien escogió la cinta, fue la última navidad que paso con su padre, la quiso ver, aunque era consiente de que cada escena aparecía la que había sido  su razón de vivir, Pía.  Risueña, curiosa, alegre, bromista, cínica y demasiado pervertida. Ella era así, no recordaba esas cualidades de ella, más en el vídeo recordó esas. A cada cosa le buscaba un doble sentido, más sabia que solo era con él porque tenía una cara de Santa y lo era, o lo había sido hasta que le conoció a él,

Terminando el vídeo de la Navidad subió las escaleras con Beth en brazos y Ciara a su lado, cuando acostó a su hermana no dudó en ir directamente a la habitación de su amiga a pasar la noche sin si quiera pasar por la suya.

Ella no sabía nada de la protagonista del vídeo que acababan de ver, y al parecer no le interesaba preguntar y eso estaba bien para el, no quería hablar de ella antes de tener sexo.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora