Casi

1.4K 153 0
                                    

Así que un ladrón. Tampoco me sorprende demasiado. El chico parece buena persona, pero los lugares grandes suelen ser despiadados, y la gente se las apaña como puede. He hablado con compañeros que venían de ciudades como estas, Gnist, por ejemplo, nació y vivió aquí hasta que le levaron al colegio de magia, así que, pese a no haber tenido la oportunidad de ver los barrios bajos por mi cuenta, sé que existen.

Ahora que miro al chico, su complexión sí que es la de un ladrón. Es delgado, pero atlético, cosa que le deja pasar por sitios estrechos pero sin sacrificar la suficiente fibra muscular para ser demasiado débil a la hora de una pelea de frente. Seguramente sea bastante rápido y creo (no estoy del todo segura, es solo una teoria que hago al verle juguetear con un cuchillo) que es ambidextro. Empiezo a pensar si su carácter amable no será sino una fachada, conseguida gracias a la practica y el paso de los años, pero prefiero darle un voto de confianza... Más o menos. Le tendré el ojo echado... Como a casi todo el mundo, en realidad. Supongo que no podré confiar en nadie.

En cuanto nos toca no me sorprende ver que nos dan la cinta de "Ladrón". La que se suponía que era la gusano de la promoción y un chico delgado que no debía de parecer la gran cosa... El público debe de adorarnos, un símbolo de superación personal (O eso debe de parecer) y todas esas cosas, pero a los instructores mi arrogancia no les debe de haber hecho nada de gracia y vete tu a saber qué les habrá hecho Altair . Los ladrones suelen jugar con desventaja. Las armas grandes impiden ir con sigilo a no ser que las manejes como nadie, los guardias tienen más facilidad de detenerte y, claro, siempre está la táctica "Perro guardián" (Una forma refinada de decir que se quedan al lado del objeto que hay que robar sin moverse y, al estar en un espacio estrecho y sin demasiada posibilidad de emboscada, los ladrones pocas cosas tienen que hacer). Bueno, al menos cuento con un experto.

Todo empiezo de improvisto. Nada más entrar, tocan el silbato. Vaya, los inspectores van a matar... Ni siquiera nos han dado tiempo para escondernos. Los que hacen de soldados empiezan a ir hacia nosotros sin dudarlo. Miro a Altair y el entiende todo lo que le quiero decir con esa mirada. Mientras yo saco mi espada, él desenvaina una daga larga. Un fragmento de conversación de la mente de Eris acude a mi como si fuera un recuerdo propio... No sabría decir si es un trozo de conversación, algo de conocimiento de cosecha propia o algo leído en cualquier parte, pero a mi cabeza acude una frase, como si fuera un extracto de un texto más grande...

Las navajas sevillanas o desplegables son muy usadas por los ladrones de las grandes ciudades. Al ser más pequeñas que una daga normal, ofrecen una maniobrabilidad excelente en espacios cerrados y un ladrón experimentado puede llegar a usarlas para cualquier cosa, desde cortar hábilmente la correa de una bolsa hasta abrir una cerradura con ella... Al ser desplegables pueden legar a adoptar tamaños ridículos y pasan completamente desapercibidas, aunque supuestamente su uso es ilegal... Algunas suelen llevar pequeños hechizos que las vinculan a su dueño o cosas similares, que las dotan de propiedades especiales, por decirlo de algún modo. Eso si encuentras a un mago que esté dispuesto a hacer un trabajo ilegal, claro. Supongo que el hecho de que Altair tenga una no debe de sorprenderme.

Por suerte o por desgracia, ahora competimos con luchadores un poco mejores que los que hemos visto hasta ahora. Antes, tenía que aprovechar momentos de debilidad, desventajas y, por que no decirlo, su confianza al ver que yo era una mujer. Ahora, saben que lucho a su mismo nivel y dudo que me muestren sus puntos débiles (Si es que los tienen, claro) tan a la ligera...

El pitido nos pilla desprevenidos. Ni siquiera nos dejan entrar del todo en el campo. Juraría que a los demás grupos les han dado, por lo menos, medio minuto más... Pero no hay tiempo para pensar en ello. Empiezo a correr en dirección a una casa y tiro la puerta abajo. Ahora que lo pienso, se supone que nadie sabe que soy una maga... Supongo que será mejor no descubrirlo, pero eso no evitará que use eso en ventaja propia... No recuerdo que la magia esté prohibida en esta competición, pero por si acaso intentaré que no se note demasiado.

Nada más entrar en el edificio veo que no es falso, la réplica es tan exacta que, por un momento, podría llegar a pensar que estoy de verdad en la calle. Subo unas escaleras que me llevan al segundo piso, y oigo como uno de los chicos entra y empieza a revisar el piso de abajo con fruición. Afortunadamente, consigo que mis pasos sean lo suficientemente silenciosos como para que no me oiga, aunque no creo que tarde demasiado en darse cuenta de que no estoy y empiece a subir.

Me acerco a la ventana de una de las habitaciones y espero hábilmente escondida detrás de una cortina. El chico entra, y veo que, después de revisar dentro de un armario y debajo de la cama, se dirige a examinar la cortina. Cuando casi consigo verle acercando su mano al trozo de tela, le cojo del brazo y le lanzo por la ventana. Estamos en un primer piso. Si sabe caerse bien, dudo que se mate.

En efecto. Cuando miro por la ventana veo que puede que se haya roto un brazo, pero a pare de eso está bien. salto por la ventana pero, a diferencia de el, salto de manera que llego al edifico del lado opuesto de la calle. Mis habilidades sobrehumanas sobresalen un poco aquí. Una persona normal no podría hacer un salto así, pero ya me inventaré algo. Puede que ni siquiera se hayan fijado en ello.

Una vez dentro del otro edificio veo que no es ni más ni menos que el supuesto "Banco", donde Altair está luchando contra el otro chico, que intenta desesperadamente de impedir que llegue hasta una pequeña vitrina, donde hay un simple cuadrado de mármol blanco que tenemos que robar.

Lo sé porque les oigo en el piso de abajo, pero ellos no saben que estoy aquí... Espero. Bajo unas escaleras hasta que llego al primer piso donde, evidentemente, veo que Altair lucha contra el otro. Creo que el ladrón me ha visto, pero el otro chico parece más ocupado en luchar. Altair maneja la daga con una velocidad increíble, pero el otro chico tiene una espada lo suficientemente corta como para que no le estorbe. No creo que acercarme por detrás sea lo mejor: La lucha está llena de giros bruscos, estocadas fallidas y giros de espada. Además, el chico podría verme en cualquier momento. Opto por algo un poco menos ortodoxo. 

Corro hacia la vitrina del cubo y lo cojo con todo el sigilo que puedo. Altair me ve las intenciones, así que se esfuerza el doble para que el chico no se gire. Levanto el pulgar para indicarle que todo está bien y vuelvo otra vez al piso de arriba. Para ganar, solo tengo que salir de la manzana con el cubo en las manos.

Salto a la calle y empiezo a correr en dirección al exterior. El público grita y, cuando creo que ya lo tengo, noto un fuerte golpe en la nuca, y todo se vuelve negro.



Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora