¿Eres un monstruo?

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La frase ha quedado muy bonita, pero en realidad no tengo ni idea de qué hacer... El caballerizo mayor me mira con expectación un buen rato.

-¿Se puede saber a qué esperas? ¡Lo tienes comiendo de tu mano!-

Tiene razón... La escena vista desde fuera debe de ser algo rara... Acabo de marcar a cuatro caballos que hacen parecer a la yegua que tengo delante un perrito faldero... Cojo el hierro candente (Que había dejado abandonado en el suelo) y lo acerco al lomo de mi dragona mientras rebusco en mi  memoria cualquier dato útil...

"Los dragones pueden metamorfosarse... Escupen fuego... Sus metamorfosis tienen ciertas habilidades de su cuerpo natural... Escupen fuego..."

El hierro se acerca a la piel del animal amenazadoramente despacio... Siento el calor que emana del metal ardiente como si fuera a quemarme a mi... Y lo recuerdo. La piel de los dragones es ignífuga. Y la de sus metamorfosis también. Hundo la marca candente en su carne, pero la yegua no se mueve ni un milímetro... Como pensaba, no le ha hecho nada. Lo compruebo inmediatamente después, cuando aparto el hierro de su piel y veo que no hay ni la más mínima marca de quemadura en su piel.

-¿Qué se supone que significa ésto?- El caballerizo mayor ha saltado la valla y se ha acercado a nosotras. Acaricia la piel donde he intentado dejar mi marca con suavidad y aparta la mano al instante: Una quemadura ha marcado su piel, que ha empezado a hincharse y enrojecerse. Claro... Que su piel sea inmune al calor no significa que no lo retenga... Debe de haber sido como acariciar una placa de metal expuesta al sol durante horas.

-¡Maldición! Su amo debe de haberle puesto algún conjuro para evitar que la marquen... Eso significa que es un caballo de calidad... Lo tendremos como a un caballo normal, pero no poderle poner la marca me supondrá un papeleo importante... ¡Mierda!, Sam, esta tarde no podré venir a ayudarte con la doma de los cruces, tendrás que apañártelas tú solo...-

-No tiene por qué- Le interrumpo yo. Estos días me he dedicado a leerme y releerme el reglamento de la academia en todas sus ramificaciones, al igual que la normativa del ejército de cabo a rabo. Gracias a mi nueva memoria, acabo de recordar un artículo que, si bien poco utilizado, puede serme útil.  -Puedo reclamar a este caballo como propiedad temporal mía... Mientras esté en el ejército, será mi responsabilidad. Esta tarde no hago nada, así que yo rellenaré todo el papeleo-

"Mmm... Una hábil estrategia... Te me pones cerca y a la vez haces que todo quede como un gesto altruista... Inteligente, Salem... O Eris, como prefieras... Aunque supongo que debería de llamarte Rem"

"Algo tenía que hacer... ¿Cual era tu plan al venir aquí? ¿Que te me diesen por mi cara bonita sin que tuviera que hacer nada? Essto es muy impropio de ti... Porque no creo que hayas venido por capricho, ¿Me equivoco?"

"En lo absoluto, cariño. He venido porque Selene me lo ha mandado... Traigo algo interesante en las alforjas, así que esta forma era la más apropiada para llegar sin llamar la atención de forma exagerada... En otras ocasiones, Selene no se hubiera precipitado tanto con algo de tanta importancia, pero después de recibir el mensaje de ese tal Lineus... Todo cobró mucha prisa... Siento mucho lo que está pasando, pero tranquila, estoy a tu lado"

-De acuerdo, Rem. No te tomes esto como un trato a favor, normalmente no le dejaría un caballo tan bueno a un recién llegado ni de coña... Pero me quitas un peso de encima, además de que pareces tener buena mano con los animales... Te vigilaré, si descuidas a ese animal aunque sea un segundo seré tu peor pesadilla... Lavarás cuadras con cepillos de dientes lo que te queda de período de prueba-

-De acuerdo, tranquilo, no suelo descuidar mis obligaciones de ésta forma, mucho menos cuando incumben a otra gente... Si no te importa, voy a disfrutar de mi nueva adquisición-

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora