-Narra Blas-
Por suerte, conforme fueron pasando los días, María comenzó a ser la misma chica que había salido del hospital.
Ahora ya se podría decir que hacíamos una vida prácticamente "normal" dentro de lo que teníamos que pasar: desde hacer varias revisiones médicas cada semana hasta ir al psicólogo y a terapia cada tres días. Sí, era un rollo, pero los resultados merecían la pena. Para mí, lo único importante, era verla feliz.
Con todo esto bien, volví a hacer conciertos por toda España junto a Carlos, David, Álvaro y Dani. Siempre que podía, intentaba llevarla, aunque a veces esto no era posible, y se quedaba con Antía y Charo, ya que todavía no podía llevar una vida "estresante", yendo todos los días de un lado para otro.
Ya había pasado el verano, y el final fue impresionante, ya que hicimos una fiesta con el equipo de Auryn al completo. Pero, conforme pasaban los días, me iba dando cuenta de muchas cosas, como que María no sabía nadar, ni nunca había tocado la nieve ni la arena de la playa, ni jamás había ido en avión, tren o barco... Y esto tenía que cambiarlo. Algún día, pero no hoy.
Porque hoy era un día muy especial para los dos.
Hoy hacía un año que nuestras vidas se habían unido para siempre. Hoy hacían exactamente 365 días que aprendí que la vida de una persona dependía única y exclusivamente de mí y que todo lo que yo hiciera, también iban a repercutir en ella.
Hoy hacía un año que María y yo nos habíamos conocido, en aquella fría noche del 28 de octubre, y esto había que celebrarlo.
Por eso, la llevé a cenar a uno de esos restaurantes tan caros de Madrid. No era una cosa que ni a ella ni a mí nos entusiasmara mucho, pero lo importante era salir de la rutina diaria. Seguramente, si le hubieran dado a elegir, preferiría haberse quedado en casa.
Allí, estuvimos varias horas hablando distendidamente, hasta que después de tormar el postre, nos fuimos a dar un paseo por el desierto parque del Retiro que, a la medianoche, estaba espectacular.
Pero esta no era una celebración cualquiera, así que tenía otra sorpresa preparada para ella. Pronto descubriría la respuesta a mi gran pregunta.
-Narra María-
A decir verdad, yo estaría más feliz celebrando nuestro "aniversario" en casa, pero el se negó rotundamente a esto, así que no le podría decir que no, ya que sabía que tenía todas las de perder.
Después de cenar en un restaurante de Madrid (seguramente, carísimo), fuimos a darnos un paseo por el parque del Retiro.
Blas iba perfecto, como siempre, con unos pitillos vaqueros oscuros, una camisa blanca impecable y una americana azul marino, lo que hacía resaltar todavía más sus preciosos ojos.
Yo, por mi parte, creo que iba más normalita. Por supuesto, llevaba mi vestido color agua, que reservaba para ocasiones especiales, y unos tacones de color negro que me habían casi igual de alta que el.
Y es que siempre pensaba lo mismo. El era el "guapo y elegante" de la pareja, mientras que yo era mas "corriente".
Tras unos minutos paseando de la mano sin un rumbo fijo por el parque, nos paramos junto a una fuente, que tenía unos focos de luces que cambiaban el color del agua por segundos. Era increíble.
En ese momento, Blas se giró, hasta quedarse enfrente de mí a escasos centímetros. Pasó sus brazos alrededor mía por mi cintura, se abrazó a mí, y me susurró un "te quiero" al oído.
No sé que pretendía con todo esto pero, fuese lo que fuese, lo estaba haciendo muy pero que muy bien.
Tras unos segundos, se separó un poco de mí y apoyó su frente en la mía. Sentía su aliento rozar mi cara, y eso hacía que todavía me pusiera más nerviosa.
María: Yo también te quiero... -tartamudeé.
Blas hizo caso omiso a mi cumplido y se limitó a cerrar los ojos, disfrutando del momento.
Blas: ¿Sabes? Gracias a ti he descubierto el verdadero amor y todo lo que sientes cuando amas a una persona que verdaderamente te importa. Me has enseñado el significado de palabras como confianza y valentía, y eso es algo que no olvidaré jamás. Nunca podré agradecerte todo lo que has hecho por mi, así que en este momento, pídeme lo que quieras y yo cumpliré tu deseo.
Madre mía... Como siguiera así, iba a acabar llorando y eso era algo de lo que no me quería permitir el lujo a partir de ahora.
María: Mi deseo eres tú y ya se ha echo realidad...
Blas: Tiene que haber otra cosa. Vamos, piensa...
¿¡¿Y yo que le pedía?!? Sólo lo quería a él, con eso era suficiente. Me había dado mucho más de lo que yo merecía en todo este tiempo, y eso se lo agradecería eternamente.
María: Entiendelo. Te prefiero a ti antes que ha todas las cosas de este mundo. ¿Te acuerdas cuando casi me muero (Ver "Capítulo 23", Primera temporada)? Al despertarme, te dije que preferiría morir contigo que irme al mismísimo cielo. No voy a romper mi promesa ahora...
Se quedó en silencio ante mi negativa. Claramente, tenía que aceptar que tenía razón y que lo prefería a él antes que a ninguna otra cosa.
Blas: Por favor... Pideme lo que sea... Te lo suplico... -rogó.
Vale. Si no pensaba hacerme caso, tendría que hacérselo yo a él aunque, por mucho que pensara, no se me estaba ocurriendo nada.
Miles de ideas rodaron por mi cabeza en ese momento, objetos de todo tipo que, para mí, apenas tenían valor.
¡Un momento! ¿Y si en vez de pensar en algo que me pudiera gustar a mí sola averiguaba qué era lo que podríamos disfrutar los dos juntos?
Vale. Lo tenía, pero no sabía si a él le podría parecer buena idea. Era una decisión demasiado importante, algo con lo que tendríamos que aguantar toda la vida, y ni siquiera estaba segura de si yo misma estaba preparada para dar el paso.
Bueno... Allá iba...
María: Ya sé -susurré.
Blas: Dímelo. Esta noche lo cumpliré cueste lo que me cueste
Ahora, sentía como él temblaba a mi lado. Expectación, nerviosismo... todas estas emociones se mezclaban por mi cabeza al tiempo que sólo pensaba una cosa...
María: Quiero quedarme embarazada...
ESTÁS LEYENDO
¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?
FanficUna sola persona puede salvarte del mundo invisible en el que vives. Sólo tienes que confiar en ella, aunque sea difícil, porque será tu Ángel de la Guarda...