-Narra Blas-
La tarde se nos pasó volando, mientras hablábamos animadamente sobre nuestro "concierto especial".
Durante horas, planeamos todo los detalles sobre aquel espectáculo: desde el vestuario, pasando por la puesta en escena, y acabando sobre los posibles recintos para celebrar aquel día.
Así, acabaron dándonos las 11 de la noche, sin apenas darnos cuenta.
Álvaro: Bufff... ¡es tardísimo! Mejor nos vamos ya...
Dani: Si... Además, ya tenemos todo preparado. ¿Vosotros que decís?
Carlos: ¡Pues nos vamos y cenamos todos juntos!
Charo: Tu siempre pensando en comida...
Antía: Nunca cambiarás ehhh -dijo antes de besarlo.
David: Vayámonos entonces...
Fuimos levantándonos todos del sofá del estudio, y cogimos nuestros abrigos, ya que todavía estábamos en febrero.
Miré a María, que estaba un poco distraída, y me acerqué a ella.
Blas: No pienses... -le susurré al oído.
María: Para ti es muy fácil decirlo, pero va a ocurrir...
Resoplé. Por momentos, podía ser muy tozuda.
Blas: Ya los has escuchado a ellos -dije refiriéndome a nuestros amigos-. No pasará nada...
Me miró.
Blas: No te preocupes...
Le di un abrazo, para animaría un poco, y salimos de allí.
La cena transcurrió de forma tranquila, entre risas, bromas y anécdotas.
Ya eran las dos de la mañana, cuando un camarero del establecimiento se acercó a nosotros para avisarnos que pronto iban a cerrar, así que pagamos nuestras consumiciones y nos fuimos de allí.
Cada uno, se fue por su lado.
A estas horas, ala calles de Madrid estaban más desiertas que nunca, y tampoco era fin de semana, potencia lo que tenían un aspecto todavía más tétrico.
Ya estábamos muy cerca de casa, cuando escuchamos el sonido de los tacones.
Al doblar la esquina, vimos ante nosotros a una mujer de unos 40 años muy bien uniformada, con una americana, una blusa, y una falda. En verdad, parecía una destacada oficinista, o quizás la directora de un prestigioso centro de estudio.
Además, llevaba su pelo recogido en un moño, y tenía unas gafas que la hacían parecer una persona todavía más estricta.
En ese momento, sentí las uñas de María clavarse en mi mano, apretándome muy fuerte de ella, hasta casi dejarme sin circulación.
Me extrañó un poco la verdad, aunque me pareció normal, ya que el aspecto de aquella mujer asustaba un poco.
Al pasar a nuestro lado, nos sonrió amistosamente, y siguió caminando.
Sentí como María empezó a temblar en ese momento. Ahora si que me estaba asustando...
Cuando ya estábamos a una distancia suficiente como parar que aquella extraña mujer no nos escuchara, comencé a hablar.
Blas: ¿Qué pasa? ¿Por qué te pusiste así? -le pregunté mientras la cogía por la cintura, para acercarla todavía más a mi.
Se paró en seco, y me miró asustada a los ojos.
María: Blas... -tartamudeó- era ella... la directora del internado...
-Narra la directora del internado-
Mi búsqueda había dado resultado.
Cuando la asquerosa "parejita feliz" se alejó de mi, cogí el móvil rápidamente.
Ahora, nadie me detendría. Mi equipo estaba más preparado que nunca.
Pulsé el botón de contactos y busqué aquel número de teléfono.
Acerqué el auricular al oído.
X: ¿Si? -me respondió una voz masculina.
Sonreí maliciosamente.
Directora: Síguelos... La he encontrado...
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¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?
FanfictionUna sola persona puede salvarte del mundo invisible en el que vives. Sólo tienes que confiar en ella, aunque sea difícil, porque será tu Ángel de la Guarda...