Capítulo 33

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-Narra Blas-

Pasados varios días, María seguía igual de feliz que lo fue tras su "resurrección", así que aproveché y me la lleve al parque del Retiro.

Por supuesto, le encantó: se lo pasó en grande con una barquita que alquilamos, tomó un helado gigante de chocolate (y ahí empecé a pensar que el haber estado tanto tiempo al lado de Carlos le había afectado) y, por último, nos tumbamos en la verde hierba, a contemplar las estrellas, ya que eran las once de la noche.

María: ¡Mira aquella! -dijo emocionada, mientras señalaba un astro que brillaba sobre el resto en el oscuro cielo.

Blas: ¿Te gusta?

María: ¡Si! Pero tú más... - y me besó.

Así, sólo conseguía ponerme más feliz a mí de lo que ya lo era a su lado.

Verla disfrutar había que yo disfrutara con ella.

Tras varios minutos más de observación, noté como ella se empezaba a dormir sobre el suave césped.

Blas: Ehhh... pequeña... venga... vayámonos para casa... -le susurré, acariciándole la mejilla.

Le ayudé a levantarse, y nos fuimos de la mano, paseando sobre el desierto parque.

De repente, vi a un chico rubio con una pinta "muy familiar, y con una chica a su lado.

X: Pero mira... si también está por aquí la nueva "parejita feliz"... -le dijo a su acompañante.

Carlos tenía que ser...

Blas: ¿Y vosotros? ¿No sois una "parejita feliz"?

Antía: Nosotros mejor... "la parejita del chocolate" jajaja

Antía era la novia de Carlos, y llevaban más de medio año saliendo.

Era delgada, de estatura media, con el pelo largo y oscuro, y con unos ojos también de ese color.

Sin darme cuenta, María se había escondido detrás de mi, mirando con curiosidad a la otra chica.

Antía: ¿Y no me presentas a tu novia Blasito? -me preguntó.

Blas: Ehhh... si... Antía, ella es María, mi novia...

Antía: Encantada de conocerte. Seguro que seremos buenas amigas... -dijo, tendiéndole la mano.

Ahora si que no sabía como iba a reaccionar María. Sólo me miró, un poco asustada.

Antía nos observó con mala cara, pero pronto se dio cuenta de lo que pasaba, cuando Carlos le susurró algo al oído.

Obviamente, que se trataba de "la chica especial" o "el ángel".

Antía: Ahhh... -dijo un poco avergonzada.

Carlos seguía con su explicación.

Antía: Lo siento... disculpa si te he molestado o te has sentido incómoda... -se disculpó

María: No... pasa nada... -le respondió, con una sonrisa en la cara.

Con esto, empecé a pensar que las dos, algún día, llegarían a ser grandes amigas.

¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora