Cuentos de Tesálea: La primera jinete 1

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Seris vivía en un pueblo bastante grande, cerca de las montañas enanas, cuando Uggla aún estaba en construcción y los enanos eran casi una leyenda urbana, pues casi no salían de debajo de las colinas.

No era una chica fuerte, aunque el campo había forjado su cuerpo de forma atlética, no era muy inteligente, aunque se las apañaba con un poco de ingenio. Lo único que le daba excepcionalmente bien era tocar la flauta. La suave y melodiosa música de su instrumento resonaba entre las montañas y las colinas, y le daba vida a los ríos. Los animales dejaron de tenerle miedo, y pronto el sonido de su flauta se convirtió en algo tan natural para ellos como el cantar de los pájaros, el silbido del viento, o el cantar del río. Pronto Seris empezó a cantar también, aunque le daba pena no poder cantar y tocar la flauta al mismo tiempo.

Eris formaba parte del bosque, así que los campesinos de su pueblo no tardaron en ir a preguntarle cuando creía que iba a llover, o si la cosecha de ese año sería tardía. No tardó en convertirse en alguien que todo el mundo amaba. Su humildad parecía no ser compatible con la conciencia del bosque que tenía y, tiempo después, empezaron a circular rumores de que era una bruja, algo mal visto en aquellos tiempos. Pero, la verdad, es que a Seris le daba igual lo que pensaran de ella. A ella solo le importaban las calmadas tardes donde tocaba su flauta en medio de las montañas, rodeada de soledad.

Lo que Seris no sabía es que pronto dejaría de estar sola.

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora