Capítulo 43

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-Narra María-

La verdad, me estaba asustando un poco.

Sabía que lo que leería en esa carta me iba a afectar mucho, recordando viejos momentos.

María: ¿Empiezo? -le pregunté.

Blas: Adelante...

Cogí aire lentamente, y comencé.

"Hola cariño:

Si estás leyendo esto es porque he decidido acabar con esta farsa de una vez por todas, delante de todo mi público que, al fin y al cabo, también es mi familia.

Que si, que estoy enamorado, y que no me importa gritarlo a los cuatro vientos, porque es lo que siento y no lo voy a negar.

De todos los momentos que he pasado a tu lado, no olvidaría  ninguno ya que, aunque la mayoría fueran malos, los volvería a vivir contigo un día tras otro, sin importarme la duración.

Han sido tantas las situaciones que hemos pasado juntos, que no soy capaz de decir, o quizás expresar, cuál fue la que más ha gustado.

Que te quiero.

Más que a nada en el mundo.

Un beso, Blas"

La carta estaba muy bien, y me encantó.

Sin contar mi verdadera historia, había dado entender que nuestra relación no había sido nada fácil.

Blas: Esa es la primera carta. Ayer te escribí esta -dijo dándome otro sobre.

Está vez, no había uno, sino varios folios, también escritos por el.

María: Presiento que me va a costar leerla -dije soltando una pequeña risita.

Blas: La he escrito con el corazón. Quizás tengas razón, pero es lo que siento cada vez que estoy contigo -y me dio un tierno beso.

Inspiré profundamente, antes de sumergirme en aquella maravillosa lectura.

"De nuevo, hola, mi ángel de la guarda.

Quizás esto que te he escrito no sea una carta, quizás sólo sea un palpel con miles de cosas tontas que mi cerebro está pensando en estos momentos pero, aún así, quiero hacerte partícipe de ellos.

Han sido tantos los momentos que he vivido contigo, arriesgando cada segundo de mi vida por salvarte de aquel infierno, que creo que no tengo dedos suficientes para contarlos.

Todavía recuerdo el día o, mejor dicho, la noche que te conocí, como si me hubiera pasado ayer.

Titiritabas de frío, y podía notar en tu mirada el miedo, pero algo me dijo que podía confiar en ti, que debía salvarte, rescatarte, del mundo en el que vivias.

Cuando te vi desnuda, delante de aquel espejo, entonces sí que me morí. Estabas horrible, llena de magulladuras y moratones, y con una extrema delgadez.

Después fue cuándo me contaste tu historia, tu verdadera historia, entre lágrimas que, al fin y al cabo, ninguno de los dos pudo contener.

Desde ese día, cambiaste mi vida para siempre.

Comencé a ver el mundo con otros ojos, pensando lo afortunado que era de tener a tantas y tantas personas que me querían a mi lado, de poder decir "tengo una casa, un colchón y comida para sobrevivir" o "he cumplido mis sueños"...

Así que puedes sentirte orgullosa de todo lo que has provocado en mi interior.

De todas esas mariposas que, cada vez que te veo, haces aparecer en mi estómago.

¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora