La que trae la destrucción

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Esto ha pasado tan deprisa... El último combate no ha sido nada del otro mundo... Aunque me preocupa haber tenido que luchar contra uno de mis amigos... Aún con esas creo que Bía se ha alegrado... Creo que sigue intentando superarme... Y a este ritmo no me extrañaría... Ha sido duro, pero después de lo que ha pasado en medio del combate contra Deimos nada me sorprende. Al menos le compensa haber ganado un cargo, pero como aún se estaba recuperando de sus heridas no está aquí para recogerlo... Tánatos pasa, mientras nos cuelga una insignia del pecho a cada uno y recita en voz alta nuestro nuevo cargo y lo que ello comporta... Me parece que tarda un instante a llegar a mí, la última, pero que se detiene a mirarme una eternidad. De cerca impone todavía más. Veo sus ojos con todo lujo de detalles... Como dos enormes espirales negras que, enmarcadas por una piel pálida amenazan de tragarse al mundo.

-Felicidades, Rem Kardan. Te otorgo el cargo de general. De este momento hacia adelante tienes autoridad logística sobre el los soldados de la nación. Sólo los generales de rango superior y los tenientes generales tienen autoridad por encima de ti. Cumplirás las órdenes que cualquier superior te dé, si no lo haces, se te retirará el cargo.-

Cuando se gira y se va tengo la sensación de que me han descolgado una mochila de plomo de la espalda... Realmente estar cerca de este hombre ha sido estresante... Su presencia puede llegar a ser demasiado para cualquiera...

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Realmente me da pena no haber podido contratar a la chica... Ha resultado ser alguien que buscaba algo más que dinero y fama... Lástima. Habría ganado una fortuna apostando por ella en las primeras peleas y amañando las siguientes para augmentar el margen de beneficios...

La chica deja que Tánatos le ponga la medalla en el pecho y cuando levanta el brazo para apartarse el pelo de la frente la manga deja entrever un buen trozo de brazo de piel blancuzca...

Abro los ojos. Nadie se fija en mi, por suerte... Todo el mundo mira a los premiados y aplauden entre risas, comida y alcohol... Con tantos ojos encima de ella, y nadie la ha visto... Aunque claro, ¿Qué es una pequeña marca en un brazo apenas visible desde las gradas para alguien que ni siquiera la conoce?... Una marca compleja, compuesta por las a primera vista bellas espirales color carne en su piel blanca como el más puro y refinado de los marfiles... Una marca que llegó a significar demasiado para muchos...

No puede ser. Es imposible... Esa marca sólo puede darse en... Imposible... No... Aunque, por otra parte, explicaría tantas cosas... ¿Un demonio? No, no lo creo... Ningún diablo abandonaría el infierno de buena gana, y nadie es lo suficientemente estúpido como para invocar a un demonio tan poderoso para ganar un torneo en el que no se aposta casi nada... Cualquiera le encontraría un uso mejor... Y no cualquiera podría invocarle... Demasiados recursos... Y sacrificios.

Trago saliva... Ya decía yo que era extraño... Que alguien a día de hoy presente características no humanas no es extraño... Pocos humanos cien por ciento puros quedan en el mundo... Nos hemos mezclado con las otras razas como lo haría el agua con la arena de playa... Pero lo de esta chica era demasiado extraño... Nadie podía identificar su raza, o su mezcla... La gente especulaba... Hada, elfa, gigante, ondina, drow, dridder, lamia, cualquiera de las raras razas de más allá del mar oriental... Tantas posibilidades... Y por lo que veo todas incorrectas. Un demonio... Un diablo extremadamente poderoso y peligroso que viene a matar desde el lugar más oscuro de las seis dimensiones...

"Maldición, Eris... ¿Cómo se te ocurre enviarnos a tu hija?"

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Miro la insignia que cuelga de mi pecho y no puedo evitar sonreír... Ya hace rato que no tengo que usar el conjuro de ocultación... Ya hace rato que presento el aspecto que tengo de verdad.

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora