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Algo que todo el mundo solía decir y que no era cliché, más un mito, es del típico de proceder de las mujeres "americanas" en realidad es algo que suelen hacer todas las mujeres liberales y que no tienen miedo a experimentar con el sexo opuesto y con el propio sexo en común. El sexo casual es algo que según las estadísticas hay muchas mujeres a favor de él, otras son más conservadoras. A Pía le gusta pensar que el término "Conservadoras" está mal empleado, quizás el asunto era que no habían encontrado al hombre, que también deseara sexo casual, indicado. Todo el mundo tiene un talón de Aquiles, las mujeres "conservadoras" encontraran al hombre que les sacara lo "Perras" y "desvergonzadas" algún día, lo que en realidad son "Libres" que sería el termino correcto.

A pesar de que era una simple escapada un tanto "cliché" ni si quiera recordaban la palabra en el momento en que como si nada se registraron en un hotel de lujo para pasar la noche, cosa que en realidad no harían ninguno.

Entraron a la habitación de lo más bien, ninguno estaba cayéndose por los suelos, ni besuqueándose con el otro, ni tampoco quitándose la ropa como si esta estuviera tomando fuego.

–Si bien esto en sexo casual no tiene porque comenzar como una aguerra de quien termina desvestido primero... podríamos hacer algo más que tener sexo...–inicio Amir mientras la miraba.

–Claro, podrías darme un masaje hasta que me subas la temperatura un poco más.

–Soy muy bueno dando masajes...

–Seguro que sí.

El pidió una botella de soda, nada de champan, simple y menos cliché. Ella sin ningún tipo de vergüenza se desvistió, mientras él estaba sentado en la cama mirándola. Si, estaba nerviosa pero no avergonzada.

Si en algún momento dudo de lo que Sally le había dicho sobre el aparato reproductor entre sus piernas, ese, justo ese era el momento de retractarse. El solo tenía sus bóxers puestos, rojos exactamente y podía apreciar la magnitud de este mientras estaba dormido.

Estaba ansioso por despertarlo.

–Olvida el masaje, tengo trabajo que hacer– dijo ansiosa.

Y aunque no quisieron terminaron por toda, toda la habitación.

¿Alguien sabe porque los árabes tienen el pene tan grande? Ella no lo sabía, hasta ese día.

&

Daniel estaba molesto.

¿Cómo se atrevía? ¿Cómo podía ser tan...?

Estuvo toda la noche disfrutando, hasta que decidió llamarla, fue la decisión más estúpida de su vida ¿Por qué tuvo que llamarla? Ciara le había dicho que le diera su espacio. Y no le hizo caso.

Condujo directamente a la casa de la chica, el reloj marcaba las diez de la mañana con once cuando llego al frente y se desmonto. Busco el vehículo en el que la había visto la noche anterior, pero no había rastros de este.

Toco el timbre, pero solo para darse cuenta de que la puerta no estaba bien cerrada. Entro directamente a la sala de estar, no había nadie, todo estaba recogido, y el solo suspiro. La llamo un par de veces, pero nadie respondió.

–Pía– volvió a llamarla, y decidido camino hasta su habitación.

Si luego de dejarla había deseado ver su cuerpo, aunque no supiera que el deseo aun estaba en el, ya lo había saciado. Allí, en la cama, acostada estaba ella, sin sostén, y con unas simples bragas, con el pelo desordenado y las sabanas y la almohada en el suelo.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora