Imprevisto

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Alzo el vuelo como puedo. Pese a que mis alas ya tienen una extensión considerable, están pensadas para una ágil danza aérea, no para una pesada carga... Al menos, de momento, puede que dentro de un tiempo logre hacer algo...

Empezamos a caer.Hacia la parte profunda. Habíamos conseguido tomar altura con el impulso inicial, pero ahora, sin ninguna corriente de aire que nos ayude, lo veo negro... El agua parece succionar el aire, y veo como, en el negro fondo de el lago, se entreven unas danzantes y esbeltas figuras claras... Peces. ¿Carnívoros? Quizá... Aunque preferiría no averiguarlo hoy.

Bato las alas con mas fuerza, y recupero altura... Pero solo un poco. Siento como si los hombros se me fueran a desencajar... Bía resbala un poco entre mis manos... ¿En serio vamos a morir por un juego tan tonto? Es una muerte estúpida e infantil.

Una repentina corriente de aire nos empuja de forma abrupta hacia el bosque, y mis alas se enredan en la copa de un árbol. Bía cae con elegancia y yo consigo desengancharme, por lo que ahora mismo las dos respiramos agitadamente en el suelo, ella por el miedo y yo por el esfuerzo físico.

Mi dragona aterriza a nuestro lado, y no hace falta que me diga que ha sido ella quien ha provocado la corriente. Ya le preguntaré cómo mas tarde.

Siento como mi cuerpo recupera su estado de normalidad, y la presencia de Eris desaparece de mi cabeza.

Miro a Bía, que parece que ya ha recuperado un ritmo cardíaco normal, como pidiendo disculpas, pero ella esgrime la bandera, diciéndome con la mirada "Ha valido la pena, ¿No?" Sonrío un poco y vamos a la base, a encontrarnos con Dimitri.

Nos lo encontramos tal y como lo habíamos dejado. Su mascota se escabulle entro los árboles con agilidad, vigilando el perímetro. Oímos el sonido de una espada desenvainándose, y sabemos que nuestro compañero ha hecho con diligencia su trabajo de vigilante.En cuanto Dimitri ve que las intrusas somos nosotras, envaina su arma y sonríe un poco. Es la primera vez que le veo expresar una sola emoción, así que me lo apunto a la lista de cosas que recordar del día de hoy.

Nos transportamos hacia el patio de armas y le enseñamos a Krig la bandera enemiga y la nuestra propia para demostrarle que ya hemos terminado el juego. El asiente y dice que vayamos al banco de la otra punta del patio, donde ya hay por lo menos tres equipos. 

Veo que Celeste y Jatte ya están entre la multitud... No me extraña. Son muy buenas luchadoras y es normal que hayan conseguido una bandera, aunque veo que Celeste está empapada... Tendré que hacer algunas preguntas.

El tiempo pasa, y van llegando equipos en forma de de goteo constante... Ahora mismo, solo quedan dos equipos en juego. Celeste me explica de forma muy detallada como ha tenido que sumergirse en el lago para coger la bandera del equipo de la serpiente marina. Me sorprende que lo haya hecho, con el frío que hace, pero este echo no parece preocuparle demasiado.

Krig nos dice que podemos ir hacia nuestra clase mientras los otros grupos terminan, y que ya comentaremos el desarrollo del juego mas tarde. Así que, sin mediar palabra, caminamos en dirección al castillo hablando alegremente.


Salem no sabía que su felicidad iba a ser efímera...


Sin aviso previo, una incesante y molesta sirena empieza a sonar. Miro hacia Krig, interrogativa, pero pronto me doy cuenta de que esto no es obra suya. Miro a mi alrededor, buscando alguna respuesta, y me encuentro con la realidad tan de golpe que me quedo sin aliento. Lo que está sonando es la alarma de emergencias. Una amenaza real ha entrado en el castillo...

Tres clases. Tres clases de lucha y ya tendré que pelear.

"Salem..."

La voz de Eris irrumpe en mi mente otra vez. Y yo, siguiendo su instinto (O el mío propio, no lo sé del todo) Miro al horizonte. En él, un enorme enjambre de criaturas aladas cubre la luz solar hasta donde alcanza la vista.

"¿Tendremos que luchar contra eso?"

"No, peor"

Subo un poco más la vista, intrigada por las palabras de Eris, y lo que veo me deja sin palabras.

Un enorme y huesudo dragón de piel negra vuela por encima de la manada de criaturas, que ahora veo que son Djavers. Su mirada, como fuego verde, promete destrucción y muerte. Suelta un amenazador rugido que hace temblar la tierra y, mientras la gente mira preocupada hacia el cielo, por tierra un ejército de muertos vivientes avanza con intenciones de devorar todo lo que se les ponga por delante.

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora