Capítulo 38

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-Narra María-

María: ¿Las... visitas?

Estaba asustada, o quizás aturdida, pero feliz.

Hacía ya tres meses que no miraba a un montón de personas que, en mi, ya formaban parte de un lugar muy especial en mi corazón, aún sin conociendolas demasiado.

Blas: Bueno, si quieres, les digo que se vayan.A mi ya sabes que no me importa

María: ¡No! ¡Necesito verlos! ¡Abre, por favor!

Entonces, Blas se separó de mi, y se acercó a la puerta.

En escasos tres segundos, que duró el movimiento de girar el pomo, pasamos de la tranquilidad absoluta a un verdadero alboroto.

X: ¡Mi niñaaaa! -gritó una chica, que se abría paso entre el resto de componentes de Auryn.

Esa voz... la reconocería en cualquier parte. Era Antía.

Sin pensarlo, se tiró a mi, y empezó a abrazarme con toda la fuerza que le era posible utilizar y que, en mi caso, tenía que ser poca, ya que me podía hacer daño en el pulmón que tenía mal.

Antía: ¡Te he echado tanto de menos! Te juro que jamás me separaré de ti... Nunca...

María: ¿Y Charo? - intente preguntar tras unos segundos, en los que me estaba asfixiando con tanto mimo.

X: Hola...-dijo una vocecita tímida, detrás de Antía.

María: ¡Charo! -dije mientras la agarraba por la camiseta para acercarla a mi.

Así, las tres nos fundimos en un inolvidable abrazo.

María: Os he echado mucho de menos. Nos sabéis cuánto...

Justo en ese momento,abría llorado todo el océano atlántico, pero no quería ponerme mal, ni a mi, ni a ellos.

Ahora me merecía ser feliz.

Charo: ¡Y nosotras! Siempre pensábamos en ti. A todas horas...

Antía: Pero ahora ya no va a volver a pasar. Tenemos refuerzos. Mira -dijo señalando a un chico que había entre Álvaro y Magi (quién también había venido a verme).

La verdadn , nunca lo había visto en mi vida.

Era moreno, de ojos azules, y llevaba una gorra, cosa que le hacía parecer, todavía más, un niño.

Antía: Se llama Salva, y nos ayudó a rescatarte -fue decir esto, y el se empezó a poner rojo como un tomate, mientras se rascaba la cabeza.

María: Puedes acercarte a mi. No muerdo... -le dije con una sonrisa.

Por suerte, Salva me hizo caso, y me dio otro abrazo.

Si es que al final me estaban empezando a malcriar con tanto mimo.

Salva: Es un placer conocerte. Me han hablado mucho de ti preciosa... -dijo tras separarse.

Me quedé helada ante esa expresión, y Blas tampoco se quedó corto.

Antía: Cuidadito con lo que dices que el novio está a escasos dos metros de ti...

Con esto todos se echaron a reír.

Salva: ¡Pero no te lo tomes a mal Blasin! -dijo acercándose el, dándole palmaditas en la espalda-. Es que es muy mona, y eso no se puede negar...

Blas: Pero ella me quiere a mi, ¿a que si? -yo asentí con la cabeza-. ¿Ves, chulito?

Salva: Tu ganas, tu ganas... -y se volvió a poner al lado de Magi, entre risas.

David: ¿Y yo no puedo darte un abrazo? -dijo este con cara de perrito mojado.

María: ¡Claro que si! -y abrí mis brazos.

Dani: ¡Y después voy yo!

Álvaro: ¿¡¿Y yo que?!?

David: ¡Habértelo pedido antes! ¡Te jodes!

Magi: Tranquilito David... Baja marchas...

Tras media hora con todos, uno a uno, comenzaron a marcharse, para alegría mía, ya que en una habitación de apenas nueve metros cuadrados meter a diez personas no había sido una buena idea.

Así, de nuevo, Blas y yo volvimos a quedarnos solos, ya que su madre se había marchado al piso.

Pocos minutos más tarde, entró mi doctora, con mala cara.

Doctora: Chicos... Tengo una mala noticia...

¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora