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–Señorita Torres– la secretaria de Daniel llegó con una sonrisa inmensa cuando ya tenía a Danm acostado, el reloj marcaba las nueve y ya había comentado lo sucedido con su madre y aunque llamó a Sally muchas veces no la consiguió ¿Por qué?

–Hola, Clara ¿Cómo estás?

–Mejor que nunca– la sonrisa de la mujer era inmensa y Pía se preguntaba si era por la misma razón– Vengo para informarle que el señor Stone ha pedido un traslado de habitacion a la Suite familiar.

Pía abrió los ojos y sonrió ruborizándose, la cara de Clara cambio y los ojos de la mujer se cristalizaron.

– ¿Estás bien? – asintió.

–Desde que llego desee que esto sucediera, ustedes aparte de que tienen un hijo hermoso, y que son una pareja perfecta... puede sentirse el amor genuino en ustedes.

Pía sintió ternura y la abrazo.

**

Dejó a Danmark en la cama luego de que acomodaran todo en la nueva habitacion, donde al pasar las puertas dobles la recibía una cama de matrimonio, un mundo detrás de esas puertas.

Emocionada a más no poder corrió hacia la ducha, no tenía ropa para quedarse, pero algo haría, se dio el baño mas perfumado que alguna vez se había dado y cuando salía en una toalla la puerta sonó. No podía ser Daniel, el tenia una llave.

– ¿Mama? – preguntó al verla.

– ¿Qué? Sé que te vas a quedar y mañana es tu entrevista a las ocho.

Pía abrió los ojos; se le había olvidado por completo.

–Traje tus cosas y te traje ropa, traje lencería, ropa para el niño y zapatos y... ese perfume que se que le gusta, creo que también traje un poco de loción afrodisiaca, no estoy segura de cuanto deposite en este bolso.

– ¡Ay, mama!– la abrazó con unas cuantas lagrimas saliendo.

–Me alegro por todo esto, Pía.

–Aun no hablo con Amir.

–Lo entenderá. Yo me iré, ahora que no estarán en casa hare una video llamada sexual con tu padre.

No pudo reprocharle incluso cuando se imagino toda la escena, solo soltó una carcajada y abrazándola se despidió.

**

Miraba sus notas para la entrevista, lucia distraída, pero no lo estaba, su estomago estaba revuelto y ella muy nerviosa, esperaba a Dan, el reloj de su móvil macaba las once quince y el aun no llegaba.

–Pía– escuchó y giró la cabeza ¿Cuándo había llagado? Se preguntó al verlo sin la chaqueta y recostado de la pared con los brazos cruzados.

– ¿Crees que te ves sexy así? – preguntó mirándole atreves de los lentes.

–Lo creo, pero tú te vez mejor con tu pelo mojado lo que me indica que te duchaste, y el olor tan inconfundible de tu loción corporal me lo confirma, nunca has dejado de usarla, me gusta.

–Ya lo sé– se quito los lentes.

–Nunca te lo dije, pero tus lentes son uno de mis fetiches, como lo son los tacones para otros hombres.

–No tenía idea, los usare más a menudo– dejó de lado sus notas y su computadora.

–Me duchare y volveré contigo en un momento.

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora