Capítulo 10

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-Narra Blas-

María: ¡No! ¡Me niego a comer tortilla! ¡Odio esa comida!

Blas: Pero si es lo único que hay para comer tendrás que aguantarte. No te vas a morir porque un día cenes algo que no te guste. ¡Eres una exagerada! -dije comenzando a batir los huevos en un bol.

María: ¡No! ¡No comeré eso!

En ese momento, se puso a gritar como una loca por todo el pasillo y eso fue algo que me enfadó mucho. Se estaba comportando igual que un niño pequeño y, cuando ya no aguanté más sus berrinches, estallé.

Blas: ¡Ya! ¡Para de una puñetera vez de hacer el tonto y el gilipollas! ¡No tienes cuatro años y te estás portando como si los tuvieras! Estoy harto de que te pongas así cada vez que te digo que tienes que probar el huevo. Sabes perfectamente que a mí tampoco me agrada que te tenga que dar comidas que no te gustan pero, sin embargo, yo no me pongo a gritar como si me estuvieran matando por toda la casa.

María: ¡En serio eso es lo que piensas de mi? Pues que sepas que pedo cuidarme perfectamente yo solita sin necesidad de que nadie me diga lo que tengo o no tengo de comer! -acto seguido, cogió su chaqueta en el perchero, gritó "Adiós" y se fue dando un portazo.

Pensé en ir corriendo detrás de ella, pero intuí  que se iría a casa de Carlos. La mayor parte de las veces que tenía un problema solía contárselo a el y, aunque las casas de Álvaro y Charo y David estaban más cerca de nuestro piso, con ellos no tenía tanta confianza. Excepto con la chica del granadino, aunque prefería hablar con ella cuando el no estuviera en casa. Nadie sabía el por qué, pero con David tenía una relación diferente a la del resto del grupo.

Intenté que no me afectara la discusión que acababa de tener con María, pero fue imposible. Al final, desistí por hacer de cenar solo para mí y me fui a la habitación. Por el pasillo, vi su móvil encima de la mesita que había a la puerta del piso. "Genial", pensé con ironía. "Espero que no cometa ninguna locura".

Después de ver Instagram, Whatsapp, Twitter etc, me fui a dormir. No pegaría ojo, lo tenía claro, aunque al menos aclararía las ideas. El primer punto sobre el que pensar era encontrar la forma de que a María le gustase el huevo o que, al menos, lo comiera sin rechistar.

A mí también había ciertos alimentos que o me gustaban pero no por eso iba a dejar de comerlos, porque sabia que serían buenos para mi salud. Sin embargo, ella parecía que esto no lo entendía.

Segundo punto de la noche: cómo comportarme cuando mi ángel regresara. Cada vez que pasaba algo entre nosotros siempre se enfriaba la relación y había que hacer verdaderos esfuerzos para volver a recuperar la confianza perdida. Con una persona normal, esto podía resultar "fácil", pero con ella a veces esto podía convertirse en una odisea.

Y tercer y último punto: cómo tomarme la bronca que me iba a caer por parte de Carlos. Que le obligara a hacer algo que a ella no le gustara, era algo que le repateaba y me recriminaba. Siempre era lo mismo "ya ha tenido que soportar bastante, déjala vivir feliz. Si ella está triste, vuestro bebé también lo estará". Y yo siempre le respondía "si mi chica y mi bebé están tristes, también lo estaré yo, ¿no crees?"

¡Y fin de la historia! Me negaba a seguir pensando en cosa que terminarían por ponerme peor de lo que ya lo estaba. Cerré los ojos e intenté llevar a la mente ideas positivas, aunque me fue imposible.

Esta noche iba a ser muuuy larga.

-A la mañana siguiente-

Me desperté sobresaltado por culpa de una pesadilla, y el haber dormido apenas 40 minutos tampoco me había ayudado. Cogí el Iphone de la mesilla. Marcaba las 11:03. Me levanté y fui al baño mientras pensaba que tarde o temprano tendría que llamar a Carlos. Me miré al espejo: tenía los ojos rojos e hinchados, aunque no me preocupó mucho. Me duché rápidamente y telefoneé a Carlos mientras me estaba vistiendo.

¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora