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#TEAMDAIA
Saúl la miraba entre las pestañas, ella estaba del otro lado de aquella mesa de doce sillas, en la sala de reuniones, frente a frente. Sentía su mirada y estaba incomoda ¿Quería decirle algo? Ella no iba a comerlo de un bocado si lo intentaba. Que la mirara insistentemente le molestaba, aun más cuando desviaba la mirada rápidamente cuando ella lo descubría escrutándola inquisitivamente.
–Tengo unas dos horas sintiendo que me miras, y si tienes algo que decirme, por favor, este es el momento porque he terminado y quiero irme y no, no quiero que me vengas con que no hay nada de qué hablar. Suelta– arrojo fuertemente el folleto en la mesa y recostando su espalda del sillón y cruzando sus brazos le miró enarcando una ceja.
Saúl quedo mirándola largo tiempo, sin pestañar, honestamente no pretendía ser quien desviara la mirada, y cuando él se reclino e hizo lo mismo que ella imitando su postura supo que él tampoco.
El ambiente se tenso un poco, pero ella tenía rostro impasible, le resultaba tan difícil mantener la mirada en alguien, aun más cuando no estaba acostumbrada a esas guerras de miradas fijas.
– ¿Pretendes hablar? Si no es así... me iré a mi cubículo a trabajar con lo que falta para poder irme temprano. Si no te has dado cuenta es muy tarde.
–Sí, seguro, tienes que ir a acostar a tu hijo– con que eso era.
–Si, Saúl, tengo que ir a dormir a mi hijo– se incorporó.
–Nunca te figure como una madre–escuchó que le decía cuando ella estaba de espaldas tomando su bolso del respaldo del asiento.
–Pues lo soy...– le miró seria elevando su mentón, para que supiera que estaba orgullosa de ello.
–Pía... sé que no soy nada tuyo, que solo somos jefe y empleada, pero me gustaría saber... saber... más de ti.
–Seguro, pero no es prudente contando con lo obvio. No es bueno que los empleados y sus jefes se compenetren ni sepan mucho de sus vidas personales, eso crea una distancia profesional y me gustaría mantenerla así.
–Vamos, Pía... me he frenado todo estos días, tengo la cabeza llena de cosas y...– ella vio como sus ojos expresaban un desconcierto muy extraño ¿Por qué? El desvió su mirada y volvió a ponerla en ella. Entonces supo que ese hombre tenía algo fuerte atormentándolo, pero ¿Qué?
– ¿Se siente bien? – el negó y frunció la boca, ella siempre hacia ese gesto cuando intentaba ocultar el temblor en su labio por el llanto ¿El iba a llorar?
Oh, por Dios... no.
–Si te soy completamente sincero...– hablaba con un tono bajo e intimo, como si fuera a confesarle algo, ella sabía que hablaba con Pía la mujer, no con Pía su subordinada– No suelo... encapricharme, sí, usuraré esa palabra, porque supongo que es la única que no te asustara, con mis empleados, más bien los de mi padre...– sonrió hacia ella–. Pero desde que comenzamos a discutir supe que eras diferente, no sentía que tratabas de ganarme con halagos. Tú siempre me gritas, me insultas y me hablas claro.
>> Yo solía ser un idiota, pensé que podría conquistarte como lo hacía con otras mujeres, y contigo fue todo tan diferente...
Ella quedo parada, aunque quería seguir escuchando lo que tenía que decirle.
–Me frenabas y a pesar de que no me agradaba tu rechazo... supongo que eso es lo que más me ha gustado de ti, y no creas que es por el simple hecho de que te encuentro difícil y que quiero tenerte porque no puedo... no es así, Pía...– la miró con una sonrisa triste.
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Cliché y punto
عاطفيةDaniel siempre soñó con convertirse en un reconocido biólogo marino, desde pequeño se visualizó como un reconocido y famoso biólogo, como un programa de investigación en televisión . Al cumplir la corta edad de diecisiete ya era un prodigio en la...