Capítulo 45

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-Narra María-

Hoy, se celebraba el gran día para Dani.

A la será de la tarde, nos fuimos a su casa, tal y como él nos había dicho.

Fueron llegando todos y, enseguida, nos pusimos a charlar animadamente, le cantamos el "Cumpleaños Feliz" y le ayudamos a abrir sus regalos.

Pero, a medida que pasaba el tiempo, nos fuimos aburriendo.

Empezamos a hablar en pequeños grupos, mientras otros jugaban a PlayStation o se dedicaban a cantar canciones, y pronto nos dimos cuenta de que esa no era la mejor forma de celebrar la fiesta.

Carlos: Podemos ir... a dar un paseo...

Charo: No... ¡eso es aburrido!

Álvaro: Además no es un día cualquiera, ¡es el cumple del "rubio"!

Nos echamos a reír.

Dani: A mi me da igual lo que hagáis... Sois mis invitados y mi deber es que disfrutéis...

David: Ya es de noche... ¡podemos ir a la discoteca!

Carlos: ¡Es verdad! ¡Pues yo estoy con David!

Al final, hicimos una votación, y resultó ser que a todos les pareció bien la idea, así que nos pusimos en camino.

Después de cenar, cogimos los coches y nos fuimos.

La discoteca quedaba a las afueras de Madrid, ya que los chicos creían que las del centro ya estarían muy llenas, y que sería imposible "estar a gusto" allí.

Era bastante grande pero, por fuera, muy oscura, aunque no me intimidó, ya que tenía a Blas a mi lado.

Después de bailar durante horas, comencé a cansarme, ya que nos habían dado las tres de la mañana y, además, todavía no me había acostumbrado a este "estilo de vida", así que le avisé a Blas.

Por supuesto, el me hizo caso y, después de despedirnos de todos, nos fuimos.

Íbamos caminando por el oscuro a aparcamiento,  cuando Blas se dio cuenta de una cosa.

Blas: ¡Mierda! ¡Me he dejado las llaves del coche! Se las di a Carlos  para que me las guardara y se me ha olvidado pedírselas...

María: Pues vuelve a dentro y dile que te las devuelva...

Blas: ¿¡¿Y dejarte sola?!? ¡Ni hablar!

María: ¡Vete!. Yo estaré bien, sólo será un minuto... Además, aquí no hay nadie...

Se lo pensó un rato aunque, después, aceptó, y comenzó a correr hacía  aquella sala, mientras yo lo observaba, cada vez, desde más lejos.

Cuando perdí su pista, me puse a mirar alrededor de aquel lugar, buscando algo en lo que entretenerme, mientras él no regresaba.

Apenas se distinguían las figuras de los coches, ya que había muy pocas farolas en el aparcamiento.

A cada  minuto que pasaba, sentía todavía más como algo,o alguien, me observaba desde aquella oscuridad, aproximándose, cada vez, más a mi, aunque no escuchaba ningún ruido.

Comencé a sentir miedo cuando, de repente, una persona me tapó la boca y me arrastró hasta la parte de atrás de la discoteca, que era la más alejada a aquel aparcamiento.

Terror y pánico se encontraban a partes iguales en mi cuerpo, mientras viejos recuerdos asomaban por mi mente. Recuerdos de aquel infierno...

X: Una chica como tu jo debería estar sola en un sitio como este... -me susurró al oído.

Con las pequeñas luces que ofrecía este nuevo espacio, conseguí atisbar su rostro: era moreno, de unos 25 años, y con unos ojos oscuros y profundos.

Era musculoso, pero no demasiado aunque, sus manos apretando fuertemente mis muñecas, conseguían que pareciese todavía más feroz.

No quería volver a vivir aquella situación, en la que una persona volvía a hacer lo que le  diera la gana con mi cuerpo, como si fuera un juguete, y recé porque Blas apareciese pronto por allí, para salvarme de nuevo.

Mientras tanto, el continuaba con su trabajo: me mordía el cuello, me arañaba la espalda (hasta un momento en el que comencé a sentir la sangre correr por ella), me pegaba bofetadas si intentaba defenderme, me quitó la camiseta...

Ahora solo deseaba que alguien apareciera para salvarme, o que todo pasara lo más rápido posible...

¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora