Enfádate

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Empiezo a entender cómo se ha sentido Abigail todos estos milenios encerrado en esta prisión eterna... Es incluso más frustrante que una celda normal... No tienes paredes a las que golpear, ventanas por las cuales ver el paso del tiempo y sentir el calor del sol en la cara o ningún carcelero al que suplicarla piedad... No tienes nada. Solo tu y los peces... Y a veces ni siquiera eso, por lo que veo ahora. Eso, además, se suma a la impotencia de ver que el aire está tan cerca... Pero es inalcanzable. Sabes que jamás podrás tocarlo, pero aún así te esfuerzas para intentar llegar y ves como te acercas... Y te acercas... Y te acercas... Y así hasta el infinito. Dejas de luchar o te vuelves una cáscara vacía que nada hacia arriba sin moverse... Y eso durante milenios... Yo al menos estoy fuera del agua, y parece que Tánatos tiene la intención de sacarme de aquí pronto... O eso espero.

El tiempo aquí dentro es tan... Raro. Ni siquiera sé si se supone que existe, y no tengo forma de saberlo. Ya hace rato que estoy tumbada encima del agua, aunque no me mojo ni nada parecido. La masa de líquido debajo de mí está hecha para que el que se meta dentro no pueda salir, así que agradezco no haber aparecido dentro de ella. 

Abigail no ha vuelto a hablar después de la corta conversación que hemos tenido. Tampoco me entristece demasiado... Su personalidad después de tanto tiempo encerrado es tan plana y pasiva que mantener una conversación con él es o bien imposible o bien agotador... Creo que no debe de saber mucho más sobre sí mismo aparte de su nombre, y puede que se le haya olvidado incluso eso.

Aquí no parece haber cielo... Es como si sólo hubiera una cúpula rojiza sobre nuestras cabezas. Me imagino este lugar como una enorme esfera de agua rodeada de una cúpula que simula el cielo. Eso explicaría que el sitio parezca no acabarse nunca... Literalmente, caminas en círculos sin darte cuenta... O eso creo. Puede que simplemente sea un plano adimensional.

-¿Sabes? Este lugar es muy aburrido... Me pasé cinco mil años intentado salir solo por eso... Tengo veinticuatro horas al día en las que puedo hacer lo que quiera, pero no tengo nada que hacer... Milenios, Eris. Milenio y milenios en los que no puedes hacer nada más que mirar hacia arriba con la esperanza de ver a alguien que te venga a buscar... De verdad que verte fue lo que me hizo más feliz del mundo... Pero te fuiste... Y ahora has vuelto. Pero tu también has sido encerrada... No sé como sentirme... ¿Feliz por tener compañía? ¿Triste por verte compartir mi futuro? ¿Enfadado con el que me ha dejado aquí todo este tiempo?... Supongo que no puedo sentir nada... Es triste. No poder sentir.-

No me esperaba que el demonio iniciara una conversación. De hecho, ni siquiera me esperaba que hablara otra vez... Pero no puedo evitar pensar en Esjalar cuando me dice eso... Él también ha estado encarcelado, aunque no de forma física, y no durante tanto tiempo... Lo suyo debe de ser unas cuantas veces peor, así que no puedo evitar sentir pena por Abigail.

-Lo siento. Te vi hace semanas, pero no hice nada... Tampoco sabía lo que pasaba ni mucho menos que sufrías tanto... Te voy a sacar de aquí, Abigail. Te lo prometo-

El demonio me mira y creo intuir la guspira de un sentimiento similar a la felicidad en sus ojos... Puede que no sea demasiado tarde para él, que con un par o tres de miles de años fuera de este lugar se recupere... O eso espero. 

Una grieta aparece en el cielo... O en lo que se supone que simula un cielo en este lugar. Me pregunto si será algo habitual, si será alguna otra forma rebuscada de tortura, pero por la cara de Abigail puedo intuir que no, que esto es nuevo... La celda se está... ¿Rompiendo?

La grieta se extiende con rapidez, de manera que en pocos segundos todo el cielo se encuentra agrietado. El agua empieza a caer... Hacia arriba, como si todo este tiempo hubiéramos estado al revés son caer en ello... Y nunca mejor dicho.

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora