Dioses misericordiosos

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¿Por qué estoy tan nerviosa? Siento como si una enorme ave de caza me acechara, mirándome desde las alturas como si no fuera nada más que una diminuta mancha en el suelo... MI tercer pelea está por comenzar... No estoy nerviosa por el combate en sí... Así es mejor. De hecho, ni siquiera he visto las peleas de ninguno de mis compañeros... Sé de buena mano que me pondría tan nerviosa por ellos que acabaría cometiendo fallos en la mía propia... Si llegan a la final, ya nos veremos, no hace falta atormentarse los días anteriores por querer ver algo de lo que sabré el resultado nada más posar los ojos encima... Aún así no me quito esta nerviosa sensación de encima de mí y voy directamente hacia el campo, con la capucha cubriendo mi rostro... Siento que si el sol me golpea en la cara el mundo podrá ver cómo soy y me desharé  como un cubo de hielo expuesto al calor...

Salgo al campo y el público me ovaciona... Siente bien saber que no todos me odian... Aunque nadie de los que están aquí me conoce demasiado... Algo es algo... Me sorprende ver que mi rival es una chica. Una elfa que empuña una espada de hoja curva con aire decidido... Es fuerte, pero veo que no ha abandonado su velocidad para nada... Me observa, pero no veo nada fuera de lo común en su mirada... No parece haberme descubierto, eso me tranquiliza... ¿Pero por qué sigo estando tan revuelta... Esta sensación se va haciendo más intensa cuanto más me acerco al campo... Miro alrededor, pero no me fijo en nada en concreto... A lo lejos, algo llama mi atención: La grada reservada a la clase más alta está llena, incluso el asiento reservado al monarca... Pero no tomó Tánatos el país y el máximo cargo de poder?... 

No. No puede ser. Observo al hombre, de pelo negro, facciones afiladas, piel blanca, casi enfermiza... Pero sus ojos son lo que realmente me llama... Son como dos pozos sin fondo, como si dos agujeros negros absorbieran toda la luz de su alrededor... Un escalofrío recorre mi espinada y siento frío.... Mucho frío... Me envuelvo con mi capa, esperando alejar esta sensación, esperando cubrir mi piel de su campo visual... Tengo la sensación de que si posa la mirada sobre mí me petrificará...

La chica elfa me mira con entendimiento.... Creo que ella siente lo mismo... Veo que, por cómo se mueven los nobles de alrededor de Tánatos, todos se sienten igual... Al aura oscura del nigromante es tan poderosa que incluso los seres con nula capacidad de percepción mágica (Como los humanos comunes y corrientes) más cercanos logran percibirla... ¿De verdad tenemos que luchar contra eso?

Mientras miro los profundos ojos como pedazos de carbón, escondida detrás del insignificante refugio de mi capucha, la elfa aprovecha para atacarme.

No... Yo no. Yo no quería... Oh, dios tengo tanto miedo... El ataque de la elfa me ha hecho reaccionar con violencia... Por suerte le doy en el arma, no en su cuerpo directamente... Aunque teniendo en cuenta que casi sale volando y de unas cuantas vueltas por el suelo de forma violenta, creo que eso tampoco ayuda demasiado... Su brazo se tuerce en un ángulo estraño y, pese a la lejanía, siento huesos crujiendo, doblándose hasta romperse... Veo sangre salpicando la arena de manchas que son chupadas por la tierra sedienta... Todo se queda en silencio... La elfa no se mueve... Respira.

El público se contradice... Algunos aclaman una victoria tan aplastante, otros recriminan un golpe tan violento y fuera de lugar... Yo solo me alejo... ¿Qué acabo de hacer...? Oigo una voz... Uno de los altavoces del lugar hace resonar un discursillo por toda el área de la arena... Aunque debe de sonar atronadoramente fuerte, yo lo oigo lejano, distante, como si no fuera de este mundo...

"...Ream Kardan se ha clasificado para las finales, que se llevarán a cabo mañana a las cinco de la tarde. Los participantes deben de presentarse a las cuatro y media para los preparativos previos. Tendremos el honor de contar con la presencia de Tánatos, nuevo gobernante de Yerácia, que otorgará personalmente los títulos honoríficos a los participantes ganadores... Este año contaremos, además, con un honor añadido... El escasísimente entregado a lo largo de la historia rango de general será concedido este año al candidato o candidata que consiga más victorias, empate que ostentan el setenta por ciento de los calificados para la final..."

No sigo escuchando... ¿Para qué? He visto al hombre que tenemos que matar... NO podemos. No he sentido esto nunca... Ni al ver a Selene, ni al ver a Edel, que se supone que es la hechicera más poderosa... Si Tánatos es así, no quiero ni imaginar como sería Necros...

Llego a la academia cabizbaja, esquivando las felicitaciones y las propuestas de fiesta de los pocos que me reconocen con la capucha puesta... NO quiero estar con nadie... Por primera vez en mis diecisiete días de existencia, quiero estar sola.

Me tumbo en mi cama y trato de dejar mi mente en blanco... Pero la figura retorcida y machacada de la elfa que he destrozado se clava en mi mente... Oh, dios mío, espero no haber causado ningún daño irreversible... Por lo menos le he roto al brazo derecho, la pierna del mismo lado y unas cuantas costillas... Puede que algunos dedos.

Me siento fatal... No quería hacerle daño... Bueno, no más del que le haría en un combate real.

Tengo que dejar de pensar en esto... Si me sigo comiendo la cabeza al final me volveré loca... Según lo que ha dicho el hombre del megáfono, el setenta por ciento de los que han pasado a la fase final están empatados en número de victorias.... Eso signif ica que el setenta por ciento de los que han pasado no han perdido ningún combate... Interesante. Ahora viene lo difícil de verdad.

Intento dormir, pero veo que el insomnio va para largo... Me levanto y empiezo a pasearme por la academia, que celebra que esta año se hayan doblado los participantes que pasan a la final... Yo, por mi parte, solo evito las fiestas y a la gente en general... Parece ser que esto aún no se me da mal del todo.

Mi paseo me acaba llevando al templo de Caribdis otra vez, donde entro sin siquiera darme cuenta del todo de lo que estoy haciendo... Miro a la figura de la madre de Eris... De mi madre... Es bella... Me pregunto cuanto tiempo debieron de estar esculpiendo para terminar con este espectáculo de piezas diminutas y cabellos ondulantes... Debían de necesitar realmente a mi madre en ese momento... 

Supongo que nunca sabré si vino a ayudarles o no... Bueno, a ayudarles seguro que no... Los demonios no ayudan a los humanos por altruismo... O lo hacen porque les caen bien o lo hacen porque les invocan... No somos dioses misericordiosos.

Salgo del templo y voy hacia mi habitación... Me encuentro con un par de amigos que me confirman lo que ya sabía: Han llegado a la final... Bueno, no es la noticia del día... Pero me alegro por ellos.

Llego y me tumbo en la cama... No pienso en mañana... Sé que ganaré, debo de hacerlo... Pero en mi interior, surge una pequeña duda, un ínfimo interrogante... ¿De verdad debo?

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora