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Capitulo 40

Daniel despertó con los bracitos del bebe en su cuerpo y una pierna más grande cerca de sus tobillos. Miró a un lado y su hijo y su madre estaban abrazados a él, una especie de remolino le sobrecogió y casi lloró. Gracias a Dios no había clases para el pequeño y Pía no tenía que trabajar. Se volvió a acomodar y quedo dormido muy rápido.

Al volver a abrir los ojos se dio cuenta de que había un movimiento en la cama, Pía y el niño.

–No te muevas mucho mi amor, que papi todavía está durmiendo ¿Dormiste bien, príncipe? – le beso sonoramente repetidas veces en los cachetes.

–Si– dijo saliendo de sus brazos y corriendo fuera de la habitación.

El se incorporo y Pía le miro, en sus ojos no había reproche, no había nerviosismo o algo que indicara que no le había gustado despertar con el ahí.

–Buenos días– simplemente le dijo y se incorporo– Preparare algo de café ¿Desayunaras aquí? – el asintió.

–Buenos días..., y si, gracias.

Ella salió hacia la cocina y el fue tras ella luego de que se quedara mirando a un punto fijo, no estaba preparado para esa reacción, en la madrugaba se fue a la cama pensado en las cosas que ella le diría, quizás porque el niño estaba allí no le había dicho cuatro cosas.

El niño salió de su habitación y corrió hacia sus piernas. Levantó las manitas y el inmediatamente le tomó en los brazos. Entrando a la cocina, Pía acababa de poner la cafetera a funcionar.

– ¿Qué quieren esos caballeros de desayuno, este hermoso día? – el sonrió por la extraña y a la vez linda voz que ella hizo, era como escuchar a una persona que había inhalado helio.

–De todo– gritó Danmark y ella rodó los ojos.

– ¿Que quiere papi? – pregunto entonces y el solo sonrió.

Por alguna extraña razón ella no quería discutir y lo trataba como si siempre hubiera hecho esa clase de cosas, supuso que quería darle al niño algo que nunca ha tenido y sonriendo y olvidando su siempre sarcasmo dijo.

–Bueno... papi quiere los panqueques especiales de mama, con arándanos y nueces y doble ración de crema batida– ella quedo mirándole, era lo que solía prepararle cuando tenía tiempo, era su desayuno favorito.

–A mí también me gustan los panqueque especiales– gritó el bebe.

–Pues ¡Panqueque especiales! – exclamó ella levantando las manos y comenzó a trabajar.

A pesar de que los días anteriores habían tenido mucho tensión entre ellos por todo el asunto, quizás todo se superaría cuando se acostumbraran a todo eso, el sabía que tenía que entender que ella cuestionara sus decisiones ya que tenía mucho tiempo haciendo las cosas a su manera, era lógico que no quisiera que la mandara, pero llegarían a un término medio, estaba completamente seguro de ello.

Jugó con el niño, y cuando su estomago gruñó, supo que tenía que ayudar a Pía para que todo fuera más rápido y el pudiera comer. Dejo a su hijo con el televisor y entro a la cocina.

– ¿Te puedo ayudar en algo? – dijo amablemente, pero esperando que ella le dijera algo como "Si, lárgate de mi vista". Mas no escucho nada de eso, sus oídos recibieron un amable.

– ¡Oh, sí! ¡Por favor! – Con una sonrisa en sus labios– Necesito la crema batida y la leche. Toda esta en el lado derecho en la puerta.

Estuvo poniendo los panqueques en los platos, lucia increíbles y el olor le invitaba a meter la mano en el plato que aun no tenía todo el contenido de la mezcla hecha.

– ¡No! – dijo ella sin que él se moviera– No metas la mano.

Y una carcajada salió de él y ella también sonrió.

Unos momentos más tardes ella ponía el último panqueque en el plato del pequeño, espolvoreaba un poco de canela en polvo en todos y miel de maple con un poco de crema encima de los arándanos y las nueces, todo estaba de revista. Saco de la sartén el tocino y los huevos, el puso el zumo y la leche, ella llevó los panes y cuando él fue a buscar al bebe para el desayuno ella sonrió al verles llegar.

No fue un desayuno silencioso, las risas del pequeño se escuchaban en todas partes, el bromeaba y ella le seguía la corriente, no había tensión alguna, mas todo fluía y no era forzado.

Un relámpago les hizo quedar como atontados, luego otro, el pequeño hizo una muesca al ver a Sally allí.

– ¡Qué bonito! ¡Quedaron de revista!– dijo entrando con la cámara en mano.

–Oh, gracias Sally– comento Daniel al verla tomar un poco de su desayuno.

–De nada, es la paga por la toma familiar– un silencio se hizo.

–Yo quiero una foto con papi– dijo el niño mientras se incorporaba en la silla.

Sally sonrió y comenzó a fotografiarles a ambos y luego a los tres. El teléfono de Pía sonó justo unos segundos antes que el suyo.

Su madre le llamaba para recordarle la boda de ese día y que recordara que tenía que por lo menos llamar a sus amigos que estaban allí. El rodo los ojos y su madre quiso hablar con el pequeño, pero no sabía ni cómo hacerlo ya que no tenían una relación y el pequeño si quiera la conocía, solo había estado una vez con él.

–Mama... intentare llevar al pequeño mañana a casa, hablare con Pía... pero...

–Comprendo, comprendo– dijo– Beth quiere hablarte.

–Ponla al teléfono– dijo y cuando escuchó un carraspeo falso dijo–. Hola tornado, se que estas molesta, perdón.

–Estarás perdonado si... me llevan a la boda– el rodo los ojos.

–Pensé que ibas...

–Mama dice que no, que es para adultos– el suspiro ¿Qué podía hacer? – supongo que podría quedarme tranquila si prometes traerme el ramo de la novia.

–Me pelearé con todas esas chicas por el ramo, te lo prometo, tornado– y ella se carcajeo.

–Perfecto, saludos a Pía y al bebe... dile que quiero verla bailar. Adiós– y colgó.


Es que es increíble el respaldo que me dan, muchas gracias.

¿Creen que Pía y Daniel tendrán una tregua o las cosas se pondrán peor?

Pía conoce a Ciara ¿Qué pasara?

Lluvia de comentarios.


Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora