-Narra María-
Ya debía se tarde, muy tarde, porque los rayos de sol que entraban por la ventana de la habitación me estaban cegando por completo, así que cerré, de nuevo, los ojos.
De repente, se abrió la puerta, y noté unos pasos caminar hacia mi, pero no les di importancia, ya que sabía perfectamente a quien pertenecían.
Se acercó todavía más, y sentí su lenta respiración acariciar mi rostro.
Abrí los ojos.
X: Buenos días pequeña... -me susurró.
Sus penetrantes ojos verdes me fascinaban cada día más, hasta llegar un momento en el que me quedaba aturdida, observándolos.
María: Buenos días... -le respondí, todavía adormilada.
Blas: ¿¡¿Sigues con sueño?!? -me preguntó, sorprendido.
María: Más o menos... ¿que hora es?
Blas: Las dos del mediodía...
¿¡¿Qué?!? ¿¡¿Tan tarde?!? ¿¡¿Como podía haber dormido tanto?!?
Me levanté de la cama, casi sin pensarlo. El me miró, y se echó a reír.
Blas: Todavía no estás acostumbrada a mi vida... pero pronto lo harás... -me dijo entre risas.
Me vestí lo más rápido que pude, mientras el seguía preparando la comida, ya que un desayuno a estas horas no tenía sentido.
Empezamos a comer, cuando Blas habló:
Blas: ¿Te acuerdas de lo que dijo ayer Magí? ¿Del cumpleaños de Dani?
Asentí con la cabeza.
Blas: Pues, al final, el cumpleañero me ha llamado hoy a la mañana, diciéndome que sí que lo va a celebrar, así que tenía pensado... ir a comprarle el regalo hoy a la tarde pero... sólo si tu quieres, claro. Sino, vamos otro día...
Me observó fijamente.
María: No. No me importa. En absoluto. Vamos hoy.
Blas: ¡Genial! -me respondió, lleno de alegría.
Al final, esa tarde, lo prometido fue deuda, y recorrimos todas las tiendas de la capital en busca del "regalo perfecto".
Tras muchas vueltas, le compramos una gorra ya que, últimamente, las solía utilizar mucho.
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¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?
FanfictionUna sola persona puede salvarte del mundo invisible en el que vives. Sólo tienes que confiar en ella, aunque sea difícil, porque será tu Ángel de la Guarda...