¿Y ahora qué?

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Corremos detrás del elfo sin descanso. Empezamos a agotarnos bastante deprisa, ya que el ritmo de el chico es demasiado acelerado. Sus pies van ligeros y parece que apenas rozan el suelo y nosotros, con pesadas armas y algunos cargando también a sus mascotas, nos cansamos más deprisa.

Pensaba que íbamos al ala central... Pero no tardo en darme cuenta de que no es así. Cuando, en medio de la frenética carrera, me da por mirar por la ventana, veo el paisaje de un acantilado que da a un bosque, que a lo lejos se convierte en ciudad. Esta es el ala norte, la de los minotauros si no me equivoco, ¿No es un lugar un poco extraño para organizar la defensa?

Sin aviso previo, giramos de forma brusca y llegamos de forma atropellada a un pasillo sin salida. En él un grupo de unas cincuenta personas nos esperan, seguramente los clase "S" de los demás cursos. ¿Porqué una reunión en un lugar tan raro? Acaso hay un pasillo secreto que nos lleve a un lugar estratégico? No lo creo. Al menos, en el mapa de Luften no salía nada... Me alegro de llevar el pequeño trasto conmigo en este momento. 

Miro al elfo, interrogativa, pero el ni siquiera se fija en mi y se dirige al profesor de Pociones, un minotauro, si no me equivoco. Luften le pregunta algo y él asiente, dando a entender que estamos todos.

Los otros profesores que había entre la multitud de alumnos se separan del grupo y se ponen en la parte abierta del pasillo dejándonos "Encerrados" entre las tres paredes restantes.

-Luften... ¿Por qué nos has llevado hasta aquí? ¿Dónde se supone que vamos a...?- Empiezo a articular una frase, pero el elfo, extrañamente inexpresivo, me corta antes de que pueda terminarla.

-¿No lo entiendes, Salem? Aquí nadie va a ir a ninguna parte-

Las caras de los profesores, Luften incluido, se empiezan a deformar como si fueran de cera y las hubieran metido en un horno. Sus facciones se desdibujan hasta ser irreconocibles, pero debajo de la masa pastosa que antes había sido su cara, empiezan a intuirse otras facciones... No tardan en desvelarse rostros desconocidos, y veo que quien yo pensaba que era Luften es ni mas ni menos que una mujer de pelo color caoba y piel morena.

-Lo siento, chicos... Pero no creo que volváis a salir de éste pasillo-

La mujer traza un arco en el aire con un bastón negro y una barrera dorada se forma delante de nosotros, encerrándonos en el pasillo. Un báculo negro... Esto me da mala espina. Corro hacia la barrera, con la esperanza de que el conjuro anti-magia que ahora mismo hay en el colegio haya impedido un hechizo fuerte, pero nada más acercarme a la barrera me doy cuenta de que no. El muro mágico es grueso y estable, no vacila en el aire y no parece débil.

Pruebo su resistencia con un puñetazo, pero la barrera no vacila. Mi golpe no provoca ni un simple tambaleo. Pruebo con la espada. Esta vez la barrera se retira un poco, exhibiendo una extraña flexibilidad que desconocía hasta ahora... No creo poder romperla.

La mujer de pelo caoba me mira, con una expresión similar a la lástima. La odio por eso. Se giro y, junto a sus compañeros de caras desconocidas, camina, dejándonos atrás.

Miro a mi dragona, miro dentro de mi misma, y en este situación, desesperada, recurro a las dos personas en quien mas confío.

"¿Y... Y ahora qué?"

La respuesta a mi pregunta me asusta mucho mas que el tener que haberla hecho. Eris, en quien mas confiaba para salir de esta, tarda en responder pero, por una vez, preferiría que no lo hubiera hecho.

"No lo sé"



Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora