-Narra Blas-
Doctora: Chicos... Tengo una mala noticia...
¿¡¿Que?!? ¿¡¿Ahora que ella estaba bien volvíamos otra vez al sufrimiento?!?
Me estaban dando ganas de llorar. No sabía si era de tristeza, o de rabia, pero me contube.
Si María me miraba mal sabía que ella se pondría peor y, en esta situación, no debía estarlo.
María: ¿Ha pasado algo? -dijo, para mi sorpresa, con un tono tranquilo.
La doctora cogió aire lentamente, y lo volvió a expulsar de esa misma forma. Parecía estar intentando relajarse.
Doctora: Siento decirte que vamos a tener que volver a operarte. Necesitamos reconstruirte una pequeña parte del cráneo que tenías dañada.
Blas: Pero... ¿y eso es tan malo?
Doctora: La operación no lleva ningún riesgo, aunque aproximo que dure unas ocho horas, pero el postoperatorio si.
María: ¿El postoperatorio?
Doctora: Si. Durante la operación te echaremos un líquido que intentará fijar lo máximo posible el cráneo, principalmente, para que vuelva a su forma normal. Este líquido actúa como pegamento, y te aseguro que te va doler muchísimo durante una horas
Blas: ¿Y no existe ningún sedante que pueda mitigarle el dolor?
Doctora: Me temo que no. Y la anestesia de la operación no dura tanto tiempo como para que consiga seguir durmiendola durante el postoperatorio
María: ¿Y cuánto va a durar?
Doctora: Pues eso no lo sé, cielo. Quizás unas ocho o nueve horas...
Entonces, María me miró fijamente a los ojos, y comenzó a llorar.
Blas: Ehhh tranquila... No llores... -le dije mientras la abrazaba.
María: ¿¡¿Como quieres que no llore?!? ¡¿¡Es que nunca voy a parar de sufrir?!?
Cada nueva palabra era como una puñalada en mi corazón. Si pudiera, sería capaz de pasar yo por todo ese dolor, con tal de tenerla a ella feliz.
Si hiciera falta, lo pasaría todos los días. No me importaba, pero no podía hacer eso.
Blas: Mira... Después de eso ya no te tendrán que volver a operar mas. ¿Verdad Carmen? -dije refiriéndome a la doctora.
Doctora: ¡Claro! Esta ya es la última, tienes que ser fuerte
María: ¿Y Blas? ¿No podrá estar conmigo?
Doctora: No lo sé, pero haré lp posible para que te pueda subir a planta, ¿vale?
Ella asintió con la cabeza, y siguió llorando sobre mi cuello, ya que se había escondido en el.
Doctora: Ahora no te pongas triste. ¡Tienes toda la tarde para disfrutar con Blas! No mereces amargarte por eso
Blas: ¡Eso! Podemos llamar a Álvaro para que te venga a contar chistes -le dije con una sonrisa.
María: ¡Nooo! ¡No quiero sus chistes!
Doctora: ¿Tan malos son? -dijo entre risas.
Blas: Peor que eso -le expliqué.
Doctora: Bueno, pues podéis hacer otra cosa. Salir todavía no. No hagas movimientos bruscos ni te levantes de la camilla, ¿vale?
María: Vale -dijo, casi en un susurró.
Después, la doctora se marchó y, entonces, hice que María se separara de mi.
Blas: Venga, no llores más. Vamos a hacer algo
María: No -y tapándose la cara con las manos.
Blas: Siii. O sino te hago cosquillas ehhh -dije mientras empezaba a mover mis manos por todo su cuerpo.
María: ¡Para! -me ordenó entre risas.
Blas: No -la imité.
María: Siii
Blas: Pues dime las palabras mágicas
María: No me las sé -dijo mirándome a la cara.
Blas: Si que las sabes, pero no las quieres decir-dije volviéndole a hace cosquillas, está vez, todavía más rápido.
María: ¡Te quiero! -gritó entre risas.
Entonces, yo paré.
Blas: ¡Muy bien! -dije dándole un beso en los labios, a lo que ella respondió de una forma casi frenética.
Estuvimos así varios minutos, hasta que sentí que ya no podía más. Como siguiera así, la erección que estaba teniendo se iba a hacer insoportable.
Blas: Sabes que no podemos hacerlo, ¿verdad? -dije pícaramente.
María: Es que no se me ocurre otra cosa que hacer -me respondió, sin separar sus labios de los míos.
Blas: Para, por Dios... -dije intentado frenarla.
María: Me encanta que te pongas así... -y soltó una pequeña risita.
En ese momento, ya no aguanté más, así que me separé de ella como pude y me tiré boca abajo al sofá azul que había al lado de la camilla.
María: Eres malo... -dijo haciendo pucheros.
Blas: Tu también lo eres. Ahora no voy a poder levantarme de aquí en todo el día
María: ¡Pues duerme! -y se volvió a tumbar en la camilla.
Blas: ¿Lo estás diciendo en serio? -dije sin aguantar la risa, mientras levantaba la cabeza.
María: Si
Blas: Pues entonces dormiré, pero a tu lado
Entonces me levanté y me tumbé a su lado.
María: Creo que la camilla es un poco pequeña para dos personas...
Blas: ¿Sabías que cuando estabas en coma me tumbada todas las noches a tu lado?
Ella se quedó pensativa.
María: ¿En serio? Pues no me di cuenta. Y eso que me acuerdo de muchas cosas...
Blas: Pues entonces si de aquella no era pequeña ahora tampoco lo es
María: Si a mi eso me da igual. Cuanto mas pegadita esté a ti, mejor -y se volvió a reír.
Blas: Yo también te quiero mucho -dije besandole la frente, mientras la abrazaba.
María: Buenas tardes-noches, ¿no?
Blas: Si
Y, a los pocos minutos, nos quedamos dormidos.
Cuando me desperté, eran las ocho de la mañana. Madre mía... Habíamos dormido 15 horas del tirón.
En pocos segundos, volví a la triste realidad: pronto vendrían a buscar a María para llevársela a quirófano.
Ojalá todo sucediera de la mejor, y menos dolorosa, forma posible...
ESTÁS LEYENDO
¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?
FanfictionUna sola persona puede salvarte del mundo invisible en el que vives. Sólo tienes que confiar en ella, aunque sea difícil, porque será tu Ángel de la Guarda...