Todo el mundo, por primera vez en toda la historia, la gente espera al lunes con impaciencia. Dos horas de todos los días de la semana se han reservado para la clase de lucha armada, relegando a las demás a clases con menos horas. El entrenamiento en s¡este momento es mas urgente que aprender a hacer pócimas.
El lunes por fin llega el lunes, y nos preparamos para la clase de lucha armada. Nos indican que llevemos a nuestros animales apadrinados, ropa cómoda y, los que tengan alguna, una arma mágica. Algo me dice que seré de las pocas que lleven una...
De camino al patio trasero (Donde me encontraré con mi dragona) una voz irrumpe en mi mente. Sé de inmediato que se trata de la diablesa.
"¿Preparada para sufrir un poco? Al menos, como entrenas al Spark y has pasado una semanita dura, no te pillará el toro como a tus amigos... O eso espero. ¿Sabes que seguramente tenga el mismo nivel que nosotras fusionadas, en este momento?"
¿En serio? No pensaba que..."
"Los humanos pueden llegar a pillarte desprevenida. Los dos últimos asesinos estaban o bien acostumbrados a matar deprisa y sin esfuerzo, por lo que un rival con destreza que alargara la batalla podía derrotarles fácilmente, o bien acostumbrados a esconderse detrás de un ejército y su fuerza bruta, por lo que un rival ágil podía matarles con facilidad. Este hombre está curtido en batalla, por lo que será un buen profesor... Si te apaliza mucho recuerda que puedes llamarme y defenderte un poco mejor, aunque en este momento mis conocimientos habrán empezado a ir hacia tu mente y sabrás aunque sólo sea un poco sobre el combate. ¿Quién pensaría que mi espada sería usada para que una jovencita entrenara y tubiera sus primeras batallas"
"Espera... ¿Esta espada es tuya?"
"¿No te lo mencioné?"
"¡NO! ¿Porque la gente "Se olvida" de decirme este tipo de cosas? La espada me la dió un mago de mi pueblo, el maestro Gulendar y..."
Mi cuerpo se detiene de repente y la diablesa se queda callada en mi mente, para luego echarse a reír por lo bajo.
"¿Así que Gulendar, ¿Eh? Quién iba a decir que seguía vivo... O podría ser su hijo o su nieto... Quién sabe, los magos viven mucho... Ay, ¡Como me hizo reír ese mortal!"
"¿Le conoces?"
"Una historia muy larga, anterior a la invocación en la que me unieron a tu alma, aunque no demasiado... Quizás un par de años antes... Algún día te explicaré... Ahora tengo que dejarte, ya hemos llegado"
Miro hacia adelante y veo que, sin fijarme en ello, he seguido el camino hacia el patio posterior, ya adaptado para un entrenamiento militar propio del ejército. Maniquíes con armas y armaduras para el tiro con arco, armaduras animadas para los combates mano a mano, dianas, incontables armas y armaduras... Esto parece mas un patio de armas que el patio trasero de un colegio.
"Ya hablaremos, Salem, ¿No querrás que Krig Svart te coja manía el primer día porque llegas tarde?"
"¡Espera un momento! ¿Cómo te llamas?"
La diablesa hace una pausa, como si la pregunta la hubiera desconcertado completamente...
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La humana me ha sorprendido. Es verdad que es la primera vez que me uno a una persona de esta forma, la mayoría de las personas a las que me unía pretendían solo una unión temporal, normalmente para una batalla o una gran guerra. El resultado solía depender de mi humor, pero, del alguna forma, aprecio a esta humana, aunque no me creía capaz de llegar a hacerlo. Pero eso no es todo.
En todos mis siglos de vida, nadie había pedido nunca mi nombre... Excepto él.
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La diablesa tarda en contestar, pero finalmente lo hace.
" Yo... Me llamo Eris"
Después de eso, su presencia se funde en mi propia mente y su voz deja de resonar dentro de ella. Parece que la diablesa se siente incómoda con esta revelación. Una apunte de la clase de criaturas mágicas acude a mi mente, como si Luften me lo dijera justo en este momento.
"...Los demonios no suelen compartir su nombre, ni siquiera entre ellos. Creen que es una parte tan importante de ellos mismos como su propio brazo, y lo protegerán incluso mas que al último. Que un demonio, incluso uno menor, revele su nombre a un humano, no es algo sencillo, requiere o bine un estrecho vínculo o bien... Una tortura brutal. El nombre del demonio permite ejercer un gran control sobre el, por eso no os lo darán a no ser que confíen en vosotros tanto como en sí mismos..."
Agarro fuertemente la espada y la miro. ¿Cuantas cosas me está dando Eris en este momento? Su confianza, su alma, su conocimiento... Agradezco internamente a la diablesa y me dirijo hacia el grupo de alumnos, donde mi dragona espera con fruición.
Krig aparece antes de que pueda entablar conversación con nadie, y pasa revista de aquellos alumnos que tienen armas mágicas. Celeste me sorprende con un bastón plateado que resulta estar encantado.
En su país, Eolos, es una de las armas mas usadas. Los delicados cuerpos de los Eolianos no suelen soportar el peso de un hacha o una espada grande, por lo que se decantaban por las espadas de un filo provenientes de Japansk hasta que inventaron su propia arma: El Anemoi. Un fino bastón que llega a girar, en brazos de un guerrero experto, a velocidades increíbles, y que puede romper, gracias a los embrujos que se le aplican, espadas, armaduras y huesos. Una buena arma sin filo.
Varg que, como suponía, resulta tener sangre enana, trae consigo un hacha. Es de tamaño humano, pero la maneja con facilidad, lo que nos revela su increíble fuerza. El profesor asiente ligeramente y pasa a la siguiente alumna, que resulta ser Jatte y que trae dos enormes pistolas que encajan perfectamente con su tamaño.
Krig las mira con sorpresa. Ya es difícil de por sí colar armas mágicas en este colegio (Al menos los que lo hemos hecho no hemos sido castigados) pero las pistolas de Jatte parecen mas bien rifles. Es curioso como mínimo que haya conseguido pasarlas con el tamaño de éstas, aunque no pregunta nada.
El resto de la revisión transcurre sin nada que sobresaltar. Pocos alumnos mas han traído armas, y ninguna me resulta interesante. Al poco rato, el profesor llega a mí.
Mira la funda de mi arma con curiosidad y abre mucho los ojos cuando saco la espada de la funda. Se queda un buen rato mirando la neblina (Que tiene un tono incluso mas rojo que el de la última vez) hasta que se da cuenta de ello y recupera la compostura. Anota algo en un bloc de notas y sigue repasando al resto de los alumnos.
Cuando ha terminado, nos mira uno a uno y, sin razón aparente, sonríe.
-Bueno chicos... Veamos qué sabéis hacer-
"Mierda..." No puedo evitar decir esto mentalmente.Sabía que este profesor acabaría siendo una pesadilla.
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Danza de demonios: La chica y el dragón
FantasiaUna extraña mujer que porta dos poderosas espadas y algo aún más misterioso consigo. Una chica a la que, de repente, el mundo se le hace muy grande, y que descubre que, en realidad, poco sabe sobre sí misma. Un trato antiguo, mantenido en secreto, q...