Gulendar, ¿Quién eres?

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Los demás me vitorean, pero en este momento no me siento con ánimos para celebrar nada. Me disculpo y me voy hacia mi habitación, donde caigo en medio de la enorme cama. El extraño material se adapta a mi y forma una crisálida de... ¿De qué? ¿Qué se supone que siento en este momento? ¿Vergüenza? ¿Decepción? ¿Tristeza?

Ya me da igual todo. La mirada del chico de la coleta ya me lo ha dicho todo. Soy un monstruo... Aunque solo lo haya sido por poco tiempo... Al menos no tengo la típica preocupación que esgrimen en los libros o películas, por si hago daño a alguien... Esto ha sido un caso puntual que no volverá a repetirse... Espero. Pero ya he visto lo que pasa: Si el que me hace daño es poderoso, lucho, si no lo es, lo molesto un poco y recupero mi forma original. Tampoco es algo de lo que preocuparse, aunque preferiría que no volviera a repetirse delante de tantas personas.

¿Entonces porqué me siento así de mal? Supongo que aún tengo que averiguar muchas cosas sobre mi unión con Eris.... Aunque ahora no parece demasiado dispuesta a hablar.

Sin darme cuenta, llego al castillo, y me caigo en que he marcado de clase sin el permiso del profesor. Vuelvo al lugar, y me encuentro a los alumnos en grupo, charlando animadamente, sin Krig cerca.

Celeste me saluda con la mano y voy a unirme a su grupo. Hablamos un rato y me cuentan que Krig ha ido a organizarnos en grupos. Para entrenarnos, tendrán en cuenta nuestras habilidades, así que nos organizarán en grupos según nuestro nivel y, aunque entrenemos en el mismo sitio y en ocasiones hagamos las mismas cosas, nuestro entrenamiento será distinto.

Krig aparece de repente y nos da un buen susto. Al menos hoy no hemos probado su madera de entrenador... Ya veremos si nos sigue cayendo tan bien cuando levemos una semana haciendo flexiones bajo amenazas ridículas o desproporcionadas. Supongo que nos acabaremos acostumbrando.

Krig aparece y nos habla sobre el plan de entrenamiento de los distintos grupos. Todos son duros, pesados y llevan mucho tiempo, pero Krig no tiene cara de admitir quejas, así que no las oye.

Miro el grupo clasificado como "S" veo que en él estamos Jatte, el chico alto y musculoso, Bía, el de la coleta, Celeste, el elfo, Bewit y yo. Nada mal. El vanidoso ha terminado en el grupo "A", junto a unos cinco chicos y chicas más, y la gran mayoría de la clase se agolpa en los grupos "B" y "C".

-Mañana empezaremos el entrenamiento normalmente. Incluye rutinas de combate y ejercicios propios del servicio militar, así que no os engañare: Será duro. Querréis abandonar y algunos lo haréis, aunque será difícil que os deje hacerlo... Me odiareis, pero no os preocupéis, cuando uno de mis consejos os salve la vida, se os pasará-

Justo cuando Krig termina de decir eso, la campana suena, dejándonos libres de obligaciones durante todo lo que queda de día. Empiezo a marcharme, mezclada en la muchedumbre de alumnos charlatanes, pero Krig pega un grito considerable.

-¡SALEM! Ven conmigo, necesito hablar-

"Mierda, ya empezamos" Me giro en seco y voy contracorriente hasta que salgo de la masa compacta en la que se ha convertido mi grupo de amigos. Me quedo a solas con Krig en el patio. En este momento, se hace clara la diferencia de altura, y desearía poder subirme a un taburete para mirarle a los ojos sin tener que alzar la barbilla.

-Sé lo que eres, pero que te quede claro esto: Te trataré como si fueras una alumna normal. Lo que hoy ha pasado ha sido un incidente, pediré al chico que no hurgue en mentes ajenas, pero aprende a controlarte tu también. Sé perfectamente que el demonio dentro de ti podría matarme con solo un golpe, pero, de momento, tu no puedes, así que tendrás que aguantarme. Mi entrenamiento también te ayudará a mejorar tu fusión con ella, así que tampoco será del todo inútil. ¿Ha quedado claro?-

Krig es claro y conciso. De alguna forma, pese a su rudeza, comunica las cosas con efectividad. Quizás no me caiga tan mal, al fin y al cabo. 

-Si, señor-

-Bien, "Soldado", nos veremos mañana, no esperes que sea tan agradable-

-No lo haré-

Interpreto el silencio que sigue como el final de la conversación, así que me giro y me dispongo a marchar.

-¡Espera!- El grito de Krig me interrumpe.

Me giro otra vez, preguntándome que querrá decirme. Todo ha quedado aclarado, creo yo.

-¿Dónde... Dónde has conseguido esa espada?-

La pregunta me sorprende. La espada de Eris está resultando ser un filón de misterios sin resolver.

-Me la dio un buen amigo, el maestro Gulendar, pero no creo que tenga otra-

-Así que Gulendar... ¿Ese viejo sigue dando guerra?-

-¿Le conoces?- El interrogante ronda mi mente desde que Eris lo mencionó, y vuelve para atormentarme ahora que descubro que Krig también.

-Puedes retirarte, soldado-

"Sutil, muy sutil" Es obvio que me está echando de forma "Delicada". Podría ser peor.

Le hago caso sin rechistar, pero mi mente funciona como un complejo engranaje. ¿Qué tendrá el anciano mago que sea tan importante? Parece que sólo hago que oír hablar de él. Parece ser que el mago resulta ser mas importante de lo que creía en un principio.

Pienso en las posibilidades mientras me dirijo hacia el castillo, sin pensar en el hambre que el entrenamiento ha despertado de forma voraz... ¿Quién fue ese hombre para que tanta gente le conozca?

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora