-Narra Antia-
Carlos: ¿¡¿Quééé?!? ¿Pero tu has oído lo que acabas de decir?
Antia: Sí. Perfectamente, y no quiero que te lo tomes a cachondeo.
Carlos: A ver, vuelve a repetirme lo que me has dicho, porque no me lo creo.
Antia: Te pregunté qué pasaría si te dijese que hay dos nuevos miembros en la familia. Uno que ya lo tenía conmigo, pero el otro vendría en nueve meses...
Carlos: Eso significa que... ¿vamos a ser padres por partida doble? Bueno, no. Porque cuando me fui no estabas embarazada, aunque me pedías estarlo... No lo entiendo...
Antia: Digamos que María se encontró ayer un gatito abandonado enfrente de su portal y creyó que lo mejor para él era que nos lo quedásemos nosotros, por lo de la alergia de Blas a los animales. Lo segundo es diferente. Me enteré dos días después de hablar contigo sobre el tema, después de la conversación que había tenido con María al respecto. Así que tengo que darte las gracias por haber cumplido tu parte.
Carlos: Visto de ese modo, yo también debería darte las gracias. Me has hecho el hombre más feliz del mundo. De verdad que no te puedes hacer una idea de cómo me siento en este momento. Me gustaría estar contigo ahí... ahora... Para disfrutar de esto juntos... -dijo empezando a sollozar.
Antia: A mi me pasa lo mismo. Daría lo que fuese por abrazarte...
Carlos: Vamos a formar la mejor familia del mundo, te lo aseguro.
Después de habar un rato más con él, esta vez sobre nuestros planes de futuro, me fui a dormir, no sin antes dejarle al nuevo gatito, al que decidimos llamarle Mr. K, un cuenco con agua y pienso suficiente para pasar la noche. Había sido un día largo: había acogido a un nuevo miembro en nuestra nueva y recién estrenada familia, María y yo habíamos conocido a su nuevo y buenísimo vecino y por fin me había decidido a contarle a Carlos que estaba embarazada.
Esta última palabra se me había todavía rara, pero sabía que sería cuestión de tiempo. Solo tendría que acostumbrarme, aunque para eso ya tenía nueve meses...
-Narra María-
La verdad, echaba de menos al gatito. Me había echo a la idea de su compañía (aunque solo lo había tenido un día), así que no tener nada con lo que entretenerme me aburría un poco.
Pero lo peor llegó al día siguiente, cuando recibí una llamada de Blas: tenía que que quedarse en México dos semanas más.
No me lo podía creer. Fingí lo mejor que pude no estar afectada, aunque creo que se me notaba hasta en la China que no me hacía gracia ninguna. No sé si estaba dolida, o quizás molesta, pero no me lo tomé muy bien.
No quería hacerlo pero, influenciada por las hormonas de mi casi quinto mes de embarazo, le grité a Blas por el auricular del móvil que la culpa era suya, que debería haberle dicho a Magi que su novia embarazada llevaba esperándolo desde hace un mes en la otra parte del Atlántico y que no la podía dejar sola ahora, ya que luego yo no me haría cargo de las consecuencias que esto podría acarrear.
Creo que llevaba muchísimo tiempo aguantándome y esta había sido la gota que había colmado el vaso. No quería ser egoísta, porque me importaba muchísimo su felicidad, pero en ese momento me dio la sensación de que no se estaba comportando bien conmigo y con su futuro hijo o hija, ya que solo se estaba preocupando por él.
También me dolía que se fuese a perder la ecografía que determinaría el sexo del bebé. Este iba a ser un momento muy importante para nosotros, y él no lo había respetado.
Pero tendría que aguantarme. Al fin y al cabo, esa era la vida que había elegido vivir con él.
-1 semana más tarde-
El día había llegado. Estaba bastante nerviosa pero Álex me tranquilizó bastante durante el trayecto al hospital. Se había ofrecido a acompañarme cuando le dije que ni Antia ni Charo podían venir conmigo, ya que una estaba llevando un comienzo de embarazo horrible vomitando todo el día y la otra tenía que llevar a Boo al veterinario.
Nos habíamos hecho muy amigos durante esa semana, ya que ambos estábamos solos. Me contó que se había mudado a Madrid para comenzar una carrera como actor en la capital, pero que también le gustaría irse a vivir a Los Ángeles. Por mi parte, le tuve que contar toda mi historia, aunque ya la había escuchado por la televisión cuando los chicos habían ido a rescatarme junto con la policía.
Era muy atractivo y llamaba la atención nada más verlo con su metro ochenta de altura y sus músculos bien definidos, aunque acabé por darme cuenta de que lo mío hacía él solo era una simple atracción y que nunca llegaríamos a ser nada. Bueno,sí como amigos.
Teníamos bastantes gustos en común y me sentía muy protegida por él. Éramos como dos almas solitarias que se habían encontrado por pura casualidad.
Al llegar, el hospital estaba bastante vacío, lo que me sorprendió tanto a mí como a él, y en la sala de espera para hacerse ecografías no había nadie.
Nos sentamos a esperar pacientemente y, cuando llegó mi turno, le dije que entrase conmigo. No quería vivir esta experiencia sola.
Me tumbé en la camilla y el médico empezó a pasarme la máquina por mi incipiente barriga. Creo que Álex jamás se había imaginado en esa situación, porque se estaba partiendo de risa.
Médico: Bueno, ¿quieres saber el sexo del bebé?
María: Sí, claro.
Médico: Pues es...
En ese momento, la puerta de la consulta se abrió y, de repente, apareció...
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¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?
FanfictionUna sola persona puede salvarte del mundo invisible en el que vives. Sólo tienes que confiar en ella, aunque sea difícil, porque será tu Ángel de la Guarda...