El caballo blanco

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No recuerdo haberme dormido... Ni siquiera lo intenté, pero en cuanto abro los ojos es de día... Así que supongo que lo he hecho. Me siento... Ligera. La almohada está mojada, así que supongo que debo de haber llorado bastante... 

Me levanto y me voy de la habitación... Ni siquiera me cambio de ropa. Voy hacia el comedor con las sábanas aún marcadas en la cara, pero me da bastante igual... Intento ignorar el tema, pero esto no es algo de lo que me pueda olvidar fácilmente... Ni siquiera sé si lo puedo olvidar.

Tengo muy claro que no puedo seguir así... No pienso suicidarme, ni mucho menos... No quiero dejar de vivir... Pero tener que hacerlo con el constante temor de que eso suponga mas mal que bien tampoco puede ser sano... Me consumiría en una depresión fatal y eso tampoco es una perspectiva alentadora... Ayudaré a Lineus en todo lo que pueda en su investigación y hoy mismo contactaré con Selene... Las últimas veces no hemos podido decirnos nada importante y han sido simples llamadas de confirmación, para que supiera que todo iba bien... Hoy de verdad tengo algo que decirle, pero eso tendrá que esperar hasta la tarde... Por lo menos tengo suerte: Gracias a mi nuevo cargo hoy patrullaré por las calles y después estaré un rato en las cuadras... Adoro a los caballos, pero no monto uno desde que dejé mi casa.

Termino la comida antes de que nadie tenga la oportunidad de llegar y alcanzar a verme... Si no me equivoco hoy Bía tenía turno de mañana en la vigilancia, así que ya habrá comido, al igual que Dimitri, pero como Celeste, Jatte y Bewit tendrán que hacer horario de noche seguramente retrasen todo su horario y todavía estén durmiendo... Yo, por suerte, me he ahorrado estos horarios tan engorrosos.

La patrulla por la ciudad no tiene nada de interesante... Vemos a un par de ladronzuelos a punto de intentar algo, pero desaparecen bastante rápido en cuanto nos ven a mis cuatro soldados y a mí... Realmente la fama de ser una máquina asesina no está nada mal... La muerte albina, se ve que me llaman.

El día en sí es bastante aburrido... Excepto los momentos en los que conozco a mis soldados, claro... Por suerte no tardan en darse cuenta de que yo también soy una persona y me tratan como si fuera otra amiga más.

Son amables, valientes y simpáticos, así que me lo paso bastante bien... Pero se me hace extraño saber que tengo más rango que ellos cuando el más joven tiene cuatro años más que yo.

Cuando volvemos a la academia, que también hace la función de comisaria y cuartel general, ya es bastante tarde... La guardia duraba hasta las cinco, pero ya son pasadas las cinco y media... Corro para llegar a mi turno en las caballerizas y me pongo a peinar las crines de los primeros caballos hasta que el caballerizo mayor me llama a la pista grande, aunque desconozco el propósito... Como aún estoy en mi período de prueba, están avaluando mis habilidades en distintos campos... Parece que hoy tocará la doma, porque en la pista esperan cuatro caballos enormes... Pese a que mis conocimientos sobre hípica respecto a las razas de caballos dejan bastante que desear, no me cuesta intuir que estos caballos son de primera calidad... Son altos, tienen el pelaje reluciente y las pezuñas, aún sin herrar, tienen un aspecto sano y cuidado... Tienen un aire salvaje intimidante, teniendo en cuanta que son lo suficientemente grandes como para hacer parecer a la yegua de nuestra granja, un animal de más de metro y medio de alto, una potranca enana... Estos bichos parecen llegar a los dos metros y pico con facilidad...

Uno de ellos me mira con un enorme y redondo ojo negro como el azabache... Relincha un poco a la vez que levanta sus patas delanteras, pero cuando vuelve a posarlas en el suelo da media vuelta y se aleja... ¿Cómo se supone que debo de tratar con esto? Como respuesta, el herrero me señala un cubo lleno de brasas con una barra de hierro metida dentro. La saco y veo que en la punta de ésta se encuentra un gravado del logotipo del ejército nacional... Parece que quieren que marque a estos caballos... Si voy lo suficientemente rápido, no creo que me suponga ningún problema...

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora