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Los padres de Pía llegaron cuando ellos estaban viendo a Pía, que lo primero que hizo fue tomar a su hijo con el brazo bueno. Tenía la esquina de su ceja derecha suturada y vendada, una férula en el brazo izquierdo y en su boca un pequeño corte. Se veía un poco pálida y cansada.

**

En la casa su madre, Vivien, hablaba demasiado y su padre Jay no decía nada, el estaba un poco, muy, callado; no había hablado con ella desde que la vio en la habitación, solo se dedicaron unas miradas significativas y le tocó el brazo derecho con sus dedos.

Cuando todo el mundo salió de la habitación, le comentaron que ella aun no dormía. Entró momentos después y le sonrió al ver su brazo lleno de flores y rayones que su hermana y su hijo hicieron en la férula de plástico.

–Hola – le dijo sentándose en una silla a su lado.

–Hola ¿Qué pasa? – él sonrió un poco y luego bajando su cabeza negó.

–Me asuste muchísimo, Pía– si era completamente honesto, aun seguía su corazón perturbado por la noticia pasada, si bien ahora que la tenía en frente era totalmente diferente, pero aun seguía repitiéndose en la cabeza que sin las bolsas de aire, sin otros factores, hubiera perdido la madre de su hijo–Maldita sea...– dijo parándose de donde estaba y dejándola completamente confundida.

Lo sabía, pero ¿Qué podía hacer? El mismo estaba totalmente confundido y quebrado, si a ella le hubiera pasado algo él se culparía de por vida ¿Por qué? No lo sabía, pero imaginarse a Pía en una caja, le provocó hasta nauseas y sabia que si eso sucedía iba a quedar destrozado y vacio.

Un sollozo completamente involuntario salió de su garganta y llevó su mano a la boca, apretó sus labios y maldijo fuerte. Soltó el aire de golpe, intentaba no llorar, su estado de sensibilidad aun persistía y aunque no le agradaba lo acogía solo un poco ¿Qué mas podía hacer?

–Todo está bien, Daniel– escuchó que decía la voz de Pía.

–No lo entiendes,... ni yo lo entiendo– dijo mirando a la nada, giró entonces el rostro velozmente y la vio allí, parada, mirándole.

–No, quizás no– se acerco a él y la vio tambalearse.

–Vuelve dentro– le ordenó y ella negó.

–Estoy contigo, Daniel– le dijo pegándose a él sin tocarlo.

La miró y ella seguía viendo al frente, sus ojos brillosos, mas sintió su toque en el brazo y cerró los ojos y la atrajo lentamente, sintiendo a la vez las más fuertes sensaciones apretar su vientre y pecho, y la envolvió sin hacerle daño entre sus brazos. Y besó múltiples veces su cabello y bajo su cabeza y volvió a tocar con labios sus mejillas.

Y ella inicio un llanto silencioso, su pecho se contrajo.

–Me asuste muchísimo– la escuchó decir con su voz amortiguada.

Y la consoló, mas sintió momentos después como la puerta se abría y todas las caras adultas le miraban como si aquella fuera la misma visión del amor. Lo supo porque su madre y la de Pía lloraban y con ese sentimiento carcomiéndole el pecho les sonio y levanto la cabeza de Pía, le dijo que regresaran.

Cuando Pía decidió irse a dormir, el no quería irse, mas tenía que hacer algunas cosas, como hablar con su asistente y secretaria de algunos asuntos a resolver, y posponer su cita ya que dudaba que estuviera bien para ese día. La dejo en las mejores menos, las de Vivien, aunque el dilema de que las suyas la atenderían mejor quedo gravitando en su cabeza.

Su hermana le rogó dormir con él, y por raro que pareciera su madre también se les unió, y durmieron los tres juntos.

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No bien amaneció y el estaba alistándose para ir a ver a Pía. De camino compro flores para ella y su madre y como estaba seguro de que su hijo preguntaría por lo suyo compro un globo con forma de auto.

Cuando llegó todo estaba en calma, el olor a café inundaba la casa y a panqueques y huevos con mantequilla. El no había desayunado por sus prisas.

–Papi– gritó su hijo al verle entrar ¿Qué hacia despierto a las siete de la mañana un día como ese?

–Príncipe– le dijo dejando todo a un lado y tomándole.

Camino hasta donde escuchó una risa estrepitosa, allí estaba, brillando, su cabello completamente vuelto un desastre gracioso, su cara llena de sirope y mantequilla en su nariz, su madre bromeaba con ella y su padre refunfuñaba.

–Buenos días– dijo y todos le dieron los buenos días al unisonó– ¿Cómo estas, Pía? – Ella levanto su otro brazo y dedicándole una sonrisa con todos sus dientes levanto un pulgar y sus mejillas se ruborizaban–Me alegro saberlo, mi amor.

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Miro su brazo otra vez mientras pensaba que sus vellos habían crecido en esas cinco semanas. No era broma, tenía unos vellos larguísimos y ya se estaba planteando depilarse los brazos, cosa que no hacía.

– ¿Entonces? – pregunto su madre mientras conducía con ella a su lado.

–Bueno...– miró la carretera–. Estas cinco semanas han sido más de lo que pensé... honestamente no creí que fuera posible algo como eso... ¿Cómo es posible que me vaya a mudar en tres días con mi ex? Yo nunca creí en tal posibilidad, jamás la pensé...

–Bueno... las cosas en el mundo de los hombres como Daniel son diferentes. Las personas con dinero, supongo que tienen otra forma de proceder.

–Sí, pero mama... me iré a otro estado, por él, y por mi hijo, pero... es que ¿Quién hace tal cosa? Eso es de locos.

–Bueno... no te gustan los clichés ¿En qué historia ha pasado eso? – ella rodó los ojos.

–No he leído o visto ninguna, pero supongo que en alguna.

Quedo callada, iba de regreso a casa luego de tantas semanas de no hacer nada en lo absoluto, Saúl le dio todos los días libres que ella no necesitaba e iba a verla todos los días a la hora en la que Danm no estaba en casa; Daniel se había ido con urgencia dos semanas atrás, pero llamaba casi cada hora y hacían video llamadas todas las tardes y las noches antes de que su hijo se durmiera.

A pesar de que todo aquello la asustó y fue horrible, ella nunca se había visto tan cerca de algo muy feo como la muerte, sirvió para darse cuenta de cuando quería su vida, y de otras cosas que quizás no iba a reconocer en ese momento. Saúl fue de mucha ayuda, pero Daniel se había vuelto loco luego de aquello. Esa misma noche incluso.

Recordar cómo se había quebrado, lo que ella sintió al verlo así, fue una sensación muy poderosa que la pudo y sentir su boca de esa forma, en besos que quizás eran solo amistosos la volvieron tan sensible y le provocaron tantas... fieras en la panza que casi se arrojo a su boca. Pero se controlo.

El tiempo había pasado tan lentamente en todos esos días, que fue como ver pasar un año en su casa, saliendo de vez en cuando, ya que no podía conducir por voluntad propia y su madre que prácticamente se mudo a su casa no la dejaba hacer mucho.

Ya tenía que irse... Daniel antes de irse había arreglado todo y aunque una parte de ella quería decirle "me retracto" pensó que ya le había dado su palabra y... maldita sea, ella sí quería irse con él.

#TEAMDAIA


Pía debería dejar e sobre pensar las cosas y solo irse con Daniel... ¿Qué cosas creen que pasaran al estar conviviendo tan cerca y juntos?

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora