Fusión

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La dragona de Salem se interpone entre la chica que le ataca y Salem misma. Las duras escamas del dragón la protegen del corte, pero no del golpe. De eso se encargar sus defensas mágicas naturales, que, pese a detener gran parte del golpe, no evitan un pinchazo de dolor en el costado del dragón. Ella suelta un enorme rugido, que hace que la atacante salte hacia atrás.

Este oponente le llevará muchos mas problemas que la anterior que, pese a ser una maga, ha acabado siendo poco más que una batalla contra un aficionado. Por muy buena que fuera su espada, que tenía la intención de robar justo después, no servía de nada si no era capaz de usarla. 

La dragona suelta una potente llamarada que la chica intenta detener con la barrera mágica que su amo le ha proporcionado. Una barrera que no estaba pensada para detener el fuego de un dragón. La chica emite un chillido de dolor cuando la ola de calor que su barrera no ha detenido le golpea el cuerpo. Se las arregla para correr fuera del alcance de las llamas, pero algunas ampollas empiezan a aflorar ya en su piel, efecto de las quemaduras que ha sufrido.

La chica ataca con un grito de rabia, blandiendo el hacha con suma rapidez. La dragona detiene el golpe con su espinosa cola, y la frenética batalla continua, con Salem inconsciente a unos pocos metros. Ninguno de las combatientes, ni siquiera los magos, que observan la batalla mientras libran la suya propia, es consciente de lo que sucede dentro de Salem.

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El lugar ya no está oscuro. Ahora es una interminable extensión blanca, donde la chica, ahora de un color negro líquido, como si estuviera cubierta de petróleo, le mira con expresión calmada. 

-Ahora lo entiendo- Salem habla a la chica, que gotea la substancia negra que la recubre debajo de la cual empieza a intuirse el color blanco de su piel.

-¿Si?- La diablesa no parece sorprendida. 

-Si-

-Entonces, ya debes saber lo que tienes que hacer-

-Creo... Creo que si-

-Muy bien... No tengas miedo, no dolerá. Al fin y al cabo, soy tu-

-Y yo soy tu-

Después de decir eso, las dos chicas se funden en uno, y todo se vuelve negro otra vez.

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Me siento extraña, como si mi cuerpo fuera compartido. Miro mis manos y veo que mi piel es de un blanco cegador, y no me hace falta ver mi cara para saber que mis ojos son ahora de un color rojo como la sangre.

Miro mi brazo derecho, y veo como mi espada cuelga inútilmente de él.

"Podemos arreglarlo"

El hueso se deja ver debajo del músculo seccionado y los tendones cortados, pero ya no siento dolor.

Miro impasible como la carne empieza a deformarse, como si fuera arcilla, y se cierra alrededor de la herida. Los tendones y músculos vuelven a su sitio, y compruebo que mi brazo ha recuperado toda su funcionalidad. Doblo los dedos y alzo la espada, que parece mas ligera que nunca. Veo como la niebla se retuerce dentro de ella y me levanto, sacudiéndome el polvo de la ropa y de la piel.

Los directores me miran estupefactos, pero mi dragona y la chica se encuentran enzarzadas en una batalla feroz, y no me prestan atención.

Ahora somos uno. Uno de verdad. Aunque no sepamos por cuanto tiempo.

De alguna manera, avanzo hacia la batalla delante de mi. Los zombies salen a mi encuentro, pero me los quito de encima con un embrujo de fuego que consume a muchos de ellos. El fuego ahora quema con más ferocidad, espoleado por la fuerza de la demonio que vive dentro de mi. 

Como si lo supiera desde siempre, pienso en la manera de pasar entre los golpes de hacha, coletazos y furiosas llamaradas. Es una sensación curiosa. El conocimiento de la diablesa forma parte de mi ahora, como si supiera todo lo que ella sabe como si lo hubiera aprendido yo misma.

Paso entre los furiosos golpes, esquivando como si fueran simples mosquitos, y llego hasta el centro de la batalla mismo.

El espectáculo es impresionante. Una parte de mi ha visto mil batallas, pero mi otra mitad ve por primera vez como una luchadora feroz se enfrenta a una fiera terrible. Me quito esos pensamientos de la cabeza y, en cuanto la chica lanza un ataque al cuello de la dragona, sin reparar en mi presencia, cojo el hacha entre las palmas de mis manos.

Soporto el enorme peso del arma sumada a la fuera de la chica con solo un poco de esfuerzo. La chica me mira, incrédula, y revisa mi brazo, en búsqueda de la herida anterior. Aprovecho la distracción para intentar atacar un punto de su cuello con la parte plana de la hoja, para dejarla inconsciente, pero la chica reacciona con rapidez y se aparta. La hoja del hacha resbala entre mis manos y me hace un pequeño corte superficial en las palmas.

Miro como el corte se cierra con rapidez y paso al ataque sin dudar ni un segundo. Esta vez es diferente. No me posee el instinto sanguinario del demonio, sin no que uno su conocimiento y poder a los míos, para conformar un ser con todo nuestro potencial unido, pero en el que yo mantengo el control principal.

Ahora la chica tiene problemas para esquivar mis golpes, aunque la demonio me hace notar que, debido a mi condición física inferior (Que comenta que va a mejorar) los ataques no son tan rápidos y fuertes como serían los suyos como diablesa de por sí.

La chica del hacha me mira con terror. Tengo la sensación de que debo acabar esta batalla rápido, pues la chica parece tener la intención de huir en cuanto pueda. Es hábil esquivando, por lo que prefiero no arriesgarme a esperar acertarla, y me decido por una estrategia... Poco convencional, por decirlo de algún modo.

Bajo mi espada, y dejo que me ataque. El tiempo se realentiza, pero esta vez es diferente. Esta vez la que controla la situación soy yo. El hacha se acerca a mi cuello... Y se acerca... Y se acerca... Y de golpe interpongo mi mano entre ella y mi cuerpo.

Pese a las defensas mágicas, el arma secciona buena parte de mi mano, la cual empieza a regenerarse con rapidez . La chica me mira con una momentánea expresión de felicidad, pensando que ha acertado un golpe, pero yo tiro del hacha y, por lo tanto, tiro de la chica también.

Hago que el arma pase por mi lado, pero la chica queda justo delante de mí. No se mueve, me mira, con el terror pintado en su rostro y suelta el hacha, que tiro lo mas lejos posible.

La chica desarmada no tiene nada que hacer ahora.

-Te tengo-

Un puñetazo le golpea justo debajo de la mandíbula, y cae inconsciente a mi lado. los zombies dejan de moverse, y una fuerza sobrenatural hace que estos cadáveres vuelvan a sus tumbas, que se cierran sobre ellos. La batalla ha terminado.



Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora