Capítulo 16

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-Narra María-

Con el paso del tiempo, los médicos comenzaron a ver que yo ya me encontraba mejor, así que me dieron el alta en el hospital. Eso si, siempre y cuando estuviera en reposo y sin armar jaleo, ya que solo estaba embarazada de poco más de tres meses.

Al principio, era un poco aburrido estar todo el día en casa mientras Blas me vigilaba, por lo que cuando los chicos se fueron a México, me sentí un poco más libre. No malinterpretéis que era feliz, porque de tenerlo todo el día pegada a mí a solo poder hablar con mi chico en contadas ocasiones del día era algo muy difícil de asumir.

Después de celebrar el cumpleaños de Dani y de que ellos se fueran al día siguiente, comencé a pasar las tardes en casa de Antia o de Charo. Esto hacía que fuese mas llevadero, porque ellas estaban en la misma situación que yo. Pasar el día juntas también era muy entretenido.

Y uno de esos días, encontré a Antia de una forma diferente. Siempre había estado de buen humor (o al menos lo aparentaba) pero hoy era distinto. No era que estuviera llorando ni nada por el estilo, aunque sin embargo, la notaba más triste de lo habitual, sin ganas de hacer nada.

Tampoco quería preguntarle por el tema, porque ella era de ese tipo de personas que, salvo que estallaran, no contaban nada de lo que les sucedía, ni aunque les pagases un billón de euros por ello.

Hoy Charo no había venido, ya que quería comprarle un regalo de Navidad a David antes de que regresasen de Latinoamérica. Y estaba segura de que, si ella estuviera con nosotras, se habría vuelto como loca porque Antia no soltase ni una palabra por su boca.

Antia: Bueno... ¿qué quieres hacer hoy? -dijo sin mucho ánimo.

María: Lo que tu quieras. Sabes que me da igual. Además, hoy no te veo con ganas de hacer nada, ¿me equivoco?

Antia: Tienes razón. No quiero ni hablar con nadie. solo pensar y estar sola. Pero dejaré que te quedes. No me encuentro bien, lo siento.

María: Pero, si lo necesitas, podemos ir a urgencias o algo por el estilo.

Antia puso los ojos como platos en ese momento.

Antia: ¡No hace falta, loca! Eres una exagerada ehhh. Que esté triste no significa que esté enferma. ¿O acaso tú estas enferma por estar embarazada?

María: No, pero lo decía por si las moscas. A veces creo que Blas me está pegando su comportamiento precavido.

Antia: Si. Tienes toda la razón del mundo -dijo sonriéndome tímidamente.

Me alegré de, al menos haberla hecho reír durante un rato. No me gustaba verla así.

Tenía que preguntarle por el tema, le gustase o no. No había otra opción.

María: Oye, no te enfades, pero creo que deberías contarme lo que te pasa. Como lo sigas guardando, va a ser peor y lo sabes.

Antia: No. No me apetece hablar del tema -dijo levantándose del sofá donde estábamos sentadas y comenzando a dar vueltas por el salón de forma nerviosa-. Sabes que no me gusta dar pena perfectamente.

Se estaba empezando as poner un poco agresiva, pero me daba igual.

María: ¡Pero eso no es dar pena! Puedes confiar en mí. Por favor... -dije juntando las manos como si estuviese rezando y poniendo cara de tristeza.

Antia: No hagas el tonto.

Me levanté del sofá yo también, y ella comenzó a mirarme de forma extraña.

María: ¿Qué pasa?

Antia: ¿Me dejas tocarte la barriga!

María: ¿Por qué?

Antía: Solo será un segundo. Luego te lo explico.

Asentí mientras ella se acercaba despacio a mí y acariciaba mi tripa por encima de mi jersey.

Antia: Que guay. Ya se te nota la tripita, ¿no?

María: Siii -dije con entusiasmo. Bueno, al menos eso le había alegrado-. Me di cuenta ayer a la noche, mientras me duchaba. Se me hace raro pensar que dentro de unos meses no podré ni mirarme a los pies y, más aun, saber que luego saldrá  un bebé de aquí. Menos mal que a ti esto no te pasa...

Antia: Pues ojalá me pasase -masculló ente dientes, aunque yo no entendí lo que había dicho.

María: ¿Qué?

Antia: Nada -dijo avergonzada mientras miraba al suelo.

María: No. Acabas de decir algo en voz baja. ¿Qué ha sido?

Notaba como se iba enfadando poco a poco. Yo tenía que mantener la calma, si no sería peor. Para las dos. Lo estaba haciendo por ella y eso era lo que importaba.

Antia: ¡Qué ojalá me pasase! -gritó, a lo que luego añadió con voz mas calmada. Ojala yo también estuviera embarazada como tu. Ufff -resopló -. Pues que a gusto se queda uno, ¿no?

 María: ¿Y por qué no se lo propones a Carlos en vez de estar ahí amargada tu sola? Seguro que lo entiende.

Antía: Porque piensa que estamos bien así -dijo intentando imitar su voz, pero de mala forma. Se sentó de nuevo en el sofá, resignada -.No sé que voy a hacer.

 Se llevó las manos a la cabeza y suspiró con tristeza.

María: Pues tienes que seguir insistiendo. Dile que será una buena forma de hacer avanzar la relacion. Y, si sigue igual, hablo yo con el.

Antia: No va a funcionar. El no quiere, y punto. No hay nada más de que hablar. Además, el día del cumpleaños de Dani no paramos de hablar del tema. Fue ahí cuando se lo propuse. Estaba muy contento de ver lo bien que estabais vosotros dos. De que a Blas le estaba sentando genial esa nueva etapa de su vida y de que a ti se te miraba más feliz que nunca. Pero no pasa nada, no tienes por qué preocuparte por eso.

María: ¡Eres una pesimista! No te puedes rendir tan fácilmente.

Antia: Se lo he propuesto miles de veces después de aquel día y sé que no cambiará de opinión en mucho tiempo. Siempre es lo mismo: ahora no tendríamos tiempo para cuidar del bebé, con todos mis viajes de trabajo te pasarías medio embarazo sola, todavía somos muy jóvenes... ¿Y tu que le respondes a todo esto?

María: Que "o tenemos un hijo o te dejo".

Ella se echo a reír.

Antia: No es tan fácil como crees. Tu no tienes problemas porque Blas hace todo lo que le pides y te tiene como a una reina. Pero Carlos no es así, ni yo tampoco. 

María: ¿Sabes que pienso? Que habéis caído en la monotonía. Y eso no es bueno. Pero tengo un plan para solucionar eso... -dije con una sonrisa.



¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora