Fuego de dragón y amor

2K 248 5
                                    

El aire pasa como una exhalación por mi alrededor, mientras caigo en picado... En menos de cinco segundos veo que mis alas apenas podrían sustentarme, por lo que me decido por un planeo que, gracias a la corriente de aire, me dirige hacia la bandada de Djavers.

Impacto con uno de forma brusca, y mi espada se clava en su carne y le rasga un ala. Caemos en picado unos cuantos metros. Yo consigo recuperar altura, pero el no, y veo como cae hacia el suelo a demasiada velocidad como para recuperarse...

Ahora mismo no puedo distraerme. Creo una superficie pequeña sobre la cual estar de pié en el aire, para no depender de la corriente de aire. No es demasiado cómodo, ni versátil, pero creo que nos apañaremos con ello.

Otro Djaver se acerca a mi, mientras la enorme mayoría se dirigen hacia los demás magos, aullando con voces agudas y estridentes que perforan mis oídos con dolorosas frecuencias. 

No me paro a contemplar la batalla, me concentro en cosas mas importantes, como por ejemplo que no me maten (otra vez).

Mi espada agujerea, raja, perfora y rompe todo lo que se le pone por delante. De repente, la bandada desaparece. Parece que todos los Djavers han pasado de largo, así que me giro para ver lo que hacen los magos.

Lo que veo me deja atónita. Los magos apenas pueden contener todas las bestias que se les echan encima. Parece que son inmunes a la magia, porque ninguno de los conjuros que les lanzan les afecta directamente. El fuego rebota contra su piel, el hielo congela solo una pequeña capa externa de su piel para desprenderse justo después, dejando apenas una pequeña quemazón insignificante para su gruesa dermis.

La única que no ha sucumbido ante la desesperación es Edel, cuyas flechas (encantadas, supongo) atraviesan las defensas mágicas de los Djavers con suma facilidad y los derriban uno a uno. Sin embargo, eso no es suficiente. Intentar derribar pellizco por pellizco a una bandada tan numerosa no da frutos, solo consigue que el suelo debajo de nosotros se encuentre cubierto de manchas rojas, superadas indudablemente por las manchas grises del aire.

Los magos se encuentran heridos. Vegapunk luce un corte en la mejilla, Selene tiene un par de agujeros de garra en su brazo y una herida superficial rasga la piel del torso de Himlen ( la maga de piel verde). La única ilesa es Edel, pues incluso Salem tiene un par de heridas ( Ya casi cerradas) causadas por los afilados y veloces dientes de un Djaver.

"¿Qué se supone que tenemos que hacer?"

"Estos bichos están protegidos por un campo mágico que hace que los hechizos sean inútiles, solo ciertos tipos de magia ancestral podrían romper el..."

Una idea acude a mi mente antes de que mi otra mitad acabe la frase. ¿¡Cómo me podía haber olvidado de algo tan obvio... Y tan cercano?!

-¡Edel!- Grito con todas mis fuerzas. La elfa me mira de reojo, sin dejar de disparar con precisión. Le cuento una pequeña síntesis de mi plan, y ella parece haberme oído bien. Aprovechando un oportuno hueco entre las hordas enemigas, la elfa camina por el aire usando la misma técnica que yo, aunque con mucha mas gracia y habilidad, claro, hasta llegar a mi altura. La mayoría de los Djavers vienen hacia nosotras, por lo que supongo que sus objetivos son los magos... Aunque ya había intuido esto antes. 

Un rápido mensaje mental, sin palabras, solo con una idea, es enviado con rapidez desde mi mente hacia la de la dragona, ocupada escupiendo pequeñas llamaradas y lanzando zarpazos y mordeduras en todas direcciones. Me mira con sorpresa durante una fracción de segundo, para poner una expresión similar a una sonrisa justo después.

La dragona lanza una llamarada un poco mas poderosa, para apartarse a los Djavers temporalmente, y abre la boca hasta que su mandíbula no puede mas.

Inspira de forma profunda, y Edel y yo levantamos un barrera a nuestro alrededor, excluyendo a los Djavers fuera por un momento. El fuego de dragón rodea la cúpula y hace que la temperatura empieza a augmentar de forma peligrosa en su interior. Pese a que solo dura diez segundos, el espectáculo es precioso... Las llamas doradas bañan el aire y tiñen nuestros cuerpos con reflejos, haciéndonos parecer estatuas de oro macizo. Las runas de la piel de Edel brillan con intensidad, y mantienen ese tono encendido hasta unos segundos después de que las llamas de mi dragona paren.

A nuestro alrededor solo queda una cuarta parte de lo que era una bandada considerable de peligrosos depredadores, y casi todos se encuentra huyendo en este momento. Los magos se deshacen de los pocos que todavía ofrecen batalla, ayudados, claro está, por Edel, mi dragona y yo.

La batalla termina de forma triunfal, aunque decidimos bajar un momento a tierra firme para reponer las fuerzas. Eso sí, avanzamos un poco para no encontrarnos el desagradable espectáculo de cadáveres estampados contra el suelo o calcinados hasta los huesos.

El suelo aquí es una capa blanda de tierra. Algunos árboles crecen, y un bosque se extiende unos metros mas allá, aunque después de una visita al milenario bosque verde, este me sabe a poco. Los magos caen, exhaustos, y Edel empieza a revisar sus heridas. Yo, por mi parte, voy a ver a mi dragona, que respira hondamente un tanto apartada.

"¿Cómo hemos hecho eso?"

"¿El qué"

"La magia del fuego de dragón es una de las mas poderosas del mundo. Atraviesa muchos conjuros, y por eso hemos matado a casi todos los Djavers... ¿Cómo hemos conseguido sobrevivir con una barrera de resistencia media?"

Mi dragona reflexiona un rato, como si pensara en la respuesta, o como si cavilara en cómo decírmela.

"La mayoría de los dragones nacen en estado salvaje. Son ruidosos, muchos se vuelven bestias, pero acaban atemperándose con el paso de los años y empiezan a... Aprender. Yo no. Yo nací para ser un dragón con un jinete. He aprendido a hablar con menos de un año, cuando los otros dragones ahora apenas tendrían consciencia de su nombre, porque un conjuro especial ató mi ser a el flujo del mundo, haciéndome escoger a un jinete. Tu eres mi jinete, y yo te quiero, pues eres parte de mi. Por eso creo que, ni lanzándote una llamarada sin protección alguna, o intentándote arrancar la cabeza de un mordisco, podría llegar a hacerte daño. Porque no lo quiero hacer"

"Vaya..."

"Sí, la conexión entre jinete y dragón es mucho mas profunda de lo que pensábamos en un principio"

"Eso resulta... Reconfortante, de alguna forma"

"¿Y eso?"

"No sabría explicarte... Sentía que sólo habías salido del huevo porque el demonio dentro de mi te llamaba, pero parece que es mucho mas que eso..."

"Ya lo dijo Selene. La conexión entre jinete y dragón no es algo que pueda forzarse. No es algo artificial, que se pueda conseguir con artimañas mágicas... Es como..."

"Amor"

La dragona se queda callada un momento, reflexiva.

"Sí. Supongo que podríamos llamarlo así"



Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora