26

35.7K 2.2K 29
                                    

26

Saul la miraba sin entender, a parte de que había llegado tarde a la conferencia, estaba como ida, no esperaba que Daniel fuera a su casa y nunca se imaginó su reacción. Sentia una ira enorme cada vez que el la miraba y esta se intensificaba cuando le decía bruja, suponía que era la palabra menos fuerte que podía salir de su boca para con la madre de su hijo. El era un cerdo egoísta, ella lo había hecho por su bien y se había sacrificado y había sacrificado a su hijo para que él no se viera afectado.

Que tonto.

Cuando le había notificado de su hijo, no se espero la reaccion, para nada, ni en un millón de años, sí que le había afectado a ella verlo pálido y sin vida por un segundo en sus ojos, como si le cambiaran de decir que le quedaba segundos de vida. 

Sintio un peso irse de ella, pero otro más grande aferrarse con más ahincó y odio de Daniel, porque estaba segura de que la odiaba.

–¿Que es lo que te sucede?–escucho que le susurraba Saul.

–No me molestes, lo importante es que estoy aquí–dijo sin mirarlo mientras mordia las palabras.

–Escúchame bien...

Ella se incorporó con cara neutral y salio del auditorio, más fue seguida por el hombre.

No espero que le dijera nada solo necesitaba salir de ahí, ¿Que abra pensado su hijo de ese hombre? Era la primera vez que un hombre a parte de su padre pisaba su casa, ella nunca había dejado que otro hombre lo hiciera, quizás en el fondo sabía que era inevitable que Daniel fuera a conocer a su hijo cuando lo supiera. Si tenía una cita nunca dejaba que fuera por ella a su hogar, nunca le había presentado un amigo suyo a su hijo. Esperaba que Danmark sintiera simpatía por Daniel, de no ser así, el hombre la odiaría más.

–Pia, lo lamento–fresno bruscamente al escuchar a Saul–No es mi intención abrumarte, yo solo me preocupo por ti–ella asintio, y giró la cabeza, el estaba demasiado cerca.

–Descuida, tengo unos pequeños problemas–miró al hombre, era tan raro, su jefe ni si quiera sabía que tenía un hijo o no recordaba habérselo dicho–Lo lamentó mucho... Pero...

–No, no hay problema, puedes retirarte. Nos veremos luego, Pía.

Y condujo a su hogar intentando no pensar en la abrumadora semana que estaba teniendo. Paró  por un poco de comida en un restaurante de comida rápida y llegó a casa, al ver el auto que sabía que era de Daniel, volvió a sentir una opresión en el pecho.

Al entrar a la casa miró alrededor, Valerie, Beth y Daniel estaban allí, sus padres y Sally.

–Hola–fue capaz de decir.

Su hijo salió corriendo hacia ella y lo cargo al vuelo mientras le besaba la mejilla. El la abrazo y le comentó lo que hacían.

–Iniciaremos a armar el rompe cabezas–dijo lentamente.

–Genial,entonces me cambiare la ropa para participar ¿Que armaremos?

–B, dijo que el del robot–ella miró y Beth levanta las manos.

–Beth–dijo ella para que el niño la escucha y supo por la forma de mirarla que no podía pronunciarlo bien–Trabajaremos en ello, corazón.

Sally fue tras ella al verla mirar mal a Daniel, no le importaba mucho que fuera, tenía todo el derecho de ver a su hijo, pero una llamada no era mal recibida si era para notificarle.

–Veo que no estas bien, Saul llamó unos minutos atrás ¿Que pasa?–cerró los ojos mientras se quitaba la chaqueta y la blusa con ira.

–Daniel, eso es lo que me pasa... No se.. Supongo que es una molestia por volver a tenerlo aquí, porque está entrando en mi vida a prisa... Lo vi al llegar mirando a mi hijo...

–Es su hijo también.

–No me importa... Yo no quiero que me lo quite...

–El no lo hará ¿Porque lo haría? Eres una buena, no, excelente madre y a tu hijo no le ha faltado nada nunca.

–Lo sé...–Pía tomó un vestido sencillo y se lo puso, también unas sandalias de goma y quitándose el maquillaje salió.

Su hijo estaba brincando como un canguro hasta el rompe cabezas con una pieza en las manos, por lo general el siempre lo armaba en silencio calculando todo, en ese momento no era como siempre.

–Pía–Valerie la miró, se sintió un poco avergonzada, pero no vio reproche en su mirada–Me alegra verte otra vez–llegó  hasta la mujer y la abrazo conteniéndose un poco. Aunque no le había dicho nada a la mujer el día anterior cuando llevo la cosas de Dan para que Daniel las viera, supo por su mirada ese día que lo sabía, o quizás lo sospechaba.

Beso la mejilla de su madre y tocó  el hombro de su padre para luego besarlo. Tomó  asiento al lado de Beth y la niña quedo mirándola mientras ponía una pieza.

–Bailas hermoso–salto de pronto–Te vi el otro día y eres como un ángel...

–Muchas gracias...–sonrió Pía mientras le toca el cabello negro azulado. Era igual que Daniel, igual que Danmark ¿Como era posible que se parecieran tanto? Esos genes eran fuertes.

Miró  de reojo a Daniel, este la miraba, pero aunque había un poco de recentimiento, vio una sonrisa en su rostro, Dan había puesto la última ficha y estaba brincado. Su madre se incorporó y la vio limpiarse los ojos. Disculpándose fue tras ella.

–Mama...

–Has visto a tu hijo–dijo ya en la cocina–es la primera vez que él hace algo como eso... Y ni si quiera sabe que las personas que está ahí a fuera son toda su familia... He visto a mi nieto armar sientes de rompecabezas, callado, pensativo, aún con compañía de otros niños, pero hoy... !Oh! el brilla, Pía, el brilla...

–Lo sé, lo veo madre–suspiro–¿Han comido algo?–quería salir del tema, ya se abría dado cuenta de que su hijo estaba más animado y simpático que siempre y su hijo era un amor.

–No, hemos llegado un poco antes que tú y ellos al mismo tiempo que nosotros.

–Prepararé algo  para todos, las papas fritas no serán suficiente.

Su madre anunció que Pía cocinaba para todos, y aunque Valerie se negó al final acepto y Sally y Pía iniciaron los preparativos. Unos cuarenta y cinco minutos más tarde los hombres que estaban en la casa hablaban en la sala de estar, las mujeres estaban en la cocina y los niños en la habitación.

Cenaron pasta al pesto con ensalada verde y un poco de vino y pan. Compartieron obviando todo lo relacionado con la disputa de los jóvenes que en un tiempo habían sido los que unían la familia, pero que ya no eran más que los padres que un ángel.

Daniel había desaparecido por un largo tiempo y al verificar donde  y como estaba su hijo lo contro allí  ¿Como era que su hijo se estaba acostumbrando a ese hombre tan fácil cuando ella nunca había llevado uno a su hogar? Quizá  le hacía falta.

–Ese es mi juguete favorito–Daniel asintio a lo que su hijo le decía– mama me lo ha comprando la Navidad pasada.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora